Tengo ganas de engañarte...

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Tengo ganas de engañarte, de probar otros besos, de follar en otra cama, la idea ha dado muchas vueltas en mi cabeza, imaginó como sería una noche de farra, coqueteando al mejor postor del lugar, haciéndole una invitación a pasar unas efímeras vacaciones entre mis piernas, no me interesa quien sea, no me importa si no lo vuelvo a ver, solo necesitó saber y comprobar que besa bien, excitando mi cuerpo con sus besos sabré que será un buen encuentro, imaginó quitar su cinturón con a prisa para bajar y abrir su bragueta con mis dientes, dar tal placer con mi boca en su hombría como nunca en su puta vida volverá a tener, mientras mis manos juegan con mis pechos, y el solo es espectador, y cuando este a punto del clímax detenerme para voltearme y pueda gozar de esa firmeza que provoqué, fuerte y duró, tan fuerte para provocarme gritos, gemidos aullidos, y cuando sienta que estoy a punto, tumbarme hacia arriba, ver su cara de pervertido y arañar su espalda dejar tal marca para que me recuerde en cada baño, sentir como alza mis piernas sobre sus hombros, y las aprieta consiguiendo que sienta dolor y placer y cuándo su cara le indique que esta a punto, nuevamente safarme, ahora yo arriba de él, totalmente plena, totalmente abierta, sintiendo todo dentro moviéndome a mi gusto, a mi antojo, gritando, arañando, controlando llegar al final, pero ya no puedo más y en grito ahogado llena de fuego por dentro, grito de tal manera parecía morir para con una sonrisa, una puta sonrisa que me hacia renacer, morir y nacer en menos de unos segundos, el culpable el hombre que aprovechando mi debilidad y falta de mí, me tomo de la cintura me cargo y en una continuidad de movimientos bruscos se desbordó en líquido tibio tan abundante como para saber que el acto había terminado y había logrado mi objetivo, lo había engañado, con mi consciencia olvidada en esa habitación, con mis bragas dejadas como recuerdo en esa cama, baje mi vestido, mis zapatillas en la mano y al cerrar la puerta volví a tomar mi amor que había dejado en la perilla de la puerta como un aviso de ¡No molestar! Se esta cometiendo un acto de infidelidad o como me gusta llamarlo, aquí se están dejando los pecados y se folla sin amor, la carne es carne y el amor no lo toca el sexo porque se guarda en el corazón, el orgasmo lo tienen las piernas y yo solo soy objetó de alguien que no soy yo.

Elizabeth Santillan

La Amante Del Monstruo -Elizabeth SantillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora