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No sabía si era más fuerte el dolor del golpe o su dolor emocional, su padre nunca le había pegado.

Jamás.

Se sentía totalmente rota.

—Mamá—. Fue lo único que pudo articular. No sabía cómo reaccionar.

—Papá,ya no le pegues—. Escuchó la voz de Jae.

Estaba totalmente cohibida y asustada. Tenía miedo, ahora le tenía más miedo a su papá que antes. Sentía que la sangre le escurría por la mejilla y caía en el suelo, miró a su padre. Parecía no haber rastro de arrepentimiento en él. Vió como su padre salió de ahí, su mamá se acercó a abrazar a Hayley y Jae.

—Hija, perdón... Perdóname—. Escuchó los sollozos incontrolables de su madre.

—No es tu culpa mamá—. Intentó tranquilizarla.

—Debo detener esto—. Prometió.

—Mami, debemos llevar a Hayley al hospital, su mejilla está sangrando mucho—. Jae las miró a ambas. Era notorio que estaba asustado, tenía los ojos llorosos y se sentía mal.

En realidad el pobre niño estaba tan consternado que no podía llorar.

—Tienes razón—. Los miró.

🎨

Después de volver del hospital, le habían puesto tres puntos, estaba adolorida y se sentía totalmente deprimida.

¿Cuándo fue que sus padres perdieron su felicidad?, siempre peleaban por ver quién tenía la razón, a nadie le debería importar eso, lo único que debería importar es vivir bien, en un ambiente sano para todos.

—Hayley, ¿cómo te sientes?—. Le preguntó Jae.

—Bien, todo está bien—. Le mintió. —Vamos a dormir Jae.

Casi no pudo dormir por la noche.

Y cuando llegó la mañana a pesar de estar completamente despierta no tenía ganas de levantarse.

—¡Hayley, vámonos a la escuela!—. Le dijo Jae al ver que su hermana se estaba tardando mucho en hacer las cosas.

—Ya voy Jae—. No estaba de mal humor, estaba totalmente triste y adolorida.

Se alistó para la escuela y antes de irse miró a su madre, no quería hablar con ella. Hayley entro a la cocina por una galleta.

—Si quieres no vayas a la escuela, yo puedo llevar a Jae—. La miró.

-No me quiero quedar aquí, necesito espacio—. Le dijo sin mirarla. —Seguramente te van a llamar de la escuela preguntando que me pasó, les dices que me caí de la bicicleta—. Miró a su mamá seriamente.

Ella no tenía toda la culpa y Hayley lo sabía, pero le había rogado mil veces que dejará a su padre.

—Tú no tienes bicicleta—. Dijo Jae inocentemente.

—Ya vámonos.

🎨

Después de haber dejado a Jae en la parada de su autobús escolar, se fue caminando a la escuela. Aún tenía ganas de llorar, reprimía con toda su fuerza las ganas que tenía de gritar, se sentía pérdida y sola. Porque no entendía porque su madre podía permitir que siguieran viviendo así, no entendía porque Jae y ella pagaban las consecuencias de los errores que comentían constantemente sus padres. Lo entendía, todos teníamos derecho a equivocarnos, pero ellos eran conscientes de lo que hacían.
Y Hayley no era ninguna tonta para no darse cuenta.

best of me ; lee jenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora