Un joven especial

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   Juegos de mesa esparcidos por mi cuarto, un documental pausado en el ordenador, un libro sobre la Segunda Guerra Mundial abierto y tirado en el suelo... El cuartel general de Yamamoto1999.

Me siento frente al monitor, abro World Conqueror y trato una vez más de completar la segunda tercera misión del modo campaña jugando del lado del Eje. Me quedo corto de tiempo y vuelvo a fallar. Goering, que dice tener las mejores fuerzas aéreas de Europa, no hace nada para facilitarme la conquista de Gran Bretaña y Guderian está todavía luchando contra las tropas de De Gaulle en el Sur. ¡Vaya camaradas! Intento entonces terminar la segunda misión del lado de los Aliados. Pierdo de nuevo, derrotado por los asombrosos buques de la armada imperial japonesa. Nimitz cae primero, vencido por el verdadero Yamamoto y su portaaviones. Con ingresos cada vez más insignificantes y una única nave destartalada, no tuve más opción que ir a conquistar aquellos territorios marítimos que los japoneses habían abandonado tras su avanzada. Midway fue conquistada y así acabó la batalla.

Luego de cerrar el programa, ofuscado, recibo la noticia de mis padres de que vamos a ir al parque a pasear al perro y a montar en bicicleta. A regañadientes, bajo la tapa de la computadora y me visto para salir.

Al llegar al parque, emprendemos una caminata hacia un área escampada para volar una cometa recién adquirida. Mi hermana guía el batallón conformado por mi mamá, mi abuela, mi perro y yo. Mientras avanzamos, le reprocho su inatención con respecto al ritmo descontrolado que llevamos. Nos adelantamos una y otra vez, luchando por el control del frente del escuadrón.

Encontramos al fin lo que buscábamos. Dejamos a la abuela cuidando a mi perro, sentada en un banco de madera detrás de unos árboles, alejada de la escampada que pronto transformaríamos en el sitio de pruebas aéreas del nuevo papagayo.

Por una falla la hora de ensamblar el artefacto, el aparato no lograba mantener el vuelo y caía siempre hacia su lado derecho, estampándose contra la grama.

Intentamos en repetidas ocasiones hacerlo volar pero no hubo manera. Luego de la segunda visita al parque y del segundo fracaso de la cometa, me harté y busqué en los alrededores ramas ligeras y resistentes para fabricar mi propio papagayo y borrar de la historia los fiascos del otro artilugio.

Historia de un Gobernante.Where stories live. Discover now