Cuando la oscuridad se cierna sobre la alcoba,
quiero recorrer los recovecos de tu piel,
volver a colorear tus ojos de rojo otra vez,
y contemplar así de nuevo el amanecer.Cuando escuches fuera el ulular del búho resonar,
con gran denuedo quiero tus flagrantes labios estudiar,
hacer de tu preciado vientre filarmónico lugar,
mientras hago de músico en partes que acordamos motejar.Y cuando las golondrinas de gorjear dejen,
recuerda que fui yo quién calmó el arpegio por serenidad,
¡Y qué vanidad! Mas tú bien sabes que siempre fuiste y serás ¡Mi dulce realidad!