-Tranquila no pasa nada. ¡Mira! Ya he terminado los ejercicios. -Dijo emocionado como un niño pequeño.
-A ver. -Me puse en plan maestra. -Estan perfectos.
-Eso es porque me has ayudado tu. -¿¿¿¿¿QUÉ????? Dime que eso no acaba de salir de su boca.
-¿Có-cómo? -Me atraganté.
-Sí, eso, lo que has oído. -Dijo tan tranquilo.
-Pe-pero si no, no nos conocemos ni nada.
-Pues concédeme una oportunidad para conocerte.
-No se si podría, no es por ti. Es por mi.
De repente el maestro de guardia nos dijo que nuestro castigo había terminado. Cogí mis cosas y salí disparada de allí. Sí, lo dejé con la palabra en la boca. Cuando me pensaba que había escapado de allí, Louis me seguía corriendo hasta que me cogió por el brazo e hizo que parara. Mierda.Mierda. Y mierda.
-¿Por qué no podrías concederme una oportunidad? -Si yo te contara…
-Es difícil de explicar, Louis, por favor. No soy buena para ti.
-Tengo todo el día, me lo puedes contar, yo lo entenderé. Es ¿por qué no te hablé el primer dia cuando subiste al autobús? ¿Por qué no te dije nada cuando entraste a clase de literatura?
-No, Louis, no es nada de todo eso, por favor, déjame ir.-Una lágrima brotó de mis ojos.
Me apresure a salir lo más antes posible de allí.
-No voy a dejarte ir. -Gritó él desde la otra punta del pasillo. No me giré, después del numerito que hemos montado en medio del pasillo, no me atrevía a volver la vista atrás.
Me puse camino hacia mi casa, espero no perderme, como ya os he dicho soy nueva aquí y aun no me conozco las calles. De camino a casa me puse a pensar en todo lo que había ocurrido en el dia de hoy y ahora que pienso, mi madre debe de estar preocupada, no la he llamado ni nada. Menudo rapapolvo que me caerá cuando llegue a casa, no quiero ni pensarlo. Me puse los auriculares mientras la canción de Liar liar de mi apreciado Cris Cab me despejaba un poco de todos estos pensamientos.
Llegué a casa y para mi suerte no había nadie aún, así que decidí irme a pegarme una ducha, no hay nada más relajante que una ducha, si señor. Transcurrió una media hora, salí del baño y me puse ropa cómoda. Bajé al salón y me puse la tele. ¡Vaya programas más raros que hacen aquí! Decidí apagar la tele y ponerme a leer, me recosté en el sofá y me perdí en la profundidad del libro. Estaba apunto de dormirme por todo el cansancio del día cuando de repente alguien llamó a la puerta.
-¿Quién es? -Dije con voz de cansamiento.
-¡Abbie!¡Abbie! Abreme soy yo Louis. -¿Qué hace él aquí?
-¿Qué quieres? -Dije sin abrir la puerta. -¿Y cómo sabes dónde vivo?
-¡Abbie por favor abreme y te lo cuento!
Abrí la puerta y él se abalanzó contra mí y me besó. Le aparté como pude y mi mano rozó su cara, y no era precisamente una caricia.
-¿Pero cómo te atreves Tomlinson? -Dije enfadada.
-Abbie lo siento, lo necesitaba, no-no sé, sólo perdoname no queria hacerte enfadar, lo siento. Es que… la verdad que…
-¿Qué Louis, qué?
-Que desde que entraste por el autobús me quedé impregnado de tí, pero no fuí capaz de hablarte allí. Incluso hice que me castigaran para así poder estar “a solas” contigo y para así poder hablarte de una maldita vez. -Mi boca formaba una perfecta O.
-Pero Louis eso no puede ser, te he dicho que no soy buena para ti, no deberías de acercarte mucho a mi, de verdad. ¿Y cómo sabes dónde vivo?
-Te seguí hasta aquí y además subes en la parada de esta calle.
-¿Cómo que me seguiste? De camino a aquí no noté que nadie me seguira.
-Pues sí, la verdad es que iba siguiendote todo el rato pero no llamé antes por si estaban tus padres y me quedé escondido tras los arbustos y cuando pasó bastante tiempo ví que estabas sola y decidí llamarte al timbre.
Cuando estuve a punto de contestarle oímos ruidos.
-¡CORRE TOMLINSON! -Dije presa de el subidón de adrenalina que me había producido el oír la puerta de la cochera abrirse.
-¿PERO DÓNDE QUIERES QUE VAYA?
-¡ARRIBA VEN CORRE! ¡TE ESCONDERÉ EN EL ARMARIO!
-¿CÓMO QUÉ EN EL ARMARIO?
-¿TIENES TU OTRO PLAN MEJOR? -No faltaba mucho para que mis padres entraran a casa.
-Está bien.
Subimos a mi habitación y escondí a Louis en el armario. Me reí para mis adentros.
-Me las pagarás.-Conseguí oír.
Bajé y para mi sorpresa mis padres entraron. Se extrañaron por mi respiración agitada de la emoción del momento. No, no penséis mal que ya sabéis lo que ha ocurrido.