Prólogo.

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¿Conocen esa sensación de querer mandar todo a la mierda? Pues eso es lo que estoy sintiendo en este momento.

Mi mamá quiere que tome mis malditas cosas y me mude de Colorado a California. Esta bien, no es mucha la distancia. No está tan lejos, pero la cosa no es eso. Es que ella quiere que pase un maldito año con un donador de esperma que no ha sido más que eso para mí... un donador de esperma.

-No puedes hacerme eso, mamá- le ruego casi llorando, pero de la rabia- ¡Simplemente no puedes!

-¡Basta, Caroline!- me grita ella, ya cansada de mis constantes reclamos- La decisión ya está tomada, irás a vivir un año con John.

Sé que estoy roja, pero es de rabia y ahora tengo más razones para estarlo. Odio con mi vida que me digan por mi nombre completo. Caroline suena tan... de princesa y yo definitivamente no soy una princesa. Casi todos me dicen Carly, menos mamá cuando está muy enojada como ahora. 

Jonathan Bennett es mi "padre". Bueno, prefiero decirle donador de esperma porque eso le queda mejor. No lo conozco, creo que nunca lo he visto. Todo el contacto que tengo con él es el dinero que deja en mi cuenta bancaria todos los meses desde que tengo memoria. 

No me malentiendan, me encanta tener ese dinero extra, pero me gustaba que esa fuera la única forma de relacionarme con él, por muy codicioso que eso suene.

No sé muy bien cual es la historia de mamá con él. Ella nunca me ha querido contar. Todo lo que sé es que Christie, mi madre, se enamoró locamente del chico equivocado y me tuvo a mí a una edad muy corta. Creo que a los veinte si es que no menos. Yo ahora tengo diecisiete por lo que mi mamá tiene treinta y siete y el idiota del donador de esperma tiene cuarenta o al menos eso creo que me dijo mi mamá. No suelo prestar mucha atención cuando habla de él.

-No entiendo porque me quiere con él después de tantos años- le digo a mamá un poco menos molesta- Y como tú, una mamá oso, me está dejando ir con el millonario mujeriego e irresponsable que es Jonathan.

-¿Cómo sabes tú eso si no lo conoces?

-Es lo que dices siempre de él, mamá- le digo rodando los ojos.

-La cosa es que te vas en una semana así que ve preparando tus maletas.

-Bien, sé que no soy la mejor hija- es cierto. Normalmente solo hago que mamá pase malos ratos con mi actitud rebelde y mi mala conducta en la escuela- pero puedo prometer ser mejor persona y mejor hija. Lo único que tienes que hacer para obtener a la hija perfecta es dejarme aquí.

-Deja de insistir, Carly. Sabes que de nada te va a funcionar.

-Que mierda de situación- digo y ella solo me mira con mala cara- ¿Qué? Sabes que es verdad.

-Compórtate, Carly- dice y yo no puedo evitar rodar los ojos- Además, no estarás sola. Conocerás a tus hermanos.

Mamá aplaude con aparente emoción mientras yo solo la miro con mi mejor mirada de "que tipa más loca". En apariencia, mamá y yo somos muy parecidas. Ella y yo tenemos el mismo cabello castaño rojizo con ondulaciones, no somos muy altas, pero tampoco bajas, somos delgadas y nuestros labios son los mismos al igual que la forma de los ojos. Lo único que cambia es que ella tiene unos hermosos ojos color verde y los míos son de un aburrido marrón oscuro. Oh, y también que ella es como un unicornio andante mientras que yo suelo tirar mierda a donde voy.

Si, ella es la chica rosa y yo la pesimista, pero nos llevamos bien a pesar de todo.

Bueno, nos llevábamos bien hasta que me dijo que me iba a vivir a otra ciudad con el donador de esperma.

Somos los BennettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora