Capítulo 3: Silent Night.

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Apenas se ponía el sol y ya se podía ver una tímida estrella en el nublado firmamento

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Apenas se ponía el sol y ya se podía ver una tímida estrella en el nublado firmamento."Va a nevar" pensé, y como si de una profecía se tratase, pocos minutos después ya estaban cayendo los primeros copos. Mis pequeñas manitas estaban rojas, paralizadas por el frío, pero no podía parar, solo unos leños más y podría volver a casa sin llevarme un rapapolvo.

Arreciaba el viento, y mi gorra salió volando ante mis ojos que se cubrieron con mi espesa y larga mata de pelo. Con los brazos cargados de leños perseguía la puñetera gorra que parecía no aterrizar nunca, hasta que, después de varias vueltas cayó al suelo. En esa misma dirección las nubes grises se tornaban negras, un espeso humo teñido de brillos carmesí se alzaba hasta el cielo, y boquiabierta contuve la respiración. Era la dirección de la casa, algo terríble estaba ocurriendo. Solté los leños de un golpe y salí corriendo desesperada en esa dirección.

Llevaba escasos 5 minutos corriendo cuando tras una colina, envuelta en llamas ví mi hogar, en el suelo que comenzaba a estar impregnado de nieve, los cuerpos de mis padres y mi hermana tendidos empapados en sangre. Nadie se movía. Entonces, dos hombres vestidos de negro salían de la casa, sin prisa ni quemaduras, hablando tranquilamente. Estaba totalmente cabreada; miedo, dolor y rabia, todo junto se mezclaba en un llanto silencioso, y un grito se iba atragantando en mi garganta cuando dos manos enguantadas me la taparon estrepitosamente.

Sin poder ver de quien se trataba me arrastraron de aquella escena, muy rapido, tan rapido, que pensaba que volaba, atenazada por dos brazos de marmol. Solo ví en sus guantes el dibujo de un sol con forma de espiral, enmarcado en un pentagrama de espadas...

Me desperté de un salto en medio de esa febril visión, estaba totalmente agitado, respirando entrecortadamente, y no suelo respirar normalmente... Todavía conmocionado por la situación, me senté en la cama y reflexionando tomé conciencia de la situación.

Era un sueño, una visión producida probablemente por la sangre de Serna. Estaba sudando, cansado, como si eso me acabase de pasar a mí, esos deberían ser recuerdos muy traumáticos para ella.

Cogí una botella con agua que tenía cerca de las macetas de la ventana, y mientras me derramaba su contenido por la cabeza y el cuello contemplaba la visión nocturna de la ciudad.

Serían ya pasadas las 12, esto era otra cosa inusual, siempre me despertaba normalmente al atardecer.

Estas sensaciones mortales, casi olvidadas, habían calentado mi cuerpo como hacía siglos que no me pasaba, y casi le agradecí a Serna ese regalo. Casi.

Con una toalla me sequé el agua, y centrándome, tomé una gran bocanada de aire, y sólo, mi cuerpo se movió en una acompasada coreografía de puñetazos, y patadas, golpes precisos y catas desconocidas que brotaban naturalmente como si fueran propias. Otro regalito de Serna, "tengo que entrenarlo para que no desaparezca junto con los efectos de su sangre", pensé.

Tras una reparadora ducha calentita, me senté en la mesa del salón, y con papel y bolígrafo dibujé el símbolo que ví en el sueño. Lo miré desde varios ángulos y perspectivas, pero nada, no lo recordaba, ni siquiera nada parecido.

Los Secretos del Agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora