Hoy fue uno de esos maravillosos días en los que te levantas pensando que llegas tarde al instituto o simplemente que tienes que ir, pero en realidad es un día festivo y te invade ese agradable sentimiento de euforia que ayuda a mantener la sonrisa hasta el día siguiente.
No tenía mucho que hacer en mi casa; por lo que decidí salir a dar un paseo por la Ciudad, más concretamente a un agradable parque en el que jugaba con mi hermano cuando éramos pequeños.
Después de encontrarme con varios grupos de niños jugando alegremente, me senté en un banco y eché la cabeza hacia atrás. Justo en ese momento, las palabras de Yuuichi reaparecieron entre mis pensamiento: "Ese niño que se apasionaba por las leyendas sigue existiendo". Dejé escapar una leve risa al recordar toda la situación, era complicado que tenía razón en lo que dijo. Sigo igual de entusiasmado por esas leyendas pero igual de confundido que en ese entonces.
—Anda, Tsurugi, ¿Cómo tú por aquí? —Abrí los ojos, encontrándome al instante con Tenma, que de un puntapié elevó el balón con la suficiente altura como para poder atraparlo con las manos en el aire.
—Hola, Tenma. —Lo saludé mientras él se sentaba a mi lado. —Parece que no puedes estar ni un día sin jugar al fútbol ¿Eh? —Lo miré aún con esa diminuta sonrisa.
—La verdad es que no. —Mostró sus dientes, en una sonrisa, a la vez que rascaba su nuca. —Además, yo cuando voy a un parque no es para sentarme en un banco a dormir. —Comenzó a reírse.
—Se estaba muy tranquilo; además, cuando estás dormido no sueles recordar lo que piensas.
—¿Y puedo saber de qué se trataba? —Se acercó más a mí con una notoria curiosidad.
—¿Eh? —En ese momento me debatí entre contárselo todo o esquivar la pregunta. Suspiré pesadamente y le "respondí". —¿Tú crees en el destino? —Miré al cielo como si este tuviera la respuesta a mi pregunta.
—La verdad es que no, me niego a pensar que desde que nacemos ya tengamos una vida predefinida. Cada uno es libre de escoger su propio camino ¿No crees?
—Bueno, puede que sea cierto. —Desvié mi mirada hacia él. —¿Pero ni siquiera piensas que dos personas destinadas a encontrarse, lo harán tarde o temprano?
—Personas destinadas a encontrarse. —Murmuró con un dedo en su mejilla. —Ah, claro, hablas del hilo rojo del destino, ¿verdad? —Asentí antes de escuchar una leve risa. —No pensaba que creyeras en esas cosas.
—Yo tampoco pensaba eso de mí, la verdad; de hecho, no sabría si llamar a eso "creer". — Estiré mis brazos hacia arriba y me levanté del banco.
Él también se levantó y me ofreció ir al campo de la rivera para jugar al fútbol, propuesta que acepté sin pensármelo mucho, pues al haber estado sentado tanto tiempo mi propio cuerpo me pedía moverme
Al llegar, nos encontramos con el campo de fútbol vacío por lo que comenzamos a quitarnos el balón el uno al otro. No voy a negar que se estaba bastante bien, sin nadie molestando ni interrumpiendo el juego, pero sentía una leve sensación de incomodidad, como si alguien nos estuviera observando; o mejor dicho: me estuviera observando.
Llegamos a un punto en el que los dos estábamos muy cansados como para seguir corriendo; por lo tanto, nos pusimos a hacer pases sencillos.
—¿Tsurugi, podría pedirte un consejo? —La voz de Tenma sonó cohibida cuando realizó uno de sus pases.
—No es que sea el mejor consejero. —Recibí el balón y después de hablar se lo devolví. —Aunque puedo intentarlo.
Cuando el castaño interceptó el pase, puso un pie encima del balón y miró al suelo, seguramente indeciso, pero al final habló.
—Me gusta una persona y no sé cómo confesarme. —Soltó con un tenue hilo de voz.
Sentí el impulso de comenzar a reírme, que no reprimí de ninguna manera, ganándome así la mirada de enfado por parte del castaño.
—Lo, lo siento. —Me llevé las manos al abdomen. —No me esperaba que el chico más activo del equipo y que siempre exterioriza tanto sus emociones hablara conmigo. —Me señalé desconcertado. —Creo que tienes una idea un poco confusa sobre mí.
—¡En absoluto! —Se quejó a la vez que se acercaba más a mí. —Ese Tsurugi, que aunque no diga lo que siente constantemente, es una persona en la que se puede confiar y que es capaz de pensar con la mente fría. Por eso mismo había pensado en hablar contigo sobre esto.
Mi mente tardó unos segundos en asimilar el alago. Volví a comportarme de forma más calmada y después de agradecer sus palabras retomé la conversación, solo que esta vez ignoramos por completo el balón de fútbol.
—¿Y de quién se trata? —Lo miré de reojo con una sonrisa ladina, por una vez me servirían los conocimientos heredados de mi hermano. —¿Compañera? ¿Compañero? ¿Sasuke?
—¿Eh! —Sus ojos estaban completamente abiertos por la sorpresa. —Compañera. —Respondió tartamudeando.
—Adivino ¿Skie? —Dije convencido, no había muchas personas tan cercanas a Tenma como ella.
—Sí. —Sus mejillas tomaron un color rojizo bastante fácil de distinguir a la vez que en sus labios se formaba una diminuta sonrisa.
—Podrá parecerte una idiotez pero podrías probar a decírselo en algún momento en el que estés a solas con ella. —Sugerí de forma clara.
Si antes el castaño no estaba lo suficientemente sonrojado, ahora ya no había forma de cuestionarlo.
—Bueno. —Desvió su mirada. —Supongo que podría ser una opción.
Una llamada telefónica cortó de repente nuestra conversación. Tenma tomó su móvil y respondió tras excusarse.
—Hola, Kirino... ¿Mañana por la tarde?... ¡Pues claro, contad conmigo! ... Por supuesto, yo avisaré al resto de los de primero. —Colgó el teléfono y lo guardó en su bolsillo.
Levanté una ceja preguntando indirectamente sobre qué había hablado con el chico de segundo curso.
—Aprovechando que dentro de poco comienza el verano, Shindou va a hacer una fiesta en la piscina de su casa y todos los del equipo estamos invitados ¿Tú qué dices?
—La verdad es que prefiero no ir, desde ayer no me siento muy animado y menos para ir a una fiesta. —Noté cómo su mirada se entristeció levemente. —Así tienes menos distracciones y puedes centrarte más en quién tú ya sabes. —Conseguí hacerle reír y alegrar el ambiente.
Podré parecer un exagerad pero las dudas que mi hermano revivió me habían ocupado gran parte de mis pensamientos, seguro que si iba a esa reunión estaría toda la tarde distraído y no disfrutaría de la fiesta.
—Entonces, nos veremos mañana en las clases. —El castaño se despidió de mí agitando su mano en el aire. —Hasta mañana, Tsurugi.
Yo respondí levantando mi cabeza y me dispuse a ir a mi casa, para descansar de la larga mañana que había pasado. Sin embargo, aún me sentía intranquilo, pues tenía la sensación de que alguien me miraba.
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💜 El final de mi hilo. {1ª Historia}
Fanfic¿Alguna vez has escuchado la leyenda del hilo rojo? Tsurugi kyousuke sí que la escuchó de pequeño. Tan maravillado estaba con ella que aún hoy, con quince años, la recuerda. En su imaginativa mente recrea mil y una veces el momento en el que la pers...