Secondo capitolo

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Secondo capitolo
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Parlami di te

Cuentáme de ti

Il peccato della tua pelle

El timbre encargado de despertar al señorito para ir a trabajar sonaba insistente con aquel irritante tono alto y agudo que le punzaba en los oídos, el primero en reaccionar fue Yūgi quien se revolvió y se concentró en el inminente dolor de cabeza que le aquejaba, él segundo fue Atem quien se removió y apago la insistente alarma, fue ahí donde los orbes amatistas se percataron de la compañía ajena, los movimientos de la cama justo a su lado, el crujir de los resortes debajo de ellos, la hórrida jaqueca que les embargaba y finalmente el lugar que era totalmente desconocido para el más chico, solo una pregunta les embargaba, ¿qué rayos ocurría? Por supuesto que Atem no tenía nada que decir, lo más seguro era que se hubiera acostado con alguna chica linda, podía sentir el olor a sexo impregnado en su piel, pero no contaba con la hórrida jaqueca, con el sofocante sentimiento de vacío y sobre todo su mente que vagaba sin poder concentrarse siquiera, era como si no tuviera conciencia de si mismo, el menor se alarmó, vaya que lo hizo, se levanto sentándose de forma rápida sobre el espacioso colchón y por fin después de haber dado una inspección rápida al cuarto se dio el lujo de removerse entre las finas sabanas de seda para poder observar a aquel con quien compartía lecho.

Era un hombre atractivo eso no iba a negarlo, su piel era clara, pero ligeramente acaramelada, tenía unos inusuales orbes escarlatas, como el color vino de las sabanas, sus dientes estaban blancos e impecables, además su torso desnudo dejaba a la vista su envidiable figura, sus músculos claramente visibles, sus pómulos marcados y sus labios, pero Yūgi volvió a recapacitar lo que pensaba, mientras miraba al desconocido bostezar.

Eran parecidos, no en exceso, pero el hombre a su lado se le parecía, más aun con aquellos cabellos tricolores, ¿quién era aquel hombre? ¿por qué dormía a su lado? ¿por qué no reconocía el lugar? Su mente vagaba entre porqués y su acompañante se tallaba los ojos despreocupado, la pregunta más importante era ¿por qué estaba desnudo? ¿qué paso ayer?

—Buen día lindura —saludo jovialmente el hombre mayor sin dirigir la mirada a su acompañante.

El universitario sintió su cara calentarse, juraba que el carmín se encargaba de teñir sus mejillas producto de la vergüenza, pero su ceño se fruncía desconcertado, confundido.

—¿Quién eres tú? —cuestiono el contrario con aquel suave tono de voz aterciopelado, a pesar de ser tan delicado como el de una dama, uno podía discernir su sexo.

El CEO por primera vez dio la vuelta para encontrar al bello chiquillo de grandes ojos amatistas, expresiones marmóreas y piel lechosa, su mirada paseo por su cuerpo, sus ligeras curvas y su piel adornada en marcas rojas y algunas violáceas y algo verdosas de los chupetones que se extendían por todo su torso, no hubo muchas veces en las que se acostó con algunos chicos, pero aquella piel parecía tan suave que le dio la tentación de explorarla una vez más tal vez, si tan solo recordará como llego ahí, es más ¿quién era el muchacho? Cerro los ojos frustrado, tratando de recordar.

Yūgi Mutō, si recordaba bien, ese era el nombre del contrario, trato de nadar en los recuerdos de la noche anterior, pero lo último dentro de su disco duro fue una imagen de él y Yūgi perdidos entre un montón de luces brillantes antes de ir a beber algo.

—Yo, no recuerdo nada —ironizó el más alto negando con la cabeza—; ¿tú?

El chico de menor edad se dedicó a fruncir ligeramente el ceño y hacer una adorable mueca al torcer sus labios, no podía culpar al contrario, no tenía derecho, el tampoco recordaba nada ¿o sí?

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