Capítulo 4: Rainy Days.

10 2 1
                                    

Desde que llegué a Barcelona no había parado de llover, incluso cuando parecía que iba a mejorar el tiempo, terminaba lloviendo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desde que llegué a Barcelona no había parado de llover, incluso cuando parecía que iba a mejorar el tiempo, terminaba lloviendo. Y aunque la lluvia siempre me ha gustado, empecé a sentir claustrofobia de tanto estar encerrada dentro de la urbanización.

Habían pasado sólo cinco días, menos de una semana, pero mi vida había dado un giro radical de 180 grados. Aunque el viaje se me hizo largo, todo el trayecto en coche desde Granada, no tenía ni idea de lo que me esperaba. Me quedé a vivir con mi abuela en su flamante duplex en una urbanización de lujo; piscina, sauna, gimnasio, hasta seguratas...

Lo más sorprendente fue la explicación que me dio mi abuela de lo que estaba pasando, del porqué tuve que venirme tan lejos a vivir con ella.

Cuando llegamos al piso y deshice las maletas, entre ellas encontré el regalo que me trajo el día de mi cumpleaños. Un paquete rectangular envuelto en papel reciclado atado con un cordel rojo, al estilo que me tenía acostumbrada, siempre me regalaba libros en francés de cuentos y poesía antiguos. De los cuales me había leído como mucho las diez primeras páginas, pero que ella siempre insistía que leyese porque era importante que practicase mi francés.

Como era de esperarse era un libro, se titulaba "Los Secretos del Agua", para mi sorpresa estaba en español. Era un libro antiguo, con portada dura color añil y rotulado en plata. Estaba bastante desgastado, pero por dentro se notaba que había sido bien cuidado. Pasando las páginas podía ver anotaciones en los márgenes, algunos textos en latín y francés, incluso ilustraciones realizadas en grabado sobre plantas, otros eran como clases de baile, otros eran animales mitológicos, incluso alguna espada. El libro me tenía más que fascinada, busqué la fecha de la edición y me sorprendí al ver que databa de 1897. Tenía entre mis manos una reliquia de más de un siglo de antigüedad, y no me podía creer que mi abuela me hubiese regalado algo tan valioso.

Absorta como me encontraba inspeccionando el libro, no me percaté de la presencia de mi abuela que había entrado en mi habitación.

- ¿Ya has instalado tus cosas, Soffie?

- En ello estoy, abuela. - dije cerrando el libro sobre mi regazo.- Gracias por el libro, pero me parece que es demasiado...

- ¿Te gusta? - me preguntó interrumpiéndome con una sonrisa afable. - Ese libro era de tu tía Danielle... y ahora es tuyo.

- Pero, abuela... - repuse entre sorprendida y desconcertada, ya que mi tía Danielle murió a la edad de 22 años, justo después de que yo naciera, y desde entonces nunca se ha hablado de ella abiertamente debido al profundo dolor que le suponía recordarla.

- Acéptalo, ella querría que lo tuvieras, además es una reliquia de familia que, de aquí en adelante, te será de mucha ayuda. - Aseguró al tiempo que recogía el libro y lo depositaba en la mesa. - Acompañame abajo, que quiero contarte algo, y te prepararé un té de moras de los que tanto te gustan.


Con esa escueta explicación, en un expectante silencio acompañé a mi abuela a la cocina, totalmente intrigada. En el mismo silencio preparó los tés de ambas, y nos sentamos alrededor de la mesa estilo rústico a juego con la decoración en general de la casa, sobria pero tradicional. Esperaba que me contase el oscuro secreto que días antes me había introducido mi padre, o algo relacionado con la muerte de mi tía o... O que simplemente me contase algún tostón sobre ecología. Pero desde luego nunca en mi vida me esperaría aquello, incluso pensándolo más tarde, todo parecía sacado de un sueño, o como un fragmento de una película de los 80.

Los Secretos del Agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora