Instante perfecto

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Todos los créditos de la imagen de la portada a saiikosan. Búsquenla en Instagram http://instagram.com/saiikosan y disfruten de su arte también en tumblr con el nombre de saiikosan. 

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No te lo imaginas hasta que lo vives, y eso sí que lo sabía Deidara.

Porque solo al entrar el viento de otoño pudo apreciar aquellos misteriosos colores de Itachi, el ocaso en sus ojos.

No iba a mentir, no iba a ser poético y a decir que Itachi era fresco como una juvenil primavera porque sería una mentira; más bien lo que Itachi era, se asemejaría más a un otoño benevolente e inusualmente cálido; uno de esos otoños que no oxidan completamente las hojas en los árboles pero que dejan el corazón en eterna transición entre el verdor y la caída de la hojarasca.

Itachi era como aspirar el aroma de las páginas de un libro antiguo y que sin embargo se ha cuidado en los aparadores que conservan el olor a novedad y a mil aventuras desconocidas, ocultas entre volúmenes más sencillos de asimilar. Itachi era como beberse un café en una noche solitaria porque te reconforta, le da un respiro al corazón.

Deidara lo sabía, podía sentir su calidez incluso cuando solamente, –y como ahora-, acariciaba las hebras negras de su cabello largo. Mientras lo trenzaba entre sus dedos con cuidado desde arriba, y la fragancia de su propio shampoo le inundaba de buena forma los pulmones, comprendió que estaba enamorado.

Porque incluso puedes enamorarte de esos silencios prolongados, de esas tardes de miradas furtivas y sonrisas tímidas; Porque en medio de tempestades, de interminables noches en vela, entre la búsqueda de respuestas abstractas, ahí, en medio de un mundo casi deshecho, Itachi le daba paz.

Y es que en algún punto te percatas de que sí, el amor no se trata de un corazón agitado y de mejillas sonrojadas al ver a "esa persona", no, el amor es más que mañanas brillantes.

Deidara lo sabía porque a pesar de que comprendía que el corazón de Itachi no estaba completamente con él, el suyo sí que lo estaba, bordado en alguna esquina de su capa y de las nubes rojas... quizá guindada en algún trozo de su camisa.

Las oraciones adheridas a sus labios aún frescas versaban sobre aquellas bendiciones que jamás se atrevió a decir, a anhelar para ese hombre cuya espalda estaba acostumbrado a ver y a pesar de que debería dolerle... Deidara lo sabía; que esos labios no eran suyos, que aunque sus propios labios sí que eran de Itachi no podía esperar de él aquella reciprocidad, porque sí, Itachi era ajeno... No, quizá no por el tipo de amor que él le tenía pero sí por un lazo con el que no podía competir y se había resignado solamente a bebérselo a pequeños tragos, a refrescarse en manantiales de espejismos.

Sin embargo no podía culparlo, de cualquier modo no podía externar sus reclamos y sus inquietudes porque es bien sabido que los renegados no tienen a dónde volver, siquiera volvería siempre a sus brazos.

¿Por cuánto tiempo eludiría un camino trazado por el destino?, ¿quién caería primero cuando el karma les cobrara? Deidara pidió ser él, Itachi tampoco fue optimista.

Eran hechos tan verdaderos que ninguno se atrevió ni a cuestionar y tampoco a pronunciar... no estaban destinados a una vida juntas, pero, a veces es así; lastima lo que es verdad y es que a veces los amantes no están por siempre juntos y las historias no tienen finales felices.

El pecho desnudo de Deidara se pegó a la espalda pálida de Itachi y le abrazó así, con suavidad en una intimidad tal que a Itachi le pareció que el corazón de Deidara tocaba el suyo. A Deidara esa calidez siempre le erizaba la piel, se mordió los labios para humedecerlos un poco con su saliva y se acercó un poco más –si aquello era posible– para inhalar el aroma de la piel de Itachi, era suave, como la yerba y la madera fresca; finalmente y le rodeó para buscar sus labios tibios; secos y contradictoriamente suaves. Lo besó, primero un suave toque entre ambos pares y luego sus lenguas se encontraron, se enredaron cuan húmedas eran y el calor buscó quemarles la piel.

Instante perfecto. (ItaDei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora