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El viento azotaba mi pelo con fuerza, enredandolo en mi rostro.

–¡Joder! —me quejé, y volví a introducir un auricular que se había salido de mi oido—

No me encontraba de buen humor.

Me dirigía a la parada del autobús, en dirección a la nueva casa de mi padre. La sentencia de divorcio me adjudicaba, (o más bien me obligaba) a pasar un fin de semana cada dos semanas en casa de mi padre y su nueva futura mujer. Desventajas de ser menor, te obligan a hacer cosas que no quieres.

Mis padres se divorciaron cuando ella descubrió por unos mensajes que él le era infiel con una tal Sara. Lo típico, él “trabajaba” más de la cuenta, y al final resultó que se “trabajaba” a otra.

El viento azotó fuertemente mi pelo, ésta vez cubriendo mi cara y haciendome perder el equilibrio, tropezando contra alguien.

–¡Ve con cuidado, joder! —gritó el desconocido—

Levanté mi vista y había un chico alto, de tez morena, labios carnosos y piel tatuada. No pude evitar sonrojarme, era bastante guapo.

–¿Estás bien, mami? —me dio la mano, ayudandome a levantarme—

Sus ojos oscuros y brillantes se clavaron en los míos.

–Sí, sí. —me sacudí la ropa— Gracias. —dije tartamudeando—

Me levanté y agarré la maleta. Seguí caminando, dejando al chico atrás y tratando de olvidar ese vergonzoso momento.

El desconocido corrió hacia mi lado, comenzando a caminar a la par que yo.

–Yo me llamo Kaydy. —dijo como si nada, ofreciendome su mano—

Le miré y dudosa, se la dí.

–Hmm, Daniela. —mentí— Tengo prisa.

Di unos cuantos pasos rápidos y llegué a la parada.

–¿Vas a coger el autobús? —dijo y se sentó a mi lado—

Me estaba empezando a sentir incómoda.

–S-sí.. —dije nerviosa— Por algo vine.. A la parada. —tragué saliva—

–Yo también. —rió ligeramente y sacó un paquete de cigarros de su bolsillo—

Sacó uno y lo encendió.

Fruncí el ceño al percibir ese desagradable olor. Saqué mi móvil y respondí algunos mensajes, mientras notaba la mirada del chico clavada en mí. Le miré y sonrió.

–¿Y a donde vas? —preguntó—

–Oh, ehmm.. a casa de mi padre.

Asintió y dió una calada a su cigarro.

Me levanté y me alejé un poco fingiendo una llamada, ese chico me empezaba a poner nerviosa.

–Shht, mami. —chasqueó los dedos llamando mi atención— Viene el bus.

Asentí y guardé mi teléfono en el bolsillo del pantalón, mientras sacaba el bono de transporte. Cuando las puertas del autobús abrieron, hice el ademán de agarrar mi maleta pero enseguida el chico la cargó.

–Deja, mami. Yo te ayudo. —pasó al autobús, con mi maleta en mano—

Entré y me fijé en donde se sentó él, en los asientos del final. Me hizo una seña con la mano y me senté junto a él.

–Gracias. —dije recta, agarrando mi maleta—

Me guiñó un ojo y sonrió.

...

El trayecto en autobús fue sin duda el momento más incómodo de mi vida. Kaydy no paraba de intentar hablarme, y yo trataba de ignorarle. Desde pequeña me enseñaron que no hay que hablar con desconocidos.

Al fin llegué a mi destino, me bajé rápido sin decir nada y rápidamente llegué a casa de mi padre. Llamé un par de veces al timbre y me abrió la puerta un chico sin camiseta.

–Tú debes ser Zoey, ¿no? —dijo después de mirarme un par de veces de arriba a abajo—

–Sí. ¿Y tú eres?

-Marko, el chico más hermoso que vas a ver nunca. —me guiñó un ojo—

-¿Está Dave? —dije nerviosa, cambiando de tema—

–¡Daaaaave! —gritó— ¡Está aquí Zoey!

Enseguida mi padre se acercó, acomodándose la corbata.

–Hola, cariño. -me abrazó- Que guapa y grande estás.

–No he crecido desde la última vez que nos vimos.

–Pasa, que Marko te ayude a subir tu maleta y tus cosas. Tu habitación es la tercera, arriba a la derecha. Ahora te presento a Sara. —dijo ignorando mis palabras—

Uy sí, me muero por conocer a la zorra que ha roto mi familia.

Para qué mentir, mi padre nunca me prestó demasiada atención. Y quizá mi madre tampoco fue la mejor esposa con él, creo.

No se, no entiendo de cosas de pareja.

Su novia salió de la cocina con un paso firme y rígido. Vaya petarda.

–Supongo que eres Zaira. —me dió dos fugaces besos en las mejillas—

–Zoe. —le corregí—

–Oh sí, perdona tesoro. —fingió una sonrisa—

Vaya payasa.

–Bueno Marko, ayuda a Zoey a instalarse en su habitación, no tardéis que la comida pronto está lista.

Marko asintió y me dirigió a mi habitación, era preciosa. Tenía una cama de matrimonio, un armario enorme y baño propio. Nunca en la vida aspiré a algo así.

–Pues bueno, ésta es tu habitación. —dijo y colocó la maleta en la cama— Ve sacando las cosas mientras hago una llamada y ahora te ayudo.

Asentí y hice lo que me dijo.

...

Marko me ayudó a guardar mis cosas, mientras me preguntaba por mi vida y me hablaba de la suya. Ahora estabamos sentados en la cama, hablando. Marko me transmitía confianza.

–Aparentas más de 17 años. —rió— Yo tengo 24—

Asentí y reí.

–Todo el mundo me lo dice. —me encogí de hombros—

–¿Has estado alguna vez en una fiesta? —dijo de repente—

Extrañada negué con la cabeza.

–Juramelo. —dijo incrédulo—

–Te lo juro.. —dije casi en tono interrogante—

–Qué raro —se quedó callado unos segundos— Mira, mañana es el cumpleaños de un amigo y vamos a celebrarlo en un reservado de una de las mejores discotecas de la ciudad. ¿Por qué no te vienes?

–¿Yo? No pinto nada en el cumpleaños de un amigo tuyo.. Además de que no me gusta ese ambiente, no me dejarían ir. Soy menor.

–No tienen por qué enterarse.. Además, si no has estado en ninguna fiesta, ¿como sabes que no te gustan? —alzó una ceja—

–Pues.. —me encogí de hombros— Mi madre dice que son malas. Y simplemente no me gusta lo que se hace en ellas, fin.

–Bueno. —Marko suspiró y se levantó— Si cambias de idea, avísame.

——————————

¡Hola a tod@s! Lamento tantísimo la espera, amaba escribir esta novela, pero la vida es una montaña rusa y a veces acabas en lo más bajo.

Nunca es fácil, pero no hay que rendirse 😊

Se retoma la novela 💪🏻

{editado, 1/12/19}

Sugar Daddy ➳ Kaydy CainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora