Encuentro

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Ella... No, no, mejor...Su rostro era bello... No, eso suena extraño. Tal vez, ¡Ya sé! Tenía un rostro delgado, al igual que sus rosados labios; pelo lacio... Ah, no, ondulado. Supongo café. Ojos, dos ojos, un par de ojos, todos saben que ojos son dos. Cafés también. Demonios, ¿por qué no puedo estar anotando todo esto? Justo el día en que no cargo mi libreta, y escribir en el celular... No, es tedioso y termina siempre olvidado, esto es diferente, especial. Más especial que otras cosas que de repente surgen en mi mente.

Una delgada línea oscura bajo sus ojos, ojeras clásicas. Toda ella es delgadez. Se formuló al verla sentada junto a la ventana de la segunda fila de atrás para adelante del autobús. Al subir, él estaba centrado en sus audífonos, habían fallado y eso le frustraba, su día estaba arruinado hasta que la vio al voltear para ver a quienes lo rodeaban y si de suerte se encontraba con alguien conocido para intercambiar algunas palabras, ya que no era de muchas. Sonreía.

Sonríe. Se dijo. Una sonrisa marcada, amable, carismática. Si, eso suena bien.

Sus ojos no podían dejar de verla, si, era linda, digna de un personaje importante o al menos relevante en alguna futura novela, por lo que debía recordar cada aspecto, cada detalle de su ser. Debía absorber a aquella mujer y convertirla en palabras. Intentó varias veces apartar la mirada, echó un vistazo a su alrededor, gente normal, riendo, hablando, contando chistes sobre el tema popular: Terremotos, pues había ocurrido uno días atrás, una semana, para ser exactos; volteó a verla nuevamente, ella sonreía mostrando su dentadura. Dientes promedio, blancos y algunos chuecos, típico de una mujer de aquí, a excepción de aquellas mujeres que usaron brackets por la mitad de sus vidas.

-¿Me das permiso? -le dice una muchacha casual al hombre que estaba parado a su lado. El asiento que él cubría había sido desocupado segundos atrás. El tipo vaciló, confundiendo a la muchacha.

-¿Te ibas a sentar?

-No, adelante. -dice nerviosamente y dejándola sentarse. La fila donde estaba parado se recorrió cuando bajaron unas personas del fondo, permitiéndole a aquel escritor en proceso verla más de cerca. Perfecto, así captaré cada detalle de ella. Se rió en sus adentros. Parezco un acosador, pero bueno. Cejas pobladas, no, son normales, pero bien definidas.

Más personas bajaron y logró situarse frente a ella. Quería ver cada detalle que se pudiese grabar. Blusa rosa, aunque no estoy seguro de ello. A veces este daltonismo de desespera. La blusa tiene detalles arriba del busto, simulando ser piedras plateadas incrustadas en el cuello de la prenda... Jeans, típicos también. ¡Hombre, exprésate mejor! Típicos es muy general y se puede mal interpretar, puede que en otro país "Jeans típicos" sean verdes. Bueno, son Jeans de esos azules, algo descoloridos, pero no alcanzo a ver si estarán descosidos en algún lado. Si, eso suena mejor. Sonrío satisfecho con aquella reflexión.

No logró ver cada fino detalle que hubiese querido, sus pecas, granos, lunares, anillos o algo, ¿tendría las uñas pintadas? ¿El pelo teñido? Nunca logró responder sus preguntas, pues llegaron a la estación del metro, donde la mayoría de los pasajeros bajaron, ni él ni ella lo hicieron, pero él tuvo que sentarse, el cansancio que traía era más fuerte.

Se sentó del otro lado de la hilera donde ella se sentaba, centrado en no olvidar lo que había desarrollado los minutos anteriores. ¿Cómo se llamará? Bueno, realmente no importa, puedo ponerle el nombre que quiera, al menos en mi novela. Helena, Anna, Lucía... Por ahora será la chica de los mil nombres. Verla era difícil, pues la que parecía ser su madre estaba sentada a su lado, con una mochila en su regazo, obstruyendo la vista.

Finalmente, en un punto inesperado para él, ambas bajaron. Un aroma de rosas penetró su nariz cuando ella pasó, y dejó un dulce vacío en aquel autobús cotidiano.

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2017 ⏰

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