Capítulo 9

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Acrópolis de Atenas, 765 a.C

Diario de Laia

Hoy de nuevo ví a ese hombre, es un soldado Espartano, mamá dice que son hombres malos, solo criados para luchar como unos animales no conocen sentimentos, agresivos, tanto hombres como mujeres las entrenan para ser guerreros, por eso tenemos que cuidarnos de ellos, solo vendrían a nuestras tierras para violar y asesinar mujeres, solo porque somos sumisas, débiles, no sabríamos como defendernos, quizá tenga razón, pero él es diferente, él es amable, me trata con dulzura, nadie debe saber que nos tratamos, si alguien se entera, tanto mis padres como los de mi pueblo me matarían, siento miedo, pero lo amo y sé que me ama.

- Señorita Laia, su padre solicita su presencia en el salón de estar.-
Su Nana estaba de pie en su habitación, estar encerrada ahí no le gustaba para nada, si, era un lugar hermoso, desde la ventana de su recámara se podía observar un jardín lleno de todo un ecosistema, desde luego, por ser de la familia gobernante tenía esas ventajas pero para ella, era como estar en una prisión, solo estar con su Espartano le devolvía la paz, se sentía libre, ansiaba de nuevo estar entre sus brazos, era una necesidad, como una adicción que no quería que se terminara.
Recorrió los pasillos escoltada de algunos soldados de su padre, no le agradaba estar rodeada de ellos, a su lado parecía una niña, su altura no era más que de escasos ciento cincuenta centímetros y ellos medían más de un metro ochenta, llegó junto a su padre, pero notó que a su lado estaban unos mensajeros de Esparta y su madre, quién tenía lágrimas en los ojos, algo no estaba bien, temía lo peor...
Se dirigió a ellos he hizo una reverencia cordial, aún seguía viendo a su madre, al terminar el saludo, posó los ojos en su padre.

- Señores, les presento a mi hija Laia y mi única heredera, cómo pueden ver, ella sería una buena esposa para el hijo del Rey.-
-Eso está por verse, tiene modales, pero... ¿Tiene la sumisión que necesitamos? Para que el Rey acepte debemos de consultar con los oráculos, niña, ¿Posees de alguna gracia para complacer a nuestro príncipe?-

Ella estaba aturdida ¿Casarse? ¿Con el príncipe de Esparta? Ella no lo quería, ella deseaba estar con su soldado.

- ¿A caso su hija está maldita por los dioses y no puede hablar?- su semblante era arrogante y el enojo en su voz era evidente al dirigirse al gobernante de Atenas. Él no podía perder esta oportunidad, su hija no lo debería dejar en ridículo.

-¿No escuchaste al mensajero? Habla jovencita, si no lo haces te haré hablar a la fuerza- le gritaba su padre mientras se paraba de su asiento, caminaba hacia ella, estaba furioso, nunca lo había visto así.

-Si, señor, se tocar instrumentos y cánticos al igual que tengo el don de la danza-
-Bien, es servirá, se puede notar que tiene una voz dulce, partiremos en la mañana para darle la noticia al Rey, ellos estarán aquí pronto, Señor-

-Laia, retírate, hablaré contigo a solas más tarde-
Laia salió del salón tenía sentimentos encontrados, dolor, enojo, tristeza, las lágrimas que contenía al caminar a toda prisa por el pasillo, salieron brotando, se encerró en su habitación, ella no quería ser tratada como trueque, pero sabía la verdad muy en el fondo de su corazón, su padre nunca la quiso, él ansiaba el poder más que nada, su gobierno estaba por terminar y ese poder se iría con él, la única manera de seguir teniendo poder y control era casándola con el Príncipe de Esparta, siempre odió que Atenas fuera democrática, pero tenía que fingir para ganarse la voluntad del pueblo, en Ática abundaba la plata, o eso se creía dado que su padre ya había saqueado las minas casi por completo.
-Me hiciste en quedar en ridículo frente a los señores de Esparta, debería darte unos azotes como castigo, no sabes cuánto batallé para que se interesaran en ti, solo mírate, eres muy delgada, oremos para que la diosa Artemisa te concedan procrear, para que traigas al mundo herederos masculinos fuertes, saludables-

Era cierto, era delgada, piel blanca y cabellera larga y negra rizada, para su soldado era la mujer más hermosa que jamás haya visto, por eso quería estar solo con él y al saber que su padre la había vendido de tal manera.

-No quiero casarme con él, yo amo a alguien más-
-¿Amar? Eso no existe, harás lo que te ordeno, no tienes ni voz ni voto debes comportarte, en unos días, serás la princesa de Esparta te guste o no.-
Se retiró su padre de las habitaciones, comenzó a pensar en cómo ser feliz con su amado. Pasaron varios días y se reencontró con su amado contándole lo que había pasado,esa noche ambos huirían. Los soldados del gobernante los siguieron por todo el pueblo, tenían que llegar a un lugar donde nadie los conociera, pero parecía imposible, su amado fue herido de gravedad, cómo pudo lo resguardó debajo de un árbol, tenía fiebre, sabía que tarde o temprano los atraparían, Laia estuvo orando, rogando a los dioses para que la escucharán y ayudarán a que pudieran ser felices.
-Así que tú eres la humana que ha estado gritando tanto...-
Sus ruegos habían sido escuchados...
- ¿Eres una diosa? ¿Podrías ayudarnos?
-Si, lo soy, estás de suerte... Les daré a tí y tu amado Espartano un lugar donde vivir sin temor a ser perseguidos por el gobernante de Atenas ni el rey de Esparta, sanaré sus heridas, tendrán una larga y tranquila vida... Pero nada es gratis, ¿estás dispuesta a pagar el precio?-

Su amado estaba tan pálido y sus labios tan resecos, ya no tenían comida ni agua, todo sea por su amor.
- Daría lo que fuera por ser feliz a lado de mi amado- dijo firmemente.
-Bien, cuida a esta niña, la bebé solo tiene 2 días de nacida, la tratarán como si fuera suya, la educarán, pero más que nada, tu amado debe enseñarla a luchar, ella es muy importante.-
-Así será, diosa, lo prometo-

Siento tardar tantoooooo pero aquí está otro capítulo, si les está gustando dejen su voto, comentario, animen a más personas a leerla, recuerden que unas partes son del pasado y ¡todo tiene un propósito! Gracias por leerme!!

Lo desconocido ¿Por qué yo? (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora