Los niños son criaturas del Diablo

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Chasqueó la lengua con fastidio, mirando al mocoso del averno con infinito odio.

—Vieja, calle a su bastardo.

La mujer se mostró claramente ofendida y no perdió tiempo para mirarlo como si fuera el peor villano del mundo. Sin embargo eso no evitó que intentara hacer callar al niño y que, finalmente, al no lograr nada se lo llevara corriendo de ahí.

Ya un poco más aliviado cogió un par de cajas de cereales y las tiró en el canasto.

Odiaba los carros con su vida. Sólo servían para estorbar y encima las viejas estúpidas acostumbraban dejarlos atravesados en los pasillos, haciendo molesto pasar.

Siguió caminando para ir en busca de una caja de doce leches (los cereales con leche eran su salvación muchas veces) y ya luego iría por fideos. Fue cuando estaba echando el cuarto paquete que una voz indeseable le interrumpió. Como si ya se le hubiera pasado el dolor de cabeza provocado por el mocoso de mierda ése.

—¡Katsuki!

Kaminari era igual o peor que la rabieta de un niño.

—Pasa de largo, como si no me conocieras.

—¿Eh? —frunció el ceño— No bromees. Hace tiempo que no te veía, amigo.

Vio una sombra ajena a su lado y sintió un brazo rodearle los hombros.

—Si no fuera por tu cabello y esa aura del infierno no te hubiera reconocido —soltó una risa estúpida.

Bien. Algo debía hacer con su jodido cabello entonces. O mejor aún, con la vista de todos sus estúpidos ex compañeros de clase.

—Denki, por Dios —el chico se giró y Katsuki vio de reojo.

Claro, la chica auriculares.

—Hola Bakugou —saludó intentando ser cortés, se notaba enojada— ¡Idiota, dejaste a Kairi sola! Podría perderse en menos de treinta segundos.

Sólo entonces Bakugou vio la mano que se conectaba con la derecha de Jirou y se percató de que había una niña (con la izquierda arrastraba el carrito). Cabello corto, rubio y una cara de tonta monumental. Aunque debía ser porque todos los niños tenían esa misma cara de mierda.

Parecía un poco intimidada. Suponía que por él, no sería ni la primera ni la última infante que reaccionara así.

—L-lo siento, debí recordarlo —Denki suspiró pesadamente aún con el brazo sobre sus hombros. En ese momento iba a apartarle la mano de golpe pero él habló y se alejó antes.

—¿Qué tal con Ochako? —Oh si, gracias por preguntar— ¿Vais a el matrimonio?

No tenía caso. Eso le seguiría saliendo hasta en la sopa y parece que nada iba a poder hacer. Malditos fueran todos. ¿No tenían algo mejor de lo que hablar? O mejor aún.

¿Alguien con quien más hablar?

—Sí.

—Oh, ya veo. Ahora creo que es hora de irnos, nos vemos de nuevo ahí, ¿si?

Denki se dispuso a poner en acción la retirada, algo andaba mal, se notaba en la cara de Katsuki que con notoriedad andaba de peor mal genio que de costumbre.

—Vamos cariño...

Antes de que Denki pudiera escapar se le acercó su hija y lo miró desde abajo por un momento. Hasta que le abrazó la pierna por un buen rato.

El ambiente era pesado y Kaminari estaba casi llorando porque estaba seguro de que perdería a su hija a tan temprano tiempo.

—A papá siempre lo reanima un abrazo cuando está triste —dijo con voz torpe.

El número unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora