Solía vivir en una casa
marcada por sus vicisitudes
pintada con el rojo del desatino.
Insidiosos lucen
los solitarios anaqueles
que evocan un tiempo mejor.
Ya olvidados quedaron
los enfrentados sillones
testigos de cómplices miradas.
Afuera el triste jardín
huérfano de sus cantos
nostálgico de sus retozos
de él saldrán
multitud de flores
listas para hacer de ellas
sus coronas preferidas.