Six-stars

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Yuratchka se levantó al amanecer, mucho antes que el mismo Otabek, a quien veía por primera vez descansar. Era curioso que, después de todos esos días conociéndose, nunca lo había visto dormir realmente. Siempre terminaba dormido acurrucado junto a él y al día siguiente siempre era Otabek quien lo despertaba.

Pero ver al moreno así, le causaba muchas emociones bastante agradables. Su respiración era corta y calmada, y las tímidas luces del amanecer chocaban contra sus pestañas, sin perturbar el sueño del joven. Miró hacia la ventana y vio un hada del hielo, de esas que sirven a la reina de las nieves. Esta hada reía mientras pintaba de blanco el paisaje con copos de nieve, mientras sonreía y danzaba en medio de los bolos que caían.

Le enseñaba a Yura cómo hacer algunos movimientos que el rubio imitaba grácilmente en tierra, y la hada aplaudía cuando el joven lograba hacer sus saltos de forma hermosa, las risas de campanillas de ambos atrajo a otras hadas de la nieve más que también se arremolinaban a su alrededor para enseñarle pasos y a danzar junto a él.

Yura lazaba los brazos al cielo, y giraba sobre su propio eje, y sonreía cuando las hadas reían con él.

Un ruido tras de él asustó a las pequeñas, y Yura volteó para ver que se trataba de Otabek despertando.


- ¿Yura? –el moreno se talló los ojos -¿es mi imaginación o danzabas con las hadas?

- ¡Beka! –sonrió para él y sólo para él, mientras que en puntillas, se acercó hasta la cama y lo jaló hacia la ventana para que saludara a las traviesas mujercitas aladas –ven, salúdalas, ellas son mis amigas.

- Bueno... a decir verdad yo no les caigo muy bien que digamos –Beka se dejó llevar, viendo cómo las hadas revoloteaban molestas por su presencia al lado del chico -¿ves? Nunca se me acercó ninguna de la forma como lo hacen tan natural contigo, eres como un imán para ellas –le abrazó por detrás y posó su barbilla en su hombro.

- Tal vez si ven que nos llevamos bien se te acerquen –dijo con una gran sonrisa, sintiendo un poco de cosquillas al sentir el cuerpo semidesnudo del hombre sobre las pijamas -¡Hey luminosas! –se dirigió a las hadas que los veían desde la ventana –Otabek es mi amigo, así que trátenlo bien.


Lo siguiente fue algo tan efímero que ninguno de los dos supo qué pasó. La intención de Yura era besar la mejilla de su amigo, de forma casta como Otabek solía besarle en la frente antes de dormir pero... no midió bien la trayectoria del rostro de éste y terminó besándole los labios.

El torrente de emociones olvidadas desde aquélla noche entre los árboles llegó como una ola, arrasando con todo y la racionalidad de los dos muchachos, haciendo que ese beso que había sido fortuito pasara a ser algo más sentido, más profundo, las hadas rieron cómplices del momento de amor que se estaba viviendo, cuando Yuri saltó al cuerpo del moreno, enredando sus piernas en su cintura y pasando sus brazos por su cuello, acercándose más a él.

Love Travel | Yuri on IceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora