Kei decidió alejarse con Hitoka, buscando un sitio donde nadie los viera. Optó por llevarla hasta el patio y subir la montaña cercana. Cuando llegaron a la cima, soltó la mano de la rubia. Hitoka puso ambas manos sobre sus rodillas mientras respiraba con dificultad; no estaba acostumbrada a correr.
—Lo siento —dijo Kei.
—Descuida —respondió ella, sentándose en el suelo.
Kei, al verla sentada, decidió imitar su acción.
—Dime, Tsukishima-kun —Kei volteó a mirarla—, ¿por qué me trajiste hasta aquí?
—No sé —respondió Kei con indiferencia.
"¿Me hizo correr todo eso por nada?", pensó la rubia, visiblemente molesta.
—Solo quería estar contigo —confesó el rubio, desviando la mirada. Sentía cómo sus mejillas se calentaban. Mientras tanto, Hitoka se sonrojaba intensamente; no esperaba esa respuesta. Se sentía feliz de que Kei quisiera estar con ella, y entonces se dio cuenta de algo.
—¿Por qué? —le preguntó confundida.
—Yo tampoco sé.
—Oh —articuló Hitoka.
Kei levantó la vista hacia el cielo y sonrió para sí mismo.
—Creo que ya sé por qué —dijo Kei, acomodándose junto a la rubia—. Mira —le dijo señalando el cielo.
—¡Woah! —exclamó Hitoka al ver el cielo estrellado—. ¡Qué lindo!
—Siempre vengo aquí mientras todos practican. Me gusta —susurró Kei, pero Hitoka no lo escuchó; estaba maravillada viendo el cielo.
Kei la miró de reojo. Ella tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras veía el cielo. Kei se puso a admirar la belleza de Hitoka. Observó su corta melena rubia y pensó, "Se ve tan suave, quiero tocarla". Vio el clip colorido en forma de estrella en el lado izquierdo de su cabeza.
—¿Te gustan las estrellas? —le preguntó Kei, desviando la mirada.
—¿Ah? —Hitoka volteó a verlo, y Kei la miró de reojo—. Me parecen lindas —respondió ella, jugando con su cabello.
—No sé por qué admiras tanto el cielo —le dijo Kei, algo irritado. Sabía que el cielo estaba bonito, pero no para exagerar como lo hacía ella.
—¡El cielo es asombroso! No importa cuántas veces lo mires, nunca es el mismo dos veces. Este cielo de ahora solo existe en este instante.
Kei no pudo evitar sonreír al escucharla. La miró con una sonrisa. "¿Por qué sonrío?", pensó Kei. No podía dejar de admirarla: lo tierna que se veía jugando con su cabello, cómo sus ojos marrones brillaban al admirar el cielo. Todo en ella le resultaba tierno al rubio. No podía dejar de mirarla.
—Dime, Tsukishima-kun, ¿cuáles son los límites? —preguntó Hitoka, sorprendiendo al rubio.
—Ammm —dijo Kei, pensando—. ¿El cielo?
—Ese es uno —le dijo Hitoka, volteándolo a ver con una sonrisa. Él la observó, confundido—. Los límites son tres; el cielo es uno de ellos.
—¿Y los otros dos?
—Te tocará adivinar —dijo ella, divertida.
—¿¡Ah!? —dijo molesto, viendo cómo Hitoka se paraba del suelo y empezaba a correr cuesta abajo. Kei se paró rápidamente y corrió detrás de ella.
—¡Ah! —gritó Hitoka cuando Kei la alcanzó.
—¿Cuáles son los otros dos? —le preguntó, molesto.
—Adivina.
—Dímelo —dijo acercándose a ella, como en el primer encuentro que tuvieron cuando a Kei se le perdieron sus lentes y Hitoka se los puso.
—¡No! —dijo ella, cerrando los ojos y volteando la cabeza.
—¡Yachi-san! —Kei se molestaba cada vez más.
—¡No! —repitió ella.
—Tch —chasqueó la lengua Kei, soltando a la rubia.
—¿Tsukishima-kun? —dijo Hitoka, confundida, al ver cómo se alejaba el rubio.
—Me rindo —dijo Kei sin ánimos, sin voltear a verla.
Hitoka bajó la mirada, algo decepcionada, asintiendo para sí misma. Le hubiera gustado que el rubio se esforzara en adivinar cuáles eran los otros dos límites, pero a pesar de que Kei dijo que se rendía, no podía dejar de pensar en cuáles podrían ser esos otros dos límites. Odiaba lo que la pequeña rubia le provocaba, pero al mismo tiempo, le gustaba. "¿Qué me estás haciendo, Hitoka?" pensó Kei con un leve sonrojo, que pudo ocultar gracias a la oscuridad de la noche.
Kei se quedó en silencio, observando el horizonte. La brisa fresca de la noche les envolvía, y el sonido lejano de la actividad en el gimnasio se desvanecía en la distancia. Hitoka, aún confundida, decidió sentarse nuevamente a su lado. No sabía qué decir ni cómo actuar, pero sentía que estar junto a Kei en ese momento era lo correcto.
—Oye, Yachi-san —dijo Kei de repente, rompiendo el silencio.
—¿Sí? —respondió ella, girando la cabeza para mirarlo.
—¿Alguna vez te has sentido... atrapada? Como si estuvieras limitada por algo invisible.
Hitoka lo miró, sorprendida por la pregunta. Kei raramente hablaba de sus sentimientos o pensamientos profundos.
—Sí, a veces —respondió ella suavemente—. Pero creo que todos nos sentimos así en algún momento.
Kei asintió, reflexionando sobre sus palabras.
—Siempre he pensado que los límites son algo que nos imponemos nosotros mismos. Pero últimamente, no estoy seguro de qué es lo que realmente me detiene.
—Tal vez —sugirió Hitoka—, es miedo a lo desconocido. A veces, dar un paso hacia lo desconocido puede ser aterrador, pero también puede ser liberador.
Kei la miró, admirando la sabiduría en sus palabras. Nunca había considerado a Hitoka como alguien que pudiera ofrecerle una perspectiva tan profunda.
—Tienes razón —dijo finalmente—. Tal vez deba dejar de pensar tanto en los límites y solo... avanzar.
Hitoka sonrió y asintió.
—Exactamente. A veces, solo necesitamos dar un salto de fe.
Kei se sintió aliviado por primera vez en mucho tiempo. La conversación con Hitoka había sido más esclarecedora de lo que esperaba.
—Gracias, Yachi-san.
—No hay de qué, Tsukishima-kun.
El silencio cómodo se instaló entre ellos una vez más, pero esta vez, estaba lleno de entendimiento y mutuo respeto. Miraron juntos el cielo estrellado, sintiendo que, tal vez, los límites que tanto los preocupaban no eran tan insuperables después de todo.
Después de un rato, Kei le extendió su mano hacia Hitoka.
—Es hora de volver.
Ella tomó su mano, sintiendo una nueva conexión con el rubio. Caminaban juntos de regreso, sin prisas, disfrutando de la compañía mutua y el entendimiento que habían alcanzado.
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Enamorada de Tsukishima
FanfictionQuien lo diria, me enamore de Tsukishima, ¡Estoy enamorada de Tsukishima! Narrado en capítulos cortos. Se prohíbe cualquier tipo de copia, y adaptaciones sin mi permiso. Asimismo, también queda prohibida reproducción de esta obra por algún otro medi...