Capítulo 5

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Ya había pasado un poco menos de una semana, William y yo, desde aquel día no nos dirigimos palabra alguna, ni siquiera una mirada, por fugaz que fuese. Simplemente habíamos vuelto al inicio, él ignorando mi existencia, y por supuesto yo la suya.

-Oh, ¿has peleado con tu novio? -bromeó Max al notar que no quitaba mi vista del rubio, como siempre, riendo él solo de lo dicho, como si fuese el mejor chiste que sus oídos hubiese escuchado. Sonreí leve, atizándole un zape.

-¿Novio? ¿Andrew tiene novio? -Se nos unió a la conversación Kay, quien llegaba recién a sentarse a un lado nuestro mientras nos miraba a ambos entre expectante y curioso. Max rió nervioso y negó.

-Es joda, por lo del rumor con Anderson -explicó aclarando su garganta, intentando no sonar sospechoso. Kay suspiró al oír su respuesta, parecía extrañamente aliviado- ¿Vamos al centro comercial saliendo?

-Contigo no vamos ni a la esquina, siempre nos metes en problemas, Max -negó de manera inmediata el castaño, casi despreocupado, sin usar ni un poco de tacto.

-Oh, vamos, querido, no me eches toda la culpa a mí, que el hecho de meternos en problemas también es gracias a ti.

Suspire, dejando caer mi cabeza en la mesa de la banca, sabiendo anticipadamente lo que se vendría. Ignorarles no estaba de más cuando se ponían en ese plan.
Simple no me convenía meterme entre la posible tercera guerra mundial.

Sin detenerme a siquiera pensarlo, mi vista fue directo al lugar de William, notando que éste me veía de vuelta. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, desvío su mirada de manera inmediata, intentando fingir que ahí no había pasado nada.

Giré mi vista nuevamente hacia mis amigos, notando que sucedía justo lo que imaginaba. Ambos estaban apunto de agarrarse a golpes allí mismo.

-Andrew, ¿verdad que él es el problemático? -inquirió Kay apuntando a Max con el dedo, pidiéndome con la mirada que afirmara.

-No te quieras tirar flores, y a mí tirarme mierda -Se cruzó de brazos indignado-. Tú eres el que nos mete en problemas la mayoría de veces.

-Ambos son iguales, ya cierren la maldita boca.

-Que grosero eres, Andrew -Abrió la boca indignado, Max-. Todo por eso Kay será mi único mejor amigo desde ahora -Me sacó la lengua de manera infantil mientras se abalanzaba sobre el mencionado, abrazándolo por el cuello y atrayendo su rostro hasta el suyo, hasta pegar ambas mejillas.

-Sí, y ahora él será mi nuevo marido, así que con permiso -Correspondió al abrazo Kay comenzando a dirigirse a la ventana que daba al patio con un caminar extraño, mientras Max aún seguía aferrado a su cuello, ambos intentando fingir estar enojados.

-Estos bipolares...

El timbre sonó, dando por finalizado otro pesado día de estudios. Varios que ya estaba preparados, salieron corriendo tan sólo lo oyeron resonar. Y mis amigo por el contrario por fin se acercaron a mí, sin prisa alguna, soltándose y quedando demasiado lejos el uno del otro.

Mi mirada era inquisitoria, y también divertida. Estaba curioso por saber con que estupidez me saldrían esos dos.

-Nos acabamos de divorciar. Me dijo que estaba muy gordo -explicó Kay tomando su estomago con una mano y fingiendo tristeza mientras con la otra secaba una lágrima falsa.

-No eres tú, soy yo -dramatizo el otro, llevando una mano a su pecho.

-Bueno, ya, ¿nos vamos juntos?

-Quisiera, pero necesito llegar temprano hoy a casa, mi madre saldrá y quiere que cuide a Marco y Lily -expliqué vagamente.

-Pero esa diablilla de Lily si se sabe cuidar sola. Es más, hasta el otro día le tiro huevos al carro de mi vecino -comentó Kay, dejándose caer en mi asiento.

En contra de la religión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora