Parte única.

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Johnny no es particularmente creyente de las historias de amor. Le gusta ver películas y novelas, sí, pero no cree que esos mágicos encuentros sucedan en la vida real. A menos, claro, que seas Nakamoto Yuta. 

YoungHo rueda los ojos cuando ve al japonés sonreír como si fuera la mañana después de Navidad cuando su nuevo novio entra a la cafetería. YoonOh sonríe dulcemente porque él si es un fanático de las historias de amor y DongYoung bufa, murmurando un a ver cuánto le dura el enamoramiento esta vez mientras le da a Johnny la orden de una de las mesas del fondo. 

Pero como cada vez que no se trata de las estupideces de sus compañeros, Johnny sostiene con elegancia la bandeja y una sonrisa galante en su rostro. No es como que le pagaran por ser amable, pero eso formaba parte de la categoría del lugar a él no le gustaba desentonar. Así que miró el número de la mesa, era la número seis. Pensó que era un poco extraño, a esas horas de la mañana no había nadie, porque era muy temprano para desayunar y muy tarde para almorzar; así que era raro que alguien decidiera voluntariamente sentarse tan al fondo, aunque todo el salón fuera hermoso. 

Cuando dobló en el estrecho pasillo formado por mesas y escaparates recién pudo ver al cliente y, en ese momento, la ridícula historia que le contó su compañero venido de la tierra del sol naciente, se asomó en sus recuerdos. Yuta le había dicho que tenía la costumbre de sacar la basura en la madrugada porque no estaba en todo el día en su departamento, pero cuando bajó y llegó al contenedor se encontró con SiCheng, el muchachito escuálido con el que actualmente se encontraba saliendo. Él sabía que le gustaba desde el momento en que lo vio con sus pantuflas de conejo y la bata sobre su pijama. 

Johnny creyó ver un ángel. 

El pulso firme de YoungHo tembló cuando tuvo que dejar el café sobre la pequeña mesa y el muchacho, que hasta ese momento se mantenía muy entretenido leyendo un libro, levantó la mirada hacia él. El ruido que causó el plato en el que había un par de croissants fue pequeño, pero a sus oídos, le pareció estrepitoso. Johnny intentó que el pánico no se reflejara en su rostro, pero evidentemente disimuló muy mal su torpeza porque el chico le sonrió con calidez. 

  — Gracias por la espera, que disfrute su comida— hizo una reverencia y salió corriendo. 

DongYoung estaba limpiando una mesa y lo miró con una ceja enarcada. 

— Estás temblando, hyung— lo miró y luego observó por sobre su hombro.— ¿¡Es por el chico de la mesa seis!? — chilló y YoungHo le puso la mano sobre la boca y lo arrastró detrás del mostrador, cerciorándose que el muchacho no hubiera escuchado el terrible grito que su amigo había pegado y parecía que no se había dado por aludido. 

Cuando llegaron, DongYoung se soltó y llamó al grupo de mozos que rápidamente se amontonaron detrás de la caja. 

— A Johnny-hyung le gusta el chico de la mesa seis— comentó entre risitas. 

— ¿Qué? ¿El de allá?— preguntó DongHyuck, el niño de preparatoria que trabajaba ahí, el que estaba justo en ese horario porque no tenía clases, y Yuta le dio un golpe detrás de la cabeza para que hablara más bajo. 

— Claro que no me gusta.

— No, pfff, estabas temblando y todo colorado porque tienes frío y calor al mismo tiempo, ¿no?— comentó DongYoung. Johnny sacudió la cabeza, limpiando la ya limpia máquina de café solo para fingir tener algo que hacer. 

Luego de un rato, Johnny se fijó en la mesa y el muchacho ya había desaparecido. Había dejado un poco más del dinero justo. YoonOh le dijo que había tenido suerte, así que debía aprovechar. Pero secretamente le hubiera gustado poder decirle, ¿quiere que le de el ticket de la cuenta?

i saw an angel / johnilWhere stories live. Discover now