me chupo el dedo

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La tercera historias!! Esta es una de mís favoritas. Los dejo.
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Siempre he sido muy cohibido acerca de mi problema de chuparme el pulgar. Y sí es un problema. La mayoría de los niños lo olvidan con la edad o son persuadidos gentilmente por sus padres atentos para que abandonen el hábito. Pero mi crianza fue diferente. Nunca veía a mis padres por más de un par de horas cada semana. Estaban tan ocupados con el trabajo, que las únicas personas que veía de forma regular eran los sirvientes y los amos de casa. Dios sabe que ellos no iban a corregir los hábitos del único hijo de sus empleadores. El heredero de la fortuna familiar.

Si hubiera tenido amigos u otros miembros de la familia a mi alrededor, habría madurado normalmente. Pero esa oportunidad ha pasado desde hace mucho. Creo que mi hábito es una súplica de seguridad; el no tener ningún otro consuelo o calidez en mi vida probablemente me conduce a esta práctica tan infantil. Tengo veinte años, estoy demasiado grande como para hacer algo tan inmaduro como chuparme el dedo. Pero aquí estoy. Nunca esperé que nada cambiara para mejor.

Cuando mis padres murieron en ese incendio vial, fui el único que quedó. Tenía quince años, y era más rico de lo que podía comprender, y aparte de mis sirvientes, era el único que vivía en una casa a la que me debería referir con más exactitud como un palacio. Los sirvientes me consintieron como se les había enseñado que hicieran; mis tutores llegaban y se iban como había sido calendarizado. Nadie se atrevía a decirme que me consiguiera una vida social o que interactuara con el mundo que me rodeaba. Me dejaban en paz con mi laptop y mis videojuegos. Hasta donde sabían -hasta donde yo sabía-, estaría navegando la web y jugando a solas hasta que muriera.

Como dije antes, ahora tengo veinte años. Hasta hace poco, mi vida transcurría de la manera en la que lo esperaba. Luego conocí a Aria. Aria es la hija de una de las sirvientas. Es más joven que yo, probablemente de diecisiete o dieciocho años. Pero es la única persona que se ha llegado a interesar en mí en un nivel personal, en lugar de solo entablar mecánicamente las interacciones de sirviente-maestro. Cuando su madre, cuyo nombre ni siquiera conozco, lo descubrió, estaba muy enojada con su hija y se disculpó conmigo profusamente. Me aseguró que Aria no me iba a molestar de nuevo. Le dije que estaba bien. Le permití Aria visitarme tan frecuentemente como lo deseara.

Nos volvimos apegados pronto, y no tomó mucho antes de que Aria mencionara mi hábito. Deslicé el pulgar arrugado y bañado en saliva desde mi boca, e hice un puño a su alrededor como un intento desanimado para ocultar mi vergüenza. Aria me dijo que no me apenara. Sostuvo mi mano con la suya y desenrolló gentilmente mi puño. Mientras observaba, incrédulo, y mi corazón me golpeaba tan poderosamente que me preocupaba que ella lo fuera a escuchar, Aria se llevó mi pulgar todavía húmedo a su boca.

Tienes que entender algo: ni siquiera había sido abrazado por otra persona aparte de mi madre, cuando era un niño. Este era un nivel de intimidad que nunca había esperado ver de frente, y menos aún esperaba formar parte de él. Tirité con un nerviosismo excitante. Aria dejó de hacer lo que estaba haciendo y me preguntó si estaba bien. Yo asentí y le dije que solo necesitaba tomar un poco de aire. La dejé en el sofá.

Me paré en el balcón y le di un vistazo a la ciudad de abajo. Me di cuenta de que era la primera vez que había estado afuera en meses. Mientras el aire fresco aflojaba mi tensión y me ayudaba a aclarar mi mente, sentí que Aria vino detrás de mí y enrolló sus brazos alrededor de mi cintura. Salté un poco ante el contacto.

-Shhh -me dijo-. No pasa nada. -Ella sabía que estaba nervioso, pero el sentimiento se estaba disipando. Me sentía cómodo con ella. Lo suficientemente cómodo como para realizar mi hábito sin sentirme como un bebé.

Me llevé la mano a la boca. Mi cabeza dio vueltas cuando probé los restos de la saliva de Aria en el dedo arrugado. Lo succioné con determinación, queriendo tragarme lo que había estado dentro de ella hace solo unos minutos. Lo chupé aún más fuerte. Sentí que la uña se soltó y se pegó en mi paladar, pero no me importó. Mi lengua buscó la carne virgen que estaba debajo. Aria me giró para que la viera de frente, y nuestros ojos se entrelazaron.

-Por favor, déjame ayudarte -me susurró. Antes de que pudiera aceptar, la puerta se abrió en el otro lado de la habitación. Entró una sirvienta, empujando un carrito con una bandeja encima. Mantuvo su cabeza agachada, disculpándose por haberme interrumpido.

-Lo siento, señor -murmuró-, ¿pero quizá preferiría uno fresco? -La sirvienta removió la campana protectora de cristal encima de la bandeja y reveló diez pulgares cercenados, ordenados meticulosamente por tono de piel. Me saqué el pulgar viejo de mi boca. Lo había usado por más de un día y la piel estaba comenzando a desprenderse de la carne. Aria observó la bandeja con emoción.

-¿Podemos compartir estos? -me preguntó. Le sonreí, notando el vendaje en la mano izquierda de la sirvienta. Ella lo escondió rápidamente detrás de su espalda.

-Tuvimos problemas para encontrar el décimo, señor -me informó-. Lo siento, en verdad, si el mío no es lo suficientemente bueno.

-¿Cuál es? -le pregunté. Ella apuntó al tercero desde el extremo izquierdo. Lo levanté y se lo di a Aria. Ella lo contempló por un momento, y luego lo deslizó dentro de su boca. Sus labios formaron una sonrisa alrededor del dedo oscuro.

Le agradecí a la sirvienta, y se fue. Aria y yo nos quedamos parados en el balcón, chupando silenciosamente nuestros pulgares. Me agarró de la mano y recostó su cabeza contra mi hombro.

Sonreí con felicidad. Finalmente, una oportunidad para vivir una vida normal.
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¿ustedes tienen un hábito peculiar?

PASTAS #DisneylandAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora