Capítulo 3

80 20 0
                                    


Capítulo 3: La última carta

Un millón de palabras no pueden hacer que vuelvas.

lo sé, porque lo he intentado...

Tampoco un millón de lágrimas...

lo sé, porque he llorado hasta no poder más.

.

.

.

  Con manos temblorosas dejo la carta sobre la pequeña mesa de noche, se sentía agotada emocionalmente, algo que normalmente no experimentaba en su vida y que provocado por aquella carta en la que pensaba tendría alguna respuesta a su confusa mente pero que solo contenía un mensaje que no era suficiente para calmar a su alborotado corazón.

  Nunca había sido una chica que pidiera demasiado, nunca había exigido una muñeca o una buena cama, ni siquiera uno de los tan caros vestidos que se vendían diariamente a las jóvenes de la alta sociedad, no exigía joyas caras ni pedía ir a las mejores fiestas de la ciudad, esas cosas eran innecesarias para ella, lo único que siempre había anhelado en secreto era permanecer todo el tiempo posible con su familia, con todos aquellos a los que amaba más que a su propia vida y que siempre se habían preocupado por ella.

  Recordaba perfectamente su primera perdida importante, el día en el que había muerto su madre era uno de sus recuerdos más grises y oscuros, un recuerdo que prefería mantener muy dentro de ella misma aún cuando la estuviera carcomiendo por dentro; el segundo fue cuando fue enviada a América por su propio padre, es cierto que aún lejos el la visitaba y había podido mantener el contacto con las personas que había visto durante su crecimiento pero la ausencia, el no sentir la presencia de todos aquellos a los que apreciaba dolía; su tercera perdida fue cuando le habían negado el trabajo de exorcista, ella había deseado poder trabajar con su padre que el momento en el que rompieron su sueño fue uno de los momentos más dolorosos de su vida, después se entero de que realmente aquello había sido a causa de su padre y fue cuando entendió que el tenía los mismos miedos que ella, ninguno deseaba perder al otro; la cuarta vez, fue la reciente muerte de su padre, quedando de esa manera como el último miembro de su familia debido a que por boca de su padre sabía que su madre no tenía parientes y el nunca le hablo sobre su familia, hasta donde su conocimiento llegaba, ella era la última persona con el apellido Marian y que mantenía un poco de preparación en cuanto a hechicería.

  Un sonoro suspiro salio de sus labios al mismo tiempo que se dejaba caer en la cama, mirando el techo del lugar y pensando en lo que debería de hacer a partir de ese momento, pensando en las decisiones que vendrían de ahora en adelante sobre ella.

  Una vez más no pudo evitar dejar el suspiro que se mantenía en ella, ciertamente nunca se había sentido tan confundida en toda su vida y esperaba nunca volver a sentirse así, lo que más deseaba en ese momento era volver a aquellos días de paz en los que nada le molestaba.

-Necesito un poco más de tiempo...-dijo sin dirigirse a nadie mas que a sí misma, necesitando del apoyo de su padre más que nunca-esto es demasiado para mi...

  Tomó una de las almohadas entre sus manos y la estrujo mirando de reojo la carta, quedándose en esa misma posición un largo tiempo.


------------------------------------------------


Querida Iliane:

  En estos momentos todo debe de ser tan confuso para ti, te puedo asegurar que lo es para todos, no eres la única a la que he metido en todo este lío y eso es algo de lo que me arrepiento.

De todo lo que he hecho en mi vida, solo hay algunas cosas que me gustaría cambiar empezando por alejar a tu madre de la inocencia, de esa forma ella probablemente no hubiera muerto en aquella misión y estaría contigo en estos momentos, no tendría por qué dejarte sola en este mundo devastado por la oscuridad;  también me gustaría haberte alejado a ti de la orden, las hubiera mantenido lejos de este sitio al que tanto evito, estarían ambas en un lugar lejano en en que nadie las molestaría y en donde no tendrían que ver muertes innecesarias, aunque claro, ustedes nunca se enterarían de mi muerte pero a menos me podría ir sin sentir miedo de lo que pueda suceder.

Iliane, mi querida y pequeña Iliane, se que no soy bueno con las palabras y mucho menos expresándome, ni siquiera soy capaz de escribir una carta con todo lo que me gustaría decir, sinceramente me siento un desastre como padre, pero quiero, al menos por una vez, ser capaz de expresar algo de lo que no he dicho durante los momentos en los que hemos compartido...Iliane, durante estos años te he visto crecer hasta convertirte en la joven que hoy eres, te has vuelto fuerte y amable, nunca te olvidas de todos los que te rodean y de los que necesitan ayuda, estoy seguro de que tu madre estaría tan orgullosa como yo lo estoy.

  A partir de ahora ya no podré cuidarte, mi oportunidad de verte crecer e ha terminado y con ello tú deberás de hacer todo por tu propia cuenta, mantén todas mis enseñanzas dentro de tu mente y utilízalas cuando te encuentres en peligro; Komui se encargara de no dejarte sola en este nuevo viaje, se lo hice prometer hace mucho tiempo; en cuanto a Allen, estoy seguro que el también será uno de tus aliados junto a sus compañeros, no dudes en acudir a él cuando algo se encuentre mal, será un aprendiz idiota pero nunca te dará la espalda, es alguien en verdad confiable.

Cuídate mucho pequeña, no olvides que tu madre y yo te estaremos vigilando y velando por tu seguridad, se que sabes a lo que me refiero, no eres tonta en ninguno de los sentidos y eso es algo que te servirá toda tu vida.

Atentamente:                              

Cross Marian

.

.

.

.

.

Si les gusto no olviden dejar su estrellita y un comentario, siempre se agradece :3

El corazón de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora