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Advertencia: Esta es sólo una muestra gratuita, estará sólo hasta el capítulo 5. La encuentras completa en Booknet y Amazon Kindle. Gracias por apoyar mi trabajo!


Y el mundo me ahoga, y el silencio ensordece
Es un caleidoscopio, todo cambia, todo gira,
Dame tu mano, sólo eso te pido
Dame tu mano, sálvame la vida

— ¿Qué pasa, Jennyfer? —reclamó Sean con voz suave, mirándola con ojos preocupados. Acababan de salir de un restaurante, donde habían estado celebrando su reciente graduación, hablando acerca de una oferta que le habían hecho para seguir estudiando en Europa y que había rechazado. Ella, lamentablemente, no le había estado prestando toda su atención, y ahora caminaban hacia el auto—. Estás aquí, y al tiempo, no —siguió él—. ¿Algo te preocupa? —Ella se mordió los labios. Había estirado el tiempo evitando contarle las cosas a Sean, pero las palabras de ese Neandertal diciéndole que no confiaba en su propio novio la perseguían.

Se detuvieron frente al Volvo, y, sin hacer ademán de sacar las llaves, Jennyfer se recostó a él dejando salir un suspiro cansado.

—Sean... tengo algo importante que decirte —empezó a decir con voz un tanto insegura. Sean extendió la mano a ella y le echó el cabello atrás con suavidad. Ella cerró sus ojos ante el delicado gesto, tan propio de él.

—Puedes contarme lo que sea—. Jennyfer sonrió. A pesar de que Sean no tenía millones, él sí era un caballero, un príncipe.

—Se trata de... las empresas. Es algo muy grave.

— ¿Estás en problemas?

—Sí, algo así. Papá, antes de morir... estaba en la quiebra —él la miró quieto y en silencio, sorprendido, y Jennyfer cerró sus ojos con fuerza—. Lo perderemos todo, Sean.

— ¿Perderlo todo?

—Todo, absolutamente. Las casas, las fábricas... los bienes en el extranjero... Ya hemos empezado con el remate de algunas cosas...

— ¿Algo así es posible? —preguntó él, y Jennyfer no pudo sino sonreír.

—El dinero se acaba si es mal administrado.

—Pero, ¿cuántos años de mala administración tuvo que soportar tu herencia para... acabarse? —Jennyfer se encogió de hombros—. Y ahora, ¿qué vas a hacer? —Jennyfer sintió una punzada en su estómago, y no supo por qué.

—Bueno... luego de que se venda todo, se remate, o pase a manos de nuestros acreedores, mamá y yo tendremos que buscar dónde vivir...

— ¿Perderás tu casa?

—Sí, me temo que sí.

— ¿Lucile lo sabe? —Jennyfer asintió—. ¿Y qué vas a hacer de ahora en adelante? ¿De qué vas a vivir? —ella se miró las manos con el ceño fruncido. Hammonds le había dicho que, con sus estudios, lo mejor que conseguiría sería un empleo como secretaria, pues no tenía experiencia. Ella no creía que fuera así. Tal vez ahora no tenía dinero, pero seguro que aún le quedaban unos pocos amigos de su padre que sin duda la ayudarían dándole un empleo de ejecutiva. Tenía un posgrado, después de todo.

—Trabajar, así como el resto del mundo.

—Va a ser difícil para ti —ella lo miró e intentó sonreír. No podía culparlo de que pensara así; hasta ahora, él no la había visto trabajar, pues tenía una generosa mensualidad con la que podía darse una vida bastante holgada. En una ocasión le había dicho cuánto recibía mensual, y él, un poco chocado, le había dicho que eso sus padres lo recibían al año con mucho esfuerzo.

Un príncipe en construcciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora