Me Libre de ti

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-Amor, no podré verte me salió un compromiso- me dijo él.
-De acuerdo, no hay problema- le contesté.
De pronto una llamada me avisó con voz anónima, él te está engañando, está con otra, ve al hotel que está en el centro, frente a dónde le gusta tomar café.
No tenía nada que perder, incluso sería divertido pillarlo y reírme de mí, de él, de la tonta que no puede conseguir la atención de un soltero, así que fui y no, la llamada no era una broma.
Un soborno, siempre consigue otra llave, Habitación 106...
Sí ahí estaba, el amor de mí vida ahí estaba, a medio encuentro, gimiendo de placer.
Ahí estaba, ella disfrutando lo que yo solía sentir, arañando su espalda, abriendo sus muslos, gritando su nombre,
Ahí estaban,
Ella y él tan extasiados que no notaron que entre.
Comencé a desvestirme lentamente, siempre me preparo para cualquier ocasión, mi lencería siempre luce perfecta, mis zapatillas las conserve así que me acerque y de un beso a ella interrumpí su encuentro.
-¿Que haces aquí, como lo supiste, cómo conseguiste la llave?- dijo a media respiración él.
-Demasiadas preguntas, arruinaras el momento, que creías que tomaría a esta putita rica por el cabello y me pondría a gritar, que te diría "Mal nacido" "Hijo de puta" "No tienes madre", para que mal gastar mis malas palabras, ¡Ven cariño, vamos a jugar!-
Sentir a ella comiéndome entera, jugando con mis senos, besando mis labios entre mis muslos, sentir sus senos, su boca, tirar de su cabello, gemir en mi cara mientras él la penetraba era excitante, pero no, no deje que el me follara a mí, sutilmente era de 3 pero sin él, cuando logré mi orgasmo, me cubrí con mi vestido, amarre mi cabello en una coleta, deje unos billetes, cigarros y me fui.
Él no dijo nada, no fue atrás de mí, intento gritarme pero la voz no le salió, dirán que estoy loca, que me valoro muy poco, pero odio las despedidas dramáticas (aunque esto es digno de novela), porque uno tiene que sufrir cuando dice Adiós.
Encendí un cigarrillo y frente al hotel estaba su café favorito, decidí probar mi suerte y ver sí vendían algo de alcohol ahí, parecía que hoy era mi día, los mojitos estaban como degustación, y ya probando el primero me seguí, estaba delicioso y me ayudó a quitarme el calor de mi previo orgasmo.
«Otra vez no vino, ya es su hora de entrada y esta vez no aviso» escuché gritar al dueño del café.
Había pedido un mojito más y se había demorado más de lo habitual.
-Disculpe señorita, nos falta personal, una chica lleva más de una semana llegando tarde o faltando- me explico el mesero como modo de disculpa.
Entonces recordé que a ella ya la había visto, claro el café favorito de él, aquí la habíamos visto, ella le coqueteaba, él se ponía nervioso pero disimulaba cuando yo venía con él.
Solté una carcajada escandalosa, moría de risa cuando me di cuenta que le fue tan fácil pecar, podía apostar que la llamada fue ella, regresé la llamada y el teléfono del bar comenzó a sonar, volví a reír porque no tuvo la osadía de que su conquista le costará, reí de lo confiada, reí de lo felíz que soy, de no celar a ningún hombre, y de que no me dolió una vez más un "Se terminó".
Mí celular sonó, era él, conteste calmada y le dije solo unas palabras;
Estoy frente al hotel en tu café favorito, hoy mojitos acompañan mi celebración, gracias por cumplir mi fantasía, esto terminó, fue delicioso como me libre de tí, te libraste de mí, aquí nadie perdió, solo se terminó.

Elizabeth Santillan

La Amante Del Monstruo -Elizabeth SantillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora