Citas y más citas

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Izuku suspiró, adentrándose en la tienda que habían conseguido esconder lo bastante bien. Si bien era cierto que todos sabían de héroes y villanos, era indispensable que nadie más que los que se dedicaban a ello fueran quienes supieran sobre la distribución de los distintos centros para aparatos que lograban complementar y aprovechar los quirks de forma efectiva. Izuku no estaba muy seguro de otras tiendas, y suponía que la gran mayoría de sus ex compañeros tampoco, pero todos tenían completo conocimiento de la tienda de Hatsume. Ella se había encargado encarecidamente de ello.

—¡Izuku! —alzó la mano en señal de saludo cuando se fijó en él.

El joven le sonrió y la vio acercarse mucho, notablemente emocionada.

—¿Me necesitas, verdad?

—Llevas razón.

—Por supuesto, qué otra razón habría para que estuvieras aquí. Después de todo, fui de las mejores del departamento de apoyo en la academia, y lo seguiré siendo ahora —sonrió con un poco de arrogancia. A Izuku le hizo bien verla de nuevo, siempre que lo hacía y realmente estaba inestable, inseguro y un poco cansado, sentía que ella le traspasaba toda esa determinación y devoción para hacerlo bien y lograr ser el número uno. 

Así como con los demás, Tenya, Ochako y Shouto, entre otros, había mantenido el contacto permanentemente con Mei. Sobre todo porque no era una chica fácil de ignorar, y ella no iba a permitir que nadie se atreviera a olvidarla. Era parte de hacer crecer el negocio. 

—Eso mismo —le dedicó una sonrisa encantada. 

—¿Entonces? Dime para qué soy buena. 

—Es sobre el traje, lo destrocé de nuevo —suspiró apenado, levantando la maleta oscura que llevaba en una de las manos.

La chica rió. 

—Eso es porque eres demasiado apasionado, Izuku —le guiñó el ojo al tiempo que cogía el maletín, tomándolo sorpresa y logrando que un sonrojo de vergüenza se instalara en sus mejillas.

—¿T-tú crees? —rió nervioso, no quería cambiar el tema tan repentinamente tampoco, probablemente sería un poco más incómodo. 

A esas alturas ya debía estar acostumbrado a sus comentarios lanzados, pero aún así le seguían avergonzando un poco cada vez que soltaba uno. 

—Bueno, ya sabes que esto toma un poco. No creo que quieras esperar —le dijo mientras abría el maletín sobre la superficie de vidrio —donde habían algunos aparatos interesantes pero que estaba seguro de que no serían útiles para One for All. 

—Francamente no tengo nada que hacer, así que... 

—¿Ni siquiera una cita? 

Izuku sonrió forzosamente.

—No creo que haya alguien con quien pueda hacer eso —dijo con sinceridad, intentando que no sonara tan penoso y triste como él pensaba que era. 

Mei lo miró por un momento, sin decir nada. Luego alargó la mano hasta unos pequeños lentes, que abrió y se puso con una sola mano.

—¿Y qué hay de tus ojeras? —preguntó sin dejar de inspeccionar meticulosamente el traje, aunque de todas formas no iba a ser un trabajo difícil, la ausencia de por lo menos dos extremidades y el gran orificio en el abdomen saltaban a la vista. 

—Estoy un poco cansado. 

—Un poco no parece creíble. Déjame preguntarte algo —pidió poniéndolo todo a un lado y cruzando los brazos sobre la superficie—. ¿Duermes siquiera, Izuku? 

El número unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora