AtsuKara "Pater Noster"

Salmo IV "Infernum"

Atsushi habia guiado cuidadosamente a Karamatsu. Este abrio su habitacion y dejo ver las montañas de libros por doquier. Algunas estaban perfectamente apiladas, otras destruidas con hojas volando por doquier. Era el paraiso de los libros.

Karamatsu miraba a todas partes con asombro, jamas habia entrado a la habitacion de su amado Padre.
-Este lugar es increible...- Girando entre las montañas de libros, logro ver uno a sus pies de color negro.
-¿Esto es?...- lograba leer un poco del titulo -¿Vulgate... nigrum?... ¿Eso no era la biblia de sat...?-

--Karamatsu- Atsushi evitó que terminara la oracion. Karamatsu miro sorprendido y soltó el libro.

-¿Si Padre Atsushi?- logro pronunciar con nerviosismo y una sonrisa nerviosa.

-Es hora de dormir... Mañana debemos madrugar-

-C...cierto- tartamudeo para despues asentir y caminar hacia la cama. Subiendo en esta y metiéndose en ese edredón blanco. Al estar aqui, se logro hacer bolita, solo llevaba un camison blanco hasta las rodillas. En sus manos llevaba ese libro de cuentos, el cual logro meter abajo de la almohada. Atsushi sonrio al verlo, entonces quitandose la gabardina y la camisa blanca, dejo ver ese delicioso y sensual cuerpo.
Su cuerpo era muy atractivo, su cuerpo estaba un poco marcado, su piel se veia tan pálida y suculenta. Esos ojos color miel resplandecian con mayor potencia. Atsushi era definitivamente un hombre atractivo.
Karamatsu se enrojecio al verlo, su espalda fornida se veia tan exitante.
Trago saliva y respiro con nerviosismo.
-¿Ocurre algo Karamatsu?-
-No... nada Padre Atsushi- menciono moviendo las manos rapidamente y cubriendo su rostro.
Atsushi ante tal accion libero una sonrisa.
Conforme habían pasado los minutos, Karamatsu ya se habia quedado profundamente dormido, dirigiendo su mirada hacia el sacerdote. Atsushi logro ver esos rasgos de nuevo, un rostro de lindo color vivo y profundo, muy diferente al suyo, un color palido cubierto de enfermedad. Sus manos eran pequeñas, cuando el creciera seguro las tendria grandes, sus cabellos eran de un negro tan profundo y misterioso. A juego con esos bellos ojos azules como safiros. Jamas habia visto unos ojos como esos, aunque estaba seguro de haberlos visto con anterioridad.
Paso su mano de nueva cuenta por las mejillas del menor para despues mirar hacia el techo y cubrir su rostro con la mano derecha. Estaba pensando seriamente en todo, ese olor, la iglesia, los demonios, Karamatsu... los bellos ojos de Karamatsu... Ese niño de bellos ojos azules tan profundos como el oceano, un oceano que alguna vez vio, esos ojos parecidos a los de Leviatan...
Atsushi abrio los ojos al repetir ese nombre y se levanto de un salto.
-Todos estos años... estos quince años... Los ojos... esos ojos profundos y azules... ese cabello y piel... pero es imposible-

Una cantarina voz lo desperto de su trance.
-Al fin lo descubriste ¿No Astvant?-
Los ojos de Atsushi se giraron al techo donde un demonio rosado bajaba de este mismo.
-Asmodeus- pronuncio furioso mientras se levantaba de la cama.
-Oye no seas grocero, somos viejos amigos lindura-
-Tu y yo no somos nada maldito demonio-
-Eres demaciado idiota Astvant o espera... debo llamar Sacerdote Atsushi no-
Atsushi fruncio el ceño al escuchar al demonio reir a carcajadas.
-¿Que haz hecho?-
-Aun nada... Pero es lo de menos ¿no?-
La dulce voz de Karamatsu se hizo presente, entonces limpiando sus ojos observaba desconcertado.
-¿Padre?... ¿Que hace con un demonio?...-
-Karamatsu- Al escuchar la voz del menor, corrio a abrazarle. -No te preocupes... Este demonio no tocara ni un solo cabello-

Asmodeus comenzo a reir a carcajadas, entonces apareciendo detras de Karamatsu, comenzo a recorrer su cuerpo con las manos.
-Vaya hijo mio. Eres tan lindo. Tienes el cuerpo muy pequeño aun, algo que se puede arreglar pequeño- pasando su mano, logro llegar al miembro de Kara. -Oh vaya... se siente bien-
Karamatsu libero un gemido sonoro, jamas habia profanado su cuerpo. Era una sensación extraña.