Abre tus ojos a la oscuridad

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   Una vez más fui empujada entre la gente gracias a la hora pico. Sostuve con fuerza las tiras de mi mochila mientras me hacía paso entre la avalancha de personas a mi alrededor, odiaba vivir en una ciudad tan poblada. Cada día me sentía más pequeña en este lugar.

  Me tomó horas llegar al apartamento en donde vivo con mi madre, espacio que jamás llamaré hogar porque para eso se necesita convivir con más de un familiar y se supone que existe una especie de cariño; lo cual, no aplica en  mi caso.

   Tiré las cosas en mi cuarto que llevaba más de tres meses sin una buena limpieza y la ropa, la cual ocultaba por completo mi lámpara y televisor, comenzaba a esparcirse hasta llegar al pasillo. Recalenté mi comida y aproveché para revisar los mensajes que tenía sin leer. Ignoré todos los de mi madre y me concentré en los de mi mejor amiga Jessica quien quería que saliéramos esta noche a un club increíble, según ella , llamado Pandemonium. 

   Tenía días invitándome a ese club pero siempre encontraba una excusa para no ir, salir a fiestas o cosas por ese estilo no me atraen tanto como a ella. Sin embargo, el día de hoy ha sido terrible y me da  flojera seguir inventándole excusas para huir de lo inevitable. Cuando a Jessica realmente le gusta algo es imposible que yo se lo saque de la cabeza hasta que pasa un buen rato. Mejor es bajarle la fiebre yendo con ella al tal Pandemonium. 

   Le mande un mensaje diciéndole que me escaparía de mi casa como a las diez y que la esperaba  en la esquina. Puse a cargar mi celular y dormí toda la tarde, para cuando me levanté mi madre ya había llegado de su turno en el hospital y la cena me esperaba en la cocina. 

   La salude, cené con ella y entré de nuevo a mi cuarto trancando la puerta con seguro. Me tomé las pastillas que me tocaban a esa hora, luego decidí bañarme y como a eso de las nueve, estaba lista. Maté el tiempo el tiempo revisando el twitter de Jason, a las diez sonó la alarma en mi teléfono. Era hora de saltar, agarre mis tacones en una mano y con la otra abrí la ventana. Saque una pierna primero y luego a la otra, cerré los ojos dejándome caer. 

   Después de ponerme los tacones corrí a la esquina donde Jessica me esperaba montada en su Jeep Comander. Fue un regalo de sus padres al cumplir los 16. El estilo de vida de Jessica es algo diferente al mio, para ser sinceros, algunas veces no entiendo por qué somos amigas. El mundo es un lugar curioso después de todo...

-No se qué haces para saltar de un cuarto piso y caer como profesional-dijo revisando su maquillaje en el retrovisor, me acomode en el asiento del copiloto. 

-¿No crees que ese vestido es muy corto Jessica?-pregunté para cambiar el tema 

-Corto el siglo pasado, pero hoy en día mi pequeña e  inocente Ana, este vestido es mas bien largo-dijo mientras arrancaba el carro , me costó tragarme mis comentarios sobre su vestido rojo y otras cosas, es que no sé cómo se pone encima un pequeño triángulo con brillantes y considera que es un vestido. Cierro los ojos e imagino los siglos anteriores al nuestro, los bailes, los trajes y la música clásica, que la sentí tan de cerca que por un momento creí estar presente en esos tiempos. 

Sin embargo una corneta me despertó de mi ensueño. 

-Y cuéntame, ¿sigues siendo la acosadora de Jason?-preguntó entrando con rapidez en la autopista. Eran este tipo de preguntas que me hacían sentir incómoda. Mire al piso buscando distraerme y suspiré antes de dar una corta respuesta.

-Supongo

-¡Tienes que superar a ese idiota!, lo único que sabe hacer es arruinarle la vida a los demás.

   Y es cierto, Jason Bane es arrogante, inteligente hasta el punto de lo irritable y terriblemente guapo. Tiene la habilidad de envolverte en su personalidad y destruir cada parte de tu vida con su veneno personal. Lo correcto sería olvidarme de mi estúpida obsesión con él (la cual ha durado alrededor de 2 años) y gastar mi tiempo y energías en algo más productivo. Lo que ocurre es que la misma historia se repite una y otra vez conmigo, tiendo a seguir una lista sin final de malas decisiones, y esta no es la excepción. 

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