✨DOS✨

25.6K 3K 747
                                    

Jungkook caminaba junto a sus amigos, pero su mente no podía dejar de pensar en YoonGi. El chico de piel pálida era odioso para muchos, sin embargo, para él era perfecto, quizá porque su carácter era muy parecido.

—¿Ya nos vamos?— preguntó Taehyung sacándolo de sus pensamientos.

—Si, suban.

Sacó las llaves de su auto y desactivó la alarma para poder abrir la puerta, y entonces se subieron al precioso Cadillac negro con detalles plateados.

Durante todo el camino, fueron cantando como dementes mientras Jungkook manejaba a toda velocidad recibiendo quejas por los demás conductores, y luego de dejar a sus amigos en sus respectivas casas, el chico de cabello azabache llegó a su enorme casa en una de las zonas más lujosas y prestigiosas de la ciudad.

El exterior era hermoso, pero no se podía decir lo mismo del interior, pues al entrar, lo primero que vio fue a sus padres peleando.

—Ya llegué—les informó, aunque estos ni siquiera lo miraron.

Jungkook soltó un suspiro lleno de estrés, su vida en realidad no era perfecta como todos lo creían; su familia estaba muy dañada, su vida estaba vacía y lo único que algunas veces lo sacaba de su miserable realidad era YoonGi, pero ahora ya no estaba más con él.

Desganado, subió por las escaleras hacia su habitación y cerró la puerta con fuerza, se dejó caer en la cama y miró su móvil, el fondo de pantalla era una foto de su ex novio.

Las lágrimas lo traicionaron en ese momento y escaparon sin permiso, una tras otra hasta que sintió la humedad en su almohada. Estaba mal, pero nadie se daba cuenta de ello.

Jungkook siempre quiso parecer fuerte y despreocupado, no quería sentirse débil, así que se sentó en la orilla de la cama y se limpió con brusquedad las mejillas, no podía sentirse de esa forma, estaba solo y si se dejaba caer nadie lo levantaría, así que debía mantenerse en pie por si mismo.

Mientras tanto, en otro lugar, el chico rubio llamado Park Jimin, viajaba en el autobús que lo llevaría cerca de su hogar.

El paisaje no era tan lindo en realidad; edificios desgastados, casas abandonadas y descuidadas, los parques con hierbas muertas. La zona no era de las mejores.

Y al llegar a cierto punto, tocó el timbre y el autobús paró abriendo las puertas para que él bajara.

Con pasos despreocupados, caminó por una calle poco transitada, hasta que se topó con un hombre pidiendo limosnas.

—Tome señor— le dijo dándole algunas monedas que él no había utilizado ese día—, compre algo de comer.

—Gracias joven— respondió el hombre en verdad agradecido.

Jimin sonrió y después de eso, siguió caminando, pero de pronto escuchó un chillido que lo hizo girar sobre sus talones hacía el pequeño perro que estaba lastimado en la banqueta.

Lo revisó y se dio cuenta de que su pata no se veía bien, por lo que lo levantó del piso con mucho cuidado y siguió su camino.

—Tranquilo amiguito, te pondrás bien.

Al estar frente a una pequeña casa de color blanco con puerta negra, metió sus llaves y abrió, se adentró y cerró la puerta con su pie.

Observó el lugar detenidamente, estaba lleno de goteras ya que un día antes había llovido con fuerza. Los trastes que habían puesto para recibir las gotas ya estaban llenos y debían ser cambiados con urgencia.

—¡Mamá! ¡Jin! ¡Ya llegué!

De la cocina se asomó un joven de cabello castaño claro con una enorme sonrisa. El hermano mayor de Jimin, Seokjin.

—¡Hermanito! ¿Cómo te fue?

—Bien— le sonrió un poco forzado, pues no quería que su hermano mayor se enterará de lo que había sucedido ese día en la escuela—, por cierto Jin, ¿Podrías curar a este perro?

El castaño se acercó y lo revisó solo con su vista, después de todo, el muchacho estudiaba para veterinario en la universidad por la mañana, y por las tardes trabaja en una tienda, aunque siempre se escapaba para ir a preparar la comida y comer junto a su familia.

—Claro Minnie, pero deberás cuidar la sopa.

El menor asintió feliz y le entregó al perro, después se lavó las manos y dejó la mochila en el piso para ir a mover la sopa que estaba preparando su hermano.

Ya que su padre se había ido cuando eran pequeños, su madre trabajaba planchando y lavando ajeno para obtener algo de dinero. A veces Seokjin ayudaba en las tiendas como cargador y le pagaban un poco más. Por su parte, Jimin ayudaba a los niños con las tareas y los padres casi siempre le pagaban por ello.

Quizá no tenía la mejor vida, llena de lujos y sin preocupaciones, pero no se quejaba, al menos su familia siempre le brindaba amor y él solo quería terminar sus estudios para darles lo mejor, por eso aprovechaba al máximo su estancia en esa prestigiosa escuela.

La mañana siguiente, Jungkook llegaba con resaca luego de haberse ido a beber por la noche en la fiesta de Lisa. Maldesía internamente haberse escapado en la madrugada de su casa, pero en ese instante lo único que quería era emborracharse hasta quedar inconsciente, y vaya que lo logró.

—Te ves horrible— le dijo Taehyung haciendo muecas.

—¿Se supone que eso me deba hacer sentir bien?

—No, en realidad no, solo digo lo que veo.

Y antes de que Jungkook pudiera responderle algo, Hoseok llegó corriendo y gritando:

—¡Tengo la solución!

Los otros dos se quedaron confundidos ante la repentina exclamación de su amigo peli naranja.

—¿De qué hablas?—preguntó el azabache confundido.

—Bueno, lo estuve pensando y aunque no me caía muy bien YoonGi, ya sé cómo lograr que vuelva contigo.

El corazón de Jungkook se aceleró en demasía y lo miró con extrema atención.

—¿Cómo?

—Sal con alguien más... Así le darás celos.

Love me like you do || KookMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora