El vacío que dejaste

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Querido David

Me comunico contigo con la única intención de ponerte al día y contarte qué ha pasado conmigo desde la última vez que te vi.

Los días ya no son iguales, se han convertido en una monotonía muy aburrida. El tiempo pasa demasiado deprisa, todo se ha vuelto una constante rutina.

Un vacío existencial se ha instalado en mi pecho debido a tu ausencia, y mis días se han convertido en una completa amargura.

Realizar las actividades que creí que me apasionaban ya no me resulta tan divertido desde que no te encuentras a mi lado brindándome tu apoyo incondicional y motivándome a ser cada vez mejor, festejando mis triunfos como si fuesen los tuyos, pero sobretodo estando ahí para mi cuando te necesitaba.

Desde que me dejaste todo me parece tan común y normal, ¿sabes? Ahora siento que nada en esta vida tiene sentido. Me he dado cuenta que tu solías ser la pizca de sal que le daba sabor a mi vida.

Sé que tal vez no te intereses en mi en lo absoluto, y tal vez esto no sea algo que esperabas o planearas; sin embargo, pensé que te gustaría saber que una pequeña parte de nosotros va a vivir.

Y no, no estoy hablando del muñeco que me regalaste por nuestro aniversario, me refiero a que vas a ser padre, estoy embarazada.

Cuando te fuiste no me abandonaste por completo; dejaste una pequeña parte de ti creciendo en mi interior.

Al descubrirlo no lo creí, pensé que el universo se estaba burlando de mi desgracia, fue como echarle sal a la herida, pero luego analicé, me calme y pensé, y me di cuenta de que esto era una señal. Una señal de que no estaba sola en este mundo, una señal de que debía de continuar luchando para salir adelante y ya no solo por mí, sino por la pequeña personita que se está formando dentro de mí.

Entonces la vida comenzó a tener cierto sentido, ser madre es algo que no estaba esperando, sin embargo, es algo que me ha llenado de felicidad, incluso si tu no estás para formar parte de esto tan maravilloso.

La semana pasada fui a mi consulta mensual, me hicieron un ultrasonido y adivina qué, ¡tendremos una princesita!, una hermosa, pequeña y delicada criaturita que ha venido a este mundo a decirme que pase lo que pase debo seguir adelante. A comunicarme que por más cruel que sea este mundo siempre tendré un motivo para permanecer en él, que habrá alguien que le devolverá un poco del color y el sentido que te llevaste cuando me dejaste.

Cuando lo supe, lo supe. Nuestra hija sería luz en medio de la oscuridad; ella ahora es lo más importante para mí, mi prioridad, me dedicaré a esa niña en cuerpo y alma. Haré lo posible para que esa princesa sea una mujer de éxito, que nadie se atreva a destrozar sus sueños, y sobre todo a que sea extremadamente feliz.

A veces me pregunto ¿qué hice para merecer algo tan cruel?

El destino fue muy duro al arrancarte de mi lado, lo único que hice fue quererte con todas mis fuerzas, te entregué todo de mi, te mostré una parte de mi que nadie conoce ni conocerá, experimenté lo que es el amor verdadero, porque sí, el amor existe.

Pensé que lo nuestro duraría para siempre, que éramos las dos partes de un entero, hicimos tantos planes donde éramos felices que lamentablemente así se quedaron, como planes.

Sin embargo, aquí me encuentro yo, depositando esta carta en la lápida en la cuál yacen tus restos. ¿Quién lo diría? Que yo me iba a enamorar y que por cosas de la vida no se me permitiese disfrutar de nuestro amor.

Pero ¿sabes?, estoy agradecida porque sea como sea siempre tendré una parte de ti conmigo. La viva imagen del resultado de nuestro amor.

-Te ama, Rachel♡

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