Capítulo 1 - Maldita confianza-

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Los truenos resonaban con fuerza en el exterior de la casa de los Holbrook. Sin embargo, ni los truenos ni las voces estridentes que procedían de la cocina eran el motivo por el que Marjorie Holbrook había perdido el sueño. Su mirada estaba clavada en el techo y las lágrimas rodaban por sus mejillas.

    En una noche como esa, la joven repetía la misma secuencia de imágenes en su cabeza: su madre despidiéndose de ella, su tío llorando desconsoladamente y finalmente, ella se derrumbada en sus brazos. Sus padres habían muerto hacía meses y el agujero en el pecho parecía irse haciendo más grande con el transcurso del tiempo.

Marjorie parpadeó varias veces antes de levantarse de la cama. Caminó con desánimo por el pasillo. Se paró un momento para mirarse en un espejo, se arregló los mechones pelirrojos que iban en todas direcciones y observó que sus ojos verdes estaban enrojecidos. Se notaba que había llorado. Pero al fin de al cabo no iba a acercarse lo suficiente para que le vieran los ojos.

Caminó hasta llegar al lugar de origen de las voces. Empujó la puerta con suavidad y entró.

La cocina estaba inmersa en una gran humareda a causa del tabaco. Cinco hombres estaban sentados en torno a una mesa redonda. Sobre ella se disputaba una jugada de cartas. Uno de ellos apuntaba a otro en señal de culpabilidad.

—No no no, tú….has hecho trampas—acusó claramente ebrio.

El otro quiso contestarle pero se interrumpió al percatarse de la presencia de Marjorie. Los demás se dieron la vuelta. Un hombre con el pelo salpicado de canas y la cara enrojecida debido a la bebida le dedicó una sonrisa.

 —Mi sobrinita guapa, ¿qué te pasa?

Marjorie tragó la saliva.

 —Me preguntaba si a estos caballeros tan amables les importaría bajar la voz. No consigo conciliar el sueño—dijo con cortesía.

Su tío soltó una carcajada.

 —Cariño, aquí no hay ni un solo caballero, son todos unos mal nacidos—anunció—. No te preocupes, estos no volverán más, son unos tramposos y unos maleducados.

La joven suspiró. Ya había oído el mismo diálogo antes, básicamente cada noche. Su tío le prometía que no volvería ver a sus compañeros de juego y lo cumplía, sólo para que a la noche siguiente se presentaran otros cuatro iguales de escandalosos.

Su tío se levantó de la mesa y dio unos pasos torpes para llegar hasta ella. Desde la distancia, Marjorie podía oler el alcohol que emanaba de su aliento.

 —Te acompaño, preciosa—le dijo poniéndola una mano en la espalda y haciéndola andar por el pasillo.

 —Marjorie, ya que estamos tú y yo, necesito que me hagas un favor—dijo alzando un dedo.

 —¿Qué pasa, tío?

Él se sacó un papel del bolsillo ancho de sus pantalones de pana. Intentó alisar el papel.

 —Es otro papel de la administración, por lo de…tus padres—terminó la frase en un susurro.

Marjorie echó los hombros hacia atrás y tragó saliva. Miraba el papel con aprensión.

 —Pensaba que ya no habría más.

 —Los del banco son unos sinvergüenzas, mi amor. No miran los sentimientos de una niña. Primero piden lo que se les debe y luego dan las condolencias. Por eso he leído el papel por ti—dijo—. No pone nada que no sepamos, quieren que eches una firma y se acabó.

 —Bien, dámelo y mañana te lo devuelvo firmado.

 Su tío frunció el ceño y la miró sorprendido.

 —¿No te fías de tu tío?

 —No es eso, es que…

 —Lo he leído para ahorrarte el disgusto de ver el nombre de tus padres escrito.

Marjorie no supo deducir si los ojos le brillaban por el dolor que le había causado las palabras que había dicho o por el alcohol. La muchacha miró a su tío con ternura. Podría ser un borracho y un jugador, pero su tío nunca había sido malo con ella. Siempre había estado en los últimos meses, cuando más necesitaba ella una familia en ausencia de sus padres fallecidos.

m—Te creo, tío.

Él pareció aliviado.

Con la mano que le quedaba libre tanteó el otro bolsillo en busca de un bolígrafo y se lo tendió a la muchacha. Ella lo cogió y se apoyó en la pared para firmar el papel. Volvió a enrollarlo y se lo entregó a su tío.

 —Gracias, cariño—se acercó a ella para darle un beso en la frente—. Que duermas bien.

MarjorieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora