⚜ M ⚜

17.6K 3.2K 1.5K
                                    

La noche anterior había dado tantas vueltas en la cama, pensando una y mil veces en aquella sonrisa que se grabó a fuego vivo en su memoria, que ni siquiera logró pegar un ojo, aun cuando su mente quedó en blanco al sentirse tan exhausto. ¿Y qué pasa cuando Yoongi no duerme al menos unos segundos antes de que llegue el amanecer? Exacto, su mal humor cobra vida. Y vaya que esa mañana era totalmente controlado por él.

El primero en recibir sus gritos y miradas de muerte del peli plata fue una criada que había arruinado una de las prendas favoritas de Jimin al lavarla. El segundo fue el asistente de la cocinera al preparar panecillos con nueces para el desayuno del príncipe. Y Jimin era alérgico a las nueces. El tercero fue el florista solo por obsequiarle un clavel a su majestad, en el que había una pequeña abeja que por poco y lo pica. Y el cuarto...

—Yoongi, deja a ese niño. Solo se está divirtiendo.

... se salvó.

—¡Pero amo! Acaba de salpicar lodo en usted. ¡Mire como lo dejó!

—No es nada, puedo cambiarme. ¿Me acompañas?

Yoongi tragó grueso y asintió derrotado; después de todo, no podía llevarle la contraria a su amo.

—¿Pasó algo para que despertaras de mal humor? —preguntó Jimin, caminando por la galería del jardín, de regreso al castillo.

—Ni siquiera dormí —masculló el mayor, hasta que recordó con quien hablaba —. Digo... Lo siento. Solo no descansé correctamente, pero no es algo por lo que deba preocuparse, amo.

—Claro que debo preocuparme —susurró Jimin, viéndolo como siempre, de una forma tan intensa y sin una pisca de expresión alguna.

—Solo soy su sirviente, amo —respondió el peli plata, bajando la mirada, haciendo al menor resoplar.

«Si tan solo él supiera...»

Una vez en la gran recamara del príncipe, Yoongi abrió ambas puertas del armario y repasó su mirada por cada prenda. No tardó ni un minuto en elegir un par para luego caminar hacia su amo y comenzar a desvestirlo. Ese acto le era tan común que ni siquiera se inmutaba al ver la tersa piel del contrario, pero eso nunca significó que por dentro, estuviera muriendo en vida.

Parecía tan concentrado en lo que hacía, sujetando el pantalón con el tirante y acomodando la camisa antes de ponerle la cinturilla, que en ningún momento se percató de la mirada del príncipe, quien sonreía admirando su lengua siendo apresada por sus labios; gesto que no podía evitar el mayor cuando se concentraba demasiado en lo que hacía.

Quizás Yoongi nunca tuvo consciencia de las discretas sonrisas que se permitía su amo dejar escapar. Muchos conocían a Jimin por ser la persona más seria del reino, pero eso no era verdad. El joven sí sonreía. Al menos desde que conoció a aquel pelinegro que en poco tiempo pasó a ser platinado.

Jimin quedó tan encantado con la sonrisa que soltó Yoongi, que no llegó a darse cuenta que éste había terminado con su tarea y fue allí cuando ambos pares de ojos se encontraron. Al menos por unos segundos, pues el mayor no pudo evitar llevar su mirada a esos gruesos labios, descubriendo aquella ligera sonrisa que no tardó en desaparecer.

Una vez más, levantó su vista al cielo atrapado en esos orbes, descubriendo sorpresa en ellos. Sin duda, no pudo evitar bufar divertido, conteniendo su risa. Se había querido convencer que aquella sonrisa de la noche anterior solo fue producto de su imaginación y la poca iluminación de esa misma habitación. Tanto, que ahora ya no sabía ni lo que hacía, mucho menos lo que decía.

Sí, amo [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora