Narra Ada
Desperté al lado de mi hermana dentro de un coche desconocido. No sabía que estaba haciendo allí, pues no recordaba haber subido. Miré a mi alrededor. Kylie estaba sentada en el asiento de mi izquierda mirando por la ventana y Zac, que estaba dormido como un bebé, estaba a mi derecha rodeándome la cintura con su brazo. Al volante estaba un hombre que me era familiar, pero en ese momento no logré recordar porque. Fue cuando dirigí mi mirada a Lucy que sostenía el libro de cuentos en su regazo que recordé el motivo por el que estaba dentro de esa furgoneta.
- Al fin despiertas- habló Mireia-. Ya estábamos preocupados por si Kylie te había matado.
- ¿Dónde vamos?- dije ignorando a mi amiga.
No hizo falta que nadie me respondiera: un cartel habló por todos. Estábamos llegando a Storybrooke.
- Para ahora mismo el coche- chillé despertando a Zac-. ¡Quiero bajar de aquí!
- Lo siento Ada- dijo Henry con la mirada fija en la carretera-, ya no podemos echarnos atrás.
Entonces sentí como si estuviera atravesando una burbuja. Una sensación que recorrió mi cuerpo de arriba abajo provocando un escalofrío. Miré a mi hermana para comprobar que no era la única con una mueca en el rostro.
- Acabamos de atravesar la línea de la ciudad- explicó Henry al ver nuestras caras-. Si hemos podido cruzar significa que podréis devolver los finales felices a todos los habitantes de Storybrooke.
- ¿Qué quieres decir?- preguntó Kylie con curiosidad.
- Vuestra madre había conjurado un maleficio para que nadie pudiera entrar ni salir de la ciudad- nos contó Lucy-, aunque mi padre es una excepción, al igual que vosotras. Si hemos podido entrar significa que vosotras sois las salvadoras y podéis salvar a Storybrooke y a vuestra madre del maleficio.
Nos quedamos asombradas de todo lo que sabía y lo madura que parecía aquella niña de 9 años.
- Ya hemos llegado- nos informó Henry mientras aparcaba enfrente de un bar.
Nos bajamos del coche. Kylie no paraba de sonreír, estaba admirando cada rincón de esas calles que parecían fascinarle tanto. Me paré a mirar que tan especial eran esos edificios para captar tanto la atención de mi hermana.
Todas las casas que nos rodeaban parecían normales a simple vista. Momentos más tarde me di cuenta que cada una tenía algo especial que la hacia única como cada uno de los habitantes de esa ciudad. Una tenía un jardín con un gran manzano, otra era una mansión con forma de castillo, otros de más sencillos parecían barracones, algunas eran pisos que aparentaban normalidad ocultando sus historias entre las paredes.
No había nada igual allí. Las calles no seguían nigún orden y a la vez parecían colocadas en sintonía. Había bastantes tiendas para ser un pueblo tan pequeño y ninguna se dedicaba al mismo oficio. Una zapatería, una heladería, una carpintería, una tienda de antigüedades...
Se podía observar el mar desde allí y si prestabas toda tu atención podías distinguir un barco pirata imponente surcando las aguas. Y sin dejarnos la enorme torre del reloj que se alzaba en medio de la ciudad. Me di cuenta que las manecillas del reloj no se movían y no marcaban bien la hora.
Debo admitir que la ciudad me impresionó mucho más de lo que me había imaginado. Toda ella estaba llena de magia y su efecto que causó en mí fue indescriptible. No sé cuando tiempo estuve contemplando la ciudad, pero creo que bastante ya que mis amigos me llamaban desde el otro lado de la calle y yo seguía al lado de la furgoneta.
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No Pierdas La Esperanza
FanfictionUn meses después de la pedida de mano de Garfio a Emma, tuvieron a dos preciosas gemelas pero el destino se las arrebató. Estas dos niñas fueron arrebatadas de los brazos de sus padres para ser enviadas a otra realidad y a una familia distinta...