Intercambiaron números telefónicos y quedaron en seguir viéndose. Iban a ver películas al cine, juntos. Dylan iba a casa de Emilia y ella a la casa de él, hacían muchas cosas como mejores amigos.
Al mes después decidieron dar el siguiente paso y se convirtieron en novios. Fue todo muy rápido, pero se querían más que nunca. Hacían todo junto, siempre viajaban, iban a la playa, a fiestas y todo ese tipo de cosas divertidas que se podía hacer en el verano.
Cada vez la relación era más rutinaria, siempre tenían algo que hacer y eso de a poco les fue cansando a ambos. Pero sabían cuando las cosas iban mal y siempre hacían algo para solucionarlo.
Él era muy detallista, un muy buen novio. Siempre le hacía regalos a Emilia o simplemente cuando ella estaba triste la invitaba a comer pizza, todo con tal de ver feliz a su novia. Le llevaba flores, globos con figura de corazón, chocolates y muchas más cosas que lo hacían ser muy especial y diferente a los demás chicos.
Pero lamentablemente lo que rápido empieza, rápido termina. Con el tiempo esa hermosa relación, se convirtió en peleas, llantos, agresividad, celos y para un par de adolescentes creyéndose adultos, era mucho. No podía continuar algo así, todo paso muy rápido y era mejor alejarse antes de que se convirtiera en un amor enfermizo.
Pasaron días, meses, pero nunca volvieron a saber el uno del otro, Dylan era de los que no extrañaba y Emilia era de las que jamás volvía.
Emilia no estaba para nada mal, de hecho, estaba mucho más tranquila y relajada después de todo.
El papá había conseguido una pareja, que se llamaba Andrea. Todo estaba muy bien y Emilia estaba feliz por su padre porque notaba que se querían, y mucho.
Con el tiempo Emilia se hizo muy amiga de Andrea, de hecho, se trataban de madre e hija. Eran cómplices, se contaban todo. Pero en ese gran cariño, había un gran problema.
Andrea la mayoría del tiempo peleaba de manera muy agresiva con el papá de Emilia. Y a través de esas peleas también había mucha manipulación, y no solo con el papá si no que también con ella.
Aún así Emilia no era capaz de ver lo mal que le hacía Andrea. Pensaba que la estaba curando pero realmente le estaba destrozando el alma. Adoraba a Andrea, era como la mamá que tanto soñaba tener.
Presionaba mucho a su papá para que siguiera intentando su relación con Andrea, de hecho, Emilia empezó a pelear mucho con su papá desde que ella apareció.
Andrea manipulaba de una manera muy dañina a todos. Siempre estaba peleando, y en el momento de discusión a ella lo que menos le importaba era hacer daño a los demás. Solo importaba ella y quedar bien ella.
Con el tiempo cada vez iba aumentando los problemas. Emilia ya no se podía juntar con sus amigos ni con nadie. Ya no era la misma, iba de mal en peor. Estaba absolutamente destrozada, cada vez más sola y cada vez con más miedo. Aunque adoraba a su nueva mamá, Andrea, se estaba dando cuenta de a poco del daño que le estaba haciendo.
Lo peor empezó un miércoles, una noche de mucha lluvia. Andrea peleando a gritos con Tomas, el papá de Emilia.
No podía parar de llorar, era mucho, y colapsó. Mientras lloraba empezó a gritarle muy fuerte a Andrea
-¡No trates así a mi padre! –Exclamó Emilia
-¡Tú no me vengas a faltar el respeto, yo soy mucho mayor que tú! –Respondió Andrea.
-¡Tú me has estado faltando el respeto todo este tiempo. No deberías pelear frente a mí, eres una manipuladora!
Andrea reaccionó mal, y tomo el freno de manos mientras Tomas, el papá de Emilia, conducía. Se bajó del auto diciendo cosas muy dañinas, muy agresiva y pegó un portazo.
Emilia estaba mal, no podía parar de llorar. Estaba decepcionada, herida por alguien que decía ser su "mamá". Que aunque no fuera de sangre, le prometió que jamás le iba a fallar, ni que la trataría como lo hizo.
Pasó del amor al odio. No quería volver a saber de Andrea nunca más en su vida. Fue mucho el daño que permitió que ella le hiciera, esta vez iba a tener mucho más cuidado para la próxima vez que amara a alguien con la inocencia de una niña.
Emilia ya estaba muy mal, no sabía qué hacer con su vida, era muy masoquista y aunque trataba de no permitir que las personas le hicieran daño, el daño se lo hacía ella misma. Le gustaba pensar, hacer y leer cosas que le hacían mal. Ya pensaba que su vida no valía nada.
Tenía a muchas personas que la querían en su vida y no se daba cuenta. En el trabajo de su papá había personas que la adoraban. Pero ella ya estaba muy asustada como para volver a demostrarle cariño a alguien como una niña inocente.
Estaba muy asustada, y en su mente tenía muchas cosas. Era muy impulsiva, siempre se iba de la casa sin avisar. Era algo egoísta, no pensaba en la preocupación que les daba a los demás. Era un peligro que se quedara sola en casa. Era capaz de muchas cosas.
Empezaron las clases, la única solución de mantener la mente ocupada de Emilia. Pero el único problema es que le daba mucho miedo ir a la escuela, a enfrentar la vida.
Era algo cobarde, y hasta eso le complicaba. Pero no sabía cómo cambiar su forma de ver la vida.
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Un pequeño recuerdo
Teen FictionEmilia una adolescente que la ha pasado muy mal en su vida, va descubriendo lo que es la felicidad y el amor, aunque notará que todo es efímero, y lo mejor dura poco.