CAPÍTULO 3 (Primera Parte)

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Chicago, Illinois.

Albert odiaba tener que estar ocupado.

La mayor parte su tiempo, lo pasaba encerrado en la oficina o a bordo de un tren, viajando única y exclusivamente por compromiso y no por placer, como siempre lo había hecho.

Estaba realmente cansado de eso. El trabajo lo estaba asfixiando y su agenda indicaba que no tendría descanso largo en un buen tiempo.

Inconforme, el atractivo joven se removió sobre su asiento y enseguida se aflojó un poco la fina corbata negra que usaba. Él sabía que tenía que tranquilizarse, pues, si no lo hacía, terminaría por explotar.

Era consciente de que no existía nada que pudiera hacer para cambiar su vida, ya que, atender los negocios de la familia era su completa obligación. Ausente y ocupado permanecería cada minuto que se le requiriera. La resignación era el único camino que le quedaba por seguir.

El año de arrancó de forma complicada y las cosas parecían empeorar cada vez más. La inevitable crisis que les había traído la llamada: Gran Guerra, ya se estaba manifestando. Demasiados préstamos habían sido requeridos y los pagos de algunos deudores se estaban atrasando. El futuro no era muy alentador. La economía de los Estados Unidos, estaba presentando algunos problemas y él no sabía qué tan perjudicados se verían.

—Esto es para ti —le anunció George Johnson, sacándolo abruptamente de sus pensamientos—. Tal parece ser que Archie se ha comunicado.

Albert dejó el papeleo a un lado y de inmediato tomó el telegrama que George le ofrecía.

Los ojos azules del muchacho, leyeron con atención y al concluir con la lectura, se abrieron sorprendidos. El mensaje era breve y muy claro, con todo y eso, él simplemente no logró asimilarlo.

Tío Albert, estoy en Nueva York. Pasaré algunos días aquí. Regresaré en cuanto me sea posible, para seguir con mi trabajo.

Albert esbozó un gesto de incredulidad. No le parecía nada lógico lo que su sobrino hacía.

—Cada vez lo entiendo menos... —Fue lo único que mencionó, después de dejar el telegrama sobre su escritorio.

—¿Qué pasó? ¿Por qué este telegrama fue enviado desde Nueva York? —cuestionó George con preocupación.

—Exactamente no sé qué ha pasado. Archie solo me comunica que ha viajado a Nueva York y que se quedará algunos días por allá —El rubio respiró hondo y añadió—. Nunca antes había querido ir a esa ciudad. No comprendo qué hace allí.

—Supongo que las noticias sobre la señorita Britter, le siguen afectando... —supuso George.

—No lo creo. Cuando hablé con él, me quedó muy claro que no estaba preocupado por Annie y su reciente matrimonio. La gran realidad es que nunca amó a esa muchacha y estoy seguro de que no le afectó el que ella lo haya dejado —El joven magnate, miró a su asistente y confesó—. Pienso que este viaje tiene que ver con otra cosa. Antes de partir, lo vi tan raro, que incluso te iba a pedir que lo vigilaras.

—¿Piensas que puede estar metido en problemas?

—Sinceramente, ya no sé qué creer...

Un par de golpes se escucharon en la puerta del estudio, tanto Albert como George, sabían quién era, el toque era inconfundible. Por lo tanto, George tomó asiento en su lugar y Albert, dio permiso para que la visitante pasara.

—¿En dónde está Archie? —preguntó la tía abuela Elroy, en cuanto cruzó el umbral de la puerta—. Escuché que llegó un telegrama, así que, quiero que me digas la verdad, ¿dónde está ese muchacho?

InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora