Me miraste fijamente a los ojos y me dijiste: hazme lo que más me gusta.
Salí del cuarto y fui a buscar un par de cuerdas y hielo. A lo que regrese, estabas enojada en la cama, sin decir una palabra, me acerque a ti y comencé a desnudarte, te dejé tal cuál cómo naciste, te acosté en la cama y di inicio a lo que me pedías.
Primero ate tus manos a la marquesa de nuestra cama, luego tus pies y ahí estabas con una leve sonrisa en tu cara, la que luego cubrí con tu camiseta.
Luego de eso, empecé a jugar a derretir el hielo en tu cuerpo, pasando por tu cuello, bajando por tus pezones lentamente, se notaba que te estabas empezando a excitar por que ellos aumentaban su tamaño y se ponían duros. Podía ver en tus ojos el placer que te daba eso. Luego seguí el camino hacia tu ombligo y ahí se derritió por completo. Acto seguido, comencé a desnudarme, una vez ya sin ropa me lanzó sobre tu cuerpo cómo un tigre a su presa, me fui directo a tu cuello para hacer el mismo recorrido que hice con el hielo, pero afortunadamente, mi lengua no se derrite, me di el gusto de pasar de nuevo por tus pezones, mientras más abajo mi pene jugaba con tu vagina, que cada vez estaba más húmeda, no te penetraba, solo pasa, solo me movía de arriba hasta abajo, de principio a fin de tu vagina, aveces pasaba la punta de mi pene por tu clitoris, que al igual que tus pezones se ponía cada vez más durito.
Seguí bajando con mi lengua, hasta la parte inferior de tu ombligo, esa parte donde te daba cosquillas, pero también te excitaba. Con tus manos atadas querías desarmar la cama, tus pies se movían, querían escapar, así que decidí descubrir tu boca y saber que es lo que querías y ahí me dijiste: "por favor, no pares".
Inicie la penetración que tanto me pedías, la acompañe con un beso apasionado. Podía ver en tus ojos el placer que sentías, se notaba en tu agitado respirar, ese respirar que iba de la mano de uno agudos gemidos.
Cada vez era todo más intenso, tus ojos se veían drogados de pasión, al borde de estar desorbitados. Mis manos acariciando tus senos, mis dedos con tus pezones, aquellos que humedecía con mi lengua. Tus piernas temblando, pidiendo que las soltara. Tu lengua paseaba por tus labios. Nuestra respiración se formó solo una, coordinamos nuestros suspiros, mis movimientos te hacia retorcer la espalda y así fue como podía sentir que te venias, que acababas, que todo el placer se reducía al un último y gran gemido, que te hizo levantar la cabeza y cerrar los ojos. Luego te solté, te bese y termine de hacerte el amor, así tal y como te gustaba, que al final de todo te abrazara por la espalda y mis manos acariciando tu silueta hasta quedarte dormida....
