Zorros.

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Para Fred toda su semana había sido horrible. No ha visto a Kenny desde que éste salió corriendo del palacio y cuando iba a buscarlo salia la abuela Frida y le decía que su amigo estaba ocupado en la biblioteca, cuando se lo encontraba en las calles, Kenny lo evadía y tomaba otro camino. Estaba harto, quería saber el porque del comportamiento de su amigo, y quería saberlo ahora.

Pidió permiso a su madre para ir a la biblioteca, ésta algo desconectada de dijo que sí, y ahí se encontraba él, a punto de hacerle frente a Kenny.

Al entrar en la libraría de topó con su amigo junto a la abuela leyendo. Armándose de valor se acercó a paso decidido. Tocó el hombro del omega con delicadeza, a pesar de estar algo molesto con Kenny nunca se atrevería a hacerle algún daño, lo quería mucho.

—Kenny... -todo valor que había adquirido hace unos momentos se había ido de su cuerpo el momento que vio aquellos ojos azules que tanto le gustaban, porque sí, a Fred le gustaba Kenny, y era mutuo, ya lo habían hablado.

—Hola, Freddi -Sonrió el rubio llamandole por ese lindo apodo que sólo a él le permitía decirle, si su madre o su padre le  dijeran así él seguro se molestaría y todo terminaría en una pelea, aunque normalmente sólo pasaba con Beatríz ya que con Louis casi no hablaba. — ¡Ven quiero mostrarte lo que averigüé de Harry! -Sin pronunciar otra palabra el omega tomó la mano de Fred llevándole consigo a la casa de la abuela, quien sólo iba divertida detrás de ellos.

Al llegar a la vieja, pero bien cuidada casa, ambos niños esperaron a que le mujer abriera la puerta para finalmente ellos entrar e ir a la habitación del rubio. Fred quedó asombrado al ver tantas cosas, nunca antes Kenny lo había llevado a su habitación, normalmente se encontraban en el castillo, se sentía un poco mal que su primera visita a la habitación de su amado sea por ese brujo. Tomó asiento algo molesto en la cama y esperó a que el rubio juntara todas las cosas que iba a enseñarle.

—Mira - el chico menor tomó una libreta algo desgastada y llena de polvo que tenia en su portada Harry Styles en letras doradas. — Al parecer era su diario, no lo leí porque quería que lo leyéramos justos, lo encontré entre los libros de mi abuela, ella era su maestra. - Kenny sonrió con un deje de orgullo, su abuela era una gran hechicera, y el quería llegar a ser como ella. — La abuela dice que Harry era un chico muy callado, pero era muy amable con todos, incluso salía todos los días al bosque para cuidar de unos zorros que quedaron solitos con su mamá porque un cazador mató a su padre. No pudo contarme sobre su muerte porque ella... Ella comenzó a llorar, quería a Harry como un hijo... Y se lo quitaron -murmuró lo último bajando la mirada, era difícil para él recordar como su abuela había comenzado a llorar repitiendo una y otra vez que el rizado no merecía esa horrible muerte.

— ¿Qué te dijo la abuela, Kenny?...  -Kenny frunció un poco su nariz mientras volvía al guardar el cuaderno al ver que Fred no mostró ningún interés en éste. Tomó asiento a su lado con algo de cuidado y suspiró.

—Harry Styles era sólo un niño cuando llegó a éste reino, llegó solo, nadie lo acompañaba e incluso venia con sus pies descalzos y ensangrentados de tanto caminar en el caliente suelo. El abuelo lo encontró en la entrada del pueblo a punto de desmayarse, no había comido ni bebido nada en semanas. Mi abuelo lo trajo a casa y con mi padre y la abuela lo acogieron como alguien más de la familia. Harry no hablaba de niño, comenzó a hablar cuando tenía 13, según mi abuela también quiso ser hechicero cuando tenía 15 años hasta sus 17 que fue cuando murió. Pero Harry nunca mencionó nada sobre tu padre a la abuela, e incluso el día de su muerte, el negaba haber tenido una relación amorosa con el príncipe. Y Harry odiaba decir mentiras.

El hechicero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora