c a p í t u l o c u a t r o.

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Seokjin no tenía pensado ir solo a la casa de aquel moreno, por supuesto que no, así que con mucha astucia pudo conseguir el horario de clases. Estaba parado frente al salón de biología, con los brazos cruzados y una paleta entre sus labios. Muchas de las féminas que salían del salón le miraban hipnotizadas, chillando porque él estaba ahí, a la vez se sentían curiosas ante su presencia.

Finalmente, Namjoon salió junto a esa odiosa niñita, viró los ojos; cuando Namjoon miró al frente encontrándose con ese tipo arrogante lanzó una maldición al aire que apenas era audible para sí mismo. ¿Qué hacía ahí? ¿No le había molestado hasta conseguir su dirección? Que molesto. Seokjin se acercó a ambos jóvenes.

— Es hora de nuestras asesorías —mencionó dándole una falsa, muy falsa sonrisa a la adorable Jisoo.

— Umm, sobre eso, le he pedido a Jisoo algo de ayuda y...

— No, no, no, no. ¿Recuerdas a quién asignó el profesor de matemáticas? A mí, así que sin ser irrespetuoso, Jisoo, Namjoon no necesita que le expliques nada —la chica se sonrojó ante la cercanía de aquel chico. Suspiró antes de decir:

— ¿Estás de acuerdo con eso Jonnie? —oh genial, un apodo bonito. Jin gruñó internamente por ello.

Namjoon miró a Jisoo con un semblante calmado.

— Ve a tu casa Jisoo, mañana hablamos —le dio un beso en la mejilla y despidiéndose con un movimiento de cabeza, la chica caminó por el pasillo con pasos torpes.

Seokjin miró aquella dirección y luego regresó su mirada al moreno que era inexpresivo.

— Aun no entiendo para qué me molestaste tanto para conseguir mi dirección si te lo ibas a pasar por el culo y de todo modos iba a venir por mí, pero en fin, vamos ya, el autobús no tarda en pasar — dijo aquello comenzando a caminar viendo la hora en su reloj.

— Mi automóvil está en el estacionamiento — comentó el castaño logrando alcanzar al peliazul. Namjoon solo viró los ojos y se dejó guiar por el castaño hasta dicho lugar. Montaron el auto y sin decir más se pusieron en marcha. Nam indicó la dirección y de esa manera llegaron frente a una casa con paredes color melón y un gran y cuidado jardín repleto de flores.

— Linda casa — dijo el castaño al entrar y recorrer con la mirada el hogar del peliazul, todo estaba sumamente ordenado, varios cuadros, colores vivos, adornos caros.

— Ajá — se limitó a contestar el peliazul — iremos a mi habitación por que a mi madre no le gusta que trabaje en la sala — dijo con tono de fastidio. Toda la casa estaba en silencio, seguramente no había nadie más aparte de ellos, que conveniente.

— Está bien — el castaño trató de no sonar ansioso, estaba de más decir que sentía como sus manos cosquilleaban por el deseo de tocar aquella piel, de besarle y explorar cada parte de aquel bello cuerpo.

Subieron por las escaleras de madera hasta llegar al tercer piso, la primera puerta a la derecha tenía pegadas varias fotografías del moreno en distintos lugares, cinta amarilla y un par de frases que el castaño no entendió porque estaban en inglés.

— Pasa —indicó el dueño de la casa dejando que Seokjin pasara primero, que caballero, pensó. Se sorprendió tanto al ver ese lugar tan espacioso, con colores oscuros, había una cama grande. Un armario, un escritorio y un pequeño librero casi repleto. Había más fotos aún. Quería verlas todas.

En silencio el moreno se acercó a su armario y revolvió un poco allí, luego sacó algunas prendas.

— Ponte cómodo, iré a cambiarme la ropa —anunció en voz baja y desapareció por una puerta dentro de la habitación. Seokjin asintió sin ser visto. Comenzó a observar todos los cuadros que había allí. La mayoría eran de Namjoon solo en varios lugares, reconocía algunos cuantos, sinceramente no disfrutaba tanto el dar paseos o salir de viaje. Había otras fotografías de él y una mujer un tanto mayor que seguía conservando su belleza, suponía que era su madre. También había dibujos y fotografías autografiadas de algunos artistas.

dulce deseo 𐂂 ᴊɪɴɴᴀᴍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora