Orihime permanecía con la vista clavada en el chico vampiro que seguía mirándola; Tatsuki hablaba y al darse cuenta que la chica no le prestaba atención, agito una mano frente a su rostro. -¿Orihime?
-¿Eh? ¿Qué? -la chica de cabello naranja volteo a ver a Tatsuki quien la miraba preocupada, entonces volteo a ver en la dirección donde hace unos momentos tenía la vista clavada Orihime pero Ichigo ya no estaba.
-¿Por qué te quedaste viendo ese árbol? -Orihime volvió su vista al árbol y cuando vio que el chico ya no estaba miro hacia todas direcciones buscándolo. Tatsuki la miro mas desconcertada, entonces la tomo de la mano e hiso que se levantara; Orihime torno su vista hacia la chica y con duda la miro.
-¿Pasa algo Tatsuki-chan?
-Eso dímelo tú, estas en la luna, será mejor que te lleve a la enfermería -Tatsuki jalo de la mano a Orihime, entonces la chica de ojos grises se detuvo haciendo que su amiga se detuviera.
-No Tatsuki-chan, estoy bien, además no quiero perder más las clases, ya suficiente tuve con quedarme dormida.
-Lo siento Orihime pero nada de lo que digas me convencerá -ambas chicas llegaron hasta la enfermería donde Tatsuki y ella fueron recibidas por una mujer de rostro amable que enseguida las hiso entrar; Tatsuki le pidió a la enfermera que revisara a Orihime, a lo cual la mujer gustosa acepto, así que a Orihime no le quedo más que aceptar. Luego de que la enfermera la revisara y le dijera que lo único que tenía era cansancio por no poder dormir bien, ellas se retiraron a su salón; la chica procuro apartar de sus pensamientos al chico vampiro para poder prestar atención, cosa difícil pues le desconcertaba el hecho de su presencia en la escuela.
Las clases terminaron y Tatsuki decidió invitar a Orihime a conocer una nueva repostería que habían abierto, la joven de ojos grises acepto gustosa y agradeció infinitamente a su amiga pues sinceramente no quería llegar a su apartamento, tenía un poco de miedo a que pasara algo de nuevo. Las chicas llegaron al lugar y Orihime quedo encantada con la repostería pues era un sitio muy agradable y todo lo que vendían se veía delicioso. Las dos jóvenes se acercaron al mostrador donde escogieron los pastelillos que querían probar; Orihime llevaría algunos para Sora pues sabía que le encantaba lo dulce tanto como a ella, cuando compraron sus pastelillos se sentaron en una banca del parque que se encontraba frente a la repostería.
-¡Está delicioso! -exclamo con un brillo en los ojos Orihime mientras degustaba el primero que sacaba del estuche de plástico donde los habían empacado.
-Me alegra ver que ya estas mas reanimada, sabes, se que este cambio de ciudad te tiene inquieta porque yo sé lo que se siente -Orihime volteo a verla extrañada; eso quería decir que Tatsuki no era originaria de Karakura.
-¿Tú no eras de aquí Tatsuki-chan?
-No, yo era de Osaka, pero mis padres decidieron mudarse aquí a Karakura -Tatsuki comenzó a contarle su llegada a la ciudad, como se sintió en el primer día de clases y una anécdota graciosa de como se perdió en la ciudad una vez. Orihime la escuchaba atenta esperando si en alguna ocasión se había topado con algo extraño pero no, así que curiosa pregunto.
-Y dime ¿Jamás te has topado con algo extraño en esta ciudad? -Tatsuki la miro con duda sin entender su pregunta.
-¿A qué te refieres Orihime? -la chica de cabello naranja ladeo la cabeza, lo mejor era que no insistiera con ese tema porque era evidente que Tatsuki no sabía nada de los vampiros.
-Olvídalo, no me hagas caso -Orihime sonrió y siguió comiendo, mientras Tatsuki hiso lo mismo.
-Eres extraña -dijo la chica de cabello negro para luego reír; Orihime se sonrojo por el comentario pero de igual forma comenzó a reír. Las chicas terminaron de comer y decidieron irse, pasaron una vez más a la repostería, pues de lo deliciosos que eran los pastelillos, Orihime se había comido los que había comprado para su hermano, mientras la chica pagaba miro que una de las empleadas colocaba un anuncio donde solicitaban personal; a Orihime le brillaron los ojos, la idea de trabajar en una repostería le encantaba así que por la tarde hablaría con Sora del asunto; una vez con los pastelillos repuestos las dos chicas por fin se marcharon a sus respectivos hogares.