CANTO II (Beocia o catálogo de las naves)

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*Para cumplir lo prometido a Tetis, Zeus envía un sueño para enfadar a Agamenón y le aconseja que levante el campamento y regrese a su hogar, él convoca el consejo de los jefes y después la asamblea general de todos los guerreros, que aceptan la propuesta, por lo que el Atridas (incitado por Atenea) debe levantar el ánimo de los aqueos. Después de varios incidentes, los troyanos y los griegos empezaron a pelear en tres grandes batallas.

Todos los hombres y casi todos los dioses durmieron plácidamente toda la noche, excepto Zeus, porque su mente buscaba un modo de cumplir la petición de Tetis. Al final creyó que lo mejor sería enviar un sueño perjudicial al Atridas y le dijo:

-Sueño, ve a la tienda de Agamenón y dile lo que voy a encargarte. Ordénale que adelante su intento de tomar Troya, porque los dioses ya no están en desacuerdo después de que Hera les haya persuadido.

Una vez le dijeron sus órdenes, el sueño partió hacia su destino y cuando llegó se puso sobre la cabeza de Agamenón y tomó la forma de Néstor, que era el anciano a quien él más respetaba y le dijo:

-¿Duermes? No debes dormir toda la noche, oh tú, el príncipe en el que han confiado los guerreros. Atiéndeme con atención, como mensajero de Zeus, el cual se interesa mucho por ti. Él te ordena que armes a los guerreros, porque en este momento podrías tomar Troya, ya que los dioses ya no están en desacuerdo. Graba mis palabras en tu memoria, para que no lo olvides cuando despiertes.

Después se fue y dejó a Agamenón pensando que ese día tomaría Troya ¡Insensato!(al escritor le entró la rama Gandalf) No sabía lo que tramaba Zeus. Cuando se despertó, seguía recordando las palabras. Se incorporó, se vistió y cogió el cetro de su padre, después se fue hacia el campamento aqueo.

Mientras la diosa Aurora traía el día, el Atridas ordenó una reunión en el ágora y se reunieron enseguida.

Pero antes se celebró un consejo con un gran banquete junto a la tienda del rey Néstor y los llamó para hacerles una consulta:

-¡Oídme amigos! Mientras dormía, me visitó un sueño semejante a Néstor. Se metió en mi cabeza y pronunció estas palabras:(Volved un poco más arriba y lo veis). Después de esto, se marchó. Pero ahora veamos como podemos conseguir animar a los aqueos para que tomen sus armas. Para probarlos, les aconsejaré que huyan y vosotros procuraréis detenerlos.

Dicho esto se sentó. Néstor se levantó inmediatamente, les animó diciendo:

-Amigos, capitanes y príncipes. Si algún otro aqueo nos contara este sueño, desconfiaríamos de él, pero lo ha tenido el que se anuncia como el ser más poderoso de los aqueos. Vamos, veamos como podemos conseguir que los aqueos luchen.

Él fue el primero en salir del consejo. Los reyes se levantaron obedeciendo al Atridas, y la gente acudió rápido. Como si fueran abejas en enjambres, las numerosas familias de guerreros iban en grupos al ágora. En medio, la mensajera de Zeus, les insistía que acudieran y ellos se iban reuniendo. Había tantos hombres, que el ágora temblaba mientras ellos tomaban sitio. Nueve heraldos gritaban que se callaran y escucharan a los reyes. Cuando terminaron de sentarse, se hizo el silencio. Entonces se levantó Agamenón, empuñando un cetro que hace tantos años Hermes dio a sus antepasados y empezó a hablar:

-¡Héroes dánaos! El glorioso Zeus, me prometió y aseguró que no me iría sin destruir la ciudad amurallada y todo ha sido un engaño, porque ahora me ordena regresar sin gloria después de haber perdido tantos héroes, eso será lo que complacerá a Zeus. Para nosotros será vergonzoso que lleguen a saberlo nuestros descendientes. ¡Un ejército aqueo tan grande provoca una guerra de la que huye! Pero, pensad, si contáramos cada aqueo y cada troyano en su hogar, tendríamos coperos durante décadas. ¡Estoy diciendo que los aqueos superamos a los troyanos! Pero varios pueblos han acudido en su ayuda y no me permiten tomar la ciudad amurallada. Nueve años han pasado ya, nuestras esposas e hijos nos esperan en nuestros palacios y aún no hemos conseguido a lo que vinimos. Ahora cumplid mis órdenes: Huyamos a nuestras tierras, porque ya no tomaremos Troya.

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