Paraguas rojo

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Bridgette caminaba bajo la lluvia en dirección a su casa, iba sin prisa y mirando las calles que empezaban a inundarse. No podía dejar de pensar que París, su nuevo hogar, era una ciudad hermosa incluso ese sábado lluvioso.

Mentiría si dijera que no estaba nerviosa por todos los cambios que la rodeaban, pero no podía darse el lujo de ser una niña asustadiza, debía ayudar a su familia, no ser un estorbo para ellos. Por eso se esforzaba tanto por sonreír y verse alegre, no necesitaba preocupar a nadie.

Mientras se sumía en sus pensamientos, un sorpresivo viento sopló con fuerza arrebatándole su paraguas gris de entre las manos y llevándolo por los aires lejos de ella.

La chica corrió para alcanzarlo, disculpándose a cada instante con las personas que se llevaba por delante al perseguirlo. Suspiró y se detuvo a tomar aire una vez que el paraguas cayó sobre un charco a unos metros, solo para segundos después ser destruido por un auto a toda velocidad, frente a la mirada atónita de la joven.

Bridgette quiso gritar de la impotencia, se sentía tan inútil y torpe. Estaba empapada hasta los huesos por la carrera bajo la lluvia, sus típicas coletas bajas se habían deshecho mientras corría, del frío que sentía estaba empezando a tiritar y aún estaba lejos de su casa.

Como si fuera poco, otro auto volvió a pasar rápidamente levantando un charco que terminó de salpicarla por completo, esta vez con agua sucia y fría.

No podía sentirse más miserable. Bajó su cabeza intentando que no se notaran las lágrimas que buscaban salir de sus ojos azules, se sentía humillada y estúpida. Sus piernas dejaron de sostenerla y quedó arrodillada en el suelo.

Nunca nada le salía bien, por eso provocaba lástima en los demás y estos la ayudaban, pero como ahora estaba sola aprovechó para dejar de sonreír por un momento. No tenía a quien engañar con una sonrisa falsa.

De repente, sintió como las gotas de agua dejaban de golpearla, levantó la mirada y vio un paraguas rojo protegiéndola de la lluvia.

Llevo la vista al frente y entonces vio a quien sostenía el paraguas para ella: cabello rubio platinado peinado perfectamente, rostro de rasgos finos y un par de enigmáticos ojos grises azulados que la penetraban con una mirada profunda.

El muchacho sostenía un paraguas negro sobre él y a ella la cubría usando uno rojo. Él la miraba con expresión impasible, pero se podía notar cierto brillo cálido en su mirada.

Bridgette no sabía cómo reaccionar, su cuerpo estaba inmóvil y las palabras simplemente no salían de su boca. Se obligó a si misma a ponerse de pie torpemente y temblando, sin dejar de mirar esos ojos grises.

El chico sin decir nada le tendió mejor el mango del paraguas rojo para que lo tomara, sus dedos se rozaron al momento en que lo recibió de sus manos. Tragó hondo y sintió como una corriente recorría todo su cuerpo al momento en que un trueno resonaba de fondo.

Él la miró de arriba abajo como si la inspeccionara, para después ofrecerle un pequeño pañuelo con el que limpiarse y secar un poco al menos el rostro. Ella lo recibió aún incapaz de hablar, entonces escuchó las palabras de ese misterioso chico que se grabaron a fuego en su mente: "Si vas a sonreír hazlo por ti con una sonrisa verdadera, y si vas a llorar hazlo de pie."

Él se fue sin volver a mirarla después de decir eso, dejando el paraguas rojo en sus manos y su corazón latiendo desbocadamente en su pecho.

Bridgette sintió su rostro arder, las piernas temblar, un cosquilleo surgir en el estomago y una extraña calidez recorrerle desde su pecho hacia todo su cuerpo. No entendía el porqué, pero ese chico de enigmáticos ojos la había hecho sentir tan especial y protegida, en cuestión de segundos pudo voltear el como se sentía en ese momento.

Era como si esos ojos, que le recordaban a un paisaje de invierno, pudiesen ver a través de ella.

Nunca había sentido nada así.

Una sonrisa boba se formó en su rostro, tomó bien el nuevo paraguas rojo y comenzó a caminar sonrojada hacia su casa, decidida a dejar de mentirse a sí misma pero sin dejar de mostrarse alegre con los demás.

No sabía si volvería a ver su misterioso caballero, pero en ese momento se hizo la promesa silenciosa de no olvidarlo nunca. Y si algún día el destino quisiera volverlos a juntar, ella gustosa y agradecida, esperaba poder hacerle sentir la misma calidez y felicidad que él le había producido.

Mientras la joven se iba, un ancianito de camisa hawaiana y rasgos orientales acariciaba su barba sonriendo complacido junto al pequeño puesto callejero de paraguas rojos, satisfecho de encontrar dos posibles candidatos para portadores.

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N/A:

Taran!! Espero que les haya gustado mi primer intento de romance!!!

No es la gran cosa, pero espero que disfrutes este pequeño regalo de cumpleaños, Alex...

Que la pases muy bien!!!

PD: Gracias a GabrielaRueda13 y @JuuMLB por sus consejos y ayuda para hacer este pequeño regalo!!!

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PD: Gracias a GabrielaRueda13 y @JuuMLB por sus consejos y ayuda para hacer este pequeño regalo!!!

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Son como mis pequeñas Kwamis amigas!!! Gracias de verdad!!!

PD de PD: sentiré que estoy haciendo plagio si no aclaro que me inspiré en este cómic para hacer esto....

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