Mis despertares jamás habían llegado a ser dulces, ni agradables, ni en un día tan bonito como lo era aquel creía despertar de buena manera. Lo único que sentí fue una libreta estamparse con mi cabeza e inmediatamente abrí los ojos con somnolencia, notando al profesor que me miraba de manera intimidante.
—Otra vez durmiendo en mi clase, se está ganando un castigo, jovencito —Su mirada se hizo más intensa al percatarse de que su amenaza me la pasaba por el arco del triunfo—. ¡Ahora termine de despertar! Su compañero William dará una platica religiosa.
Haciendo caso, y de mala gana, me reincorpore, limpiando un poco de saliva que había salido de mi boca mientras dormía.
Joder, no es que me molestaran ese tipo de platicas, pero esta era una escuela normal, no religiosa. Siendo sincero, además me aburría, y el chico que las daba no me caía exactamente bien.
Siempre me veía como una rata, una abominación sólo por ser gay, odiaba que las personas me vieran como un fenómeno por mis gustos. Normalmente cada uno se mantenía a la raya, él no se metía conmigo, yo no me metía con él.
Pero todo fue diferente el día de la fiesta, ambos tiramos las lineas que nos mantenían el limite, por la ventana, cediendo al deseo y en dado caso para él, el pecado. Posiblemente ustedes me dirán enfermo por haber aprovechado el que William estuviese ebrio. Pero si hubiesen visto sus ojos aquella noche, oh por dios, juro que no me gustarían en lo más mínimo.
Sus ojos para mí siempre fueron comunes sin nada en especial, a pesar de cargar un color tan bello en ellos, eran de un azul tan claro que sentías que al mirarlos, podías sumergirte en esas orbes. Pero esa vez, sus ojos tenían un brillo especial, uno que lo hacía destacar, no podría describirles lo que vi en ellos, pero sentía que con sólo una mirada él me llamaba para poder traspasar la final linea que nos separaba.
Pero antes de relatarles como follamos, les contare el como terminamos en esa situación tan intima.
El viernes se acercaba y con él una gran fiesta preparada por un chico del cual no diré nombre porque siendo sincero no tengo ni idea de cuál es, el punto era que todo el mundo estaba jodiendo con el tema, pues se decía que habría mucho alcohol y hasta drogas en la fiesta. Aún me sigo preguntando cómo fue posible que dejaran a William ir, sus padres además de religiosos le tenían muchos limites, por lo cual hasta ahora se me sigue haciendo raro aquello.
Mis amigos, como mucha gente estaban entusiasmado por aquella fiesta, esperando que ya fuera viernes por la noche para ir a emborracharse, me gustaría decir que yo no era tan desastroso como ellos, pero por algo nos habíamos hecho amigos, y al igual que todos, yo también estaba entusiasmado, pues ¿a quién no le gusta ir a las fiestas? Más si hay alcohol y botanas gratis.
Cuando llego el día de la fiesta ya todos estaban listos para ir, y como unos adolescentes cool llegamos muy impuntuales, cabe decir que cuando llegamos ya se estaban acabando todo y la mayoría de las personas ya estaban por lo mucho ebrias.
—Iré por unas cervezas —avisó uno de mis amigos, perdiéndose entre el escandalo y el mar de gente que allí se encontraba.
—Cuánto a que ha visto una chica guapa y fue para ligar —soltó con sorna mi otro camarada, en respuesta sólo reí—. Y hablando de chicas guapas, yo he encontrado otra, nos vemos.
—¡Recuerda usar condón! —Me mofe mientras le veía alejarse de mí y en cuestión acercarse a una pelirroja que se encontraba sentada en el sofá.
Poniéndole atención a mi alrededor no había nada bueno que hacer para entretenerme, habitualmente en las fiestas solía buscar chicos con los cuales poder pasar la noche, pero ni uno particularmente atrapaba mi atención allí, o así era hasta que buscando entre la gente me encontré con un cabello rubio bastante conocido.
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En contra de la religión.
RomanceWilliam siempre fue un chico religioso y sobre todo correcto, pero lastimosamente fue educado con mucha palabrería ignorante, principalmente dañando a las personas LGBT, por ende terminó temiéndoles de una manera exagerada, les temía de la misma man...