"Mamá" gritó Lulu García.
Era un viernes de otoño por la noche. Por la ventana se podía ver las hojas cayendo lentamente de los árboles.
"Lulu, deja de esperar. Él no va a venir" respondió su mamá en tono amargo.
"Él vendrá, yo lo sé" añadió entre dientes. Se acomodó, otra vez, en su silla dispuesta a esperar otras horas más. Esperar. Lo único que hacía desde que se enteró que la guerra había terminado.
Su padre, su querido padre se había alistado en el ejército hace ya tres años. Las últimas noticias que había recibido su familia fue de hace un año. Ella no comprendía porque su madre lloraba desde aquel día, no lo comprendía. Su hermanito, aún en pañales, también lo hacía; pero, ¿eso no lo hacían todos los bebés?
"Mamá, ¿Mi padre se fue de casa con uniforme caqui?" Preguntó aquella niña de trece años, que, aún mantenía la esperanza de que su padre regresara a casa.
"¿Por qué la pregunta, cariño?" Respondió la madre, pero con un atisbo de esperanza en el tono.
"Alguien está parado en la puerta" contestó alegremente.
Silencio. La niña incluso pudo oír el crujir del abrir de la puerta. Luego, silencio.
Oyó a alguien subir la escaleras. A alguien, solo a una persona, no a dos.
Lulu voltea justo cuando su madre abre la puerta. Aquella escena quedaría grabada en su memoria por siempre: su madre con los ojos cristalizados, una carta en una mano y el corazón roto en pedazos.
ESTÁS LEYENDO
One Hundred Seventy Eight Story
Non-FictionA una chica le puede suceder todo tipo de sucesos favorables; a otra, desfavorables. Un hermano puede ser el favorito de mamá; el otro, el de papá. Tal vez puedas encontrar a tu hermano perdido. Tu famoso favorito pueda llegar a la puerta de tu casa...