4. Tan frío.

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No valía, lo tenía claro. Así que me metí en Tumblr. Y encontré un montón de frases que me podían definir a la perfección. Hasta que me choqué con una. "Si vas a fracasar, que sea a lo grande". Era un post suelto, sin créditos, pero me hizo pensar. Había fracasado, pero, ¿a lo grande? Quizás el dibujo de puerro era un gran fracaso. Pero preferí pensar que no. Era el hijo que servía solo para poner la mesa, pero podía caer más bajo. Sí, podía. ¿Cómo? Ni idea. Pero podía.

Así que fui al sitio que siempre me hacía sentirme como una mierda, para ver cómo podía fracasar: la vitrina de trofeos. Fútbol, baile, baloncesto, hockey de hierba, judo... Todo deportes en los que podría fracasar, sí, y acabar con algo roto. Decidí mirar los trofeos de estarte más quiero. Ajedrez, pintura, escritura, incluso había uno de tejer a ganchillo que ganó mi abuela en el pueblo. Quizás yo podía hacer ganchillo.

Esa tarde fui al pueblo a ver a mi abuela, quién, al abrir la puerta, frunció el ceño y me preguntó por qué yo no era Alberto. Ojalá lo supiera, yaya. Cuando pasé y me comí una galleta, mi abuela me preguntó qué quería. Entonces me lancé a pedirle que me enseñara a hacer ganchillo. A lo que ella respondió "No, que si nos ve Franco nos mata". ¿Por qué? Porque mi abuela está senil. Para quien no lo sepa, Franco era un dictador español.

Cuando intenté explicarle a mi abuela que Franco ya no vivía, se puso a llorar, preguntándome por qué el bizcocho estaba duro. Nadie debería ver a sus abuelos así, y nadie debería estar así. Llamé a su cuidadora, quién le consiguió tranquilizar, y me pidió que me fuera. Mi abuela se despidió de mi con un "Adiós, Alberto, te veo en la vendimia".

Me fui a la plaza del pueblo, que estaba llena de niños jugando, y me senté en un banco. Noté como el bolsillo me ardía levemente, como si el teléfono me dijera "cógeme". Así que, lo saqué el bolsillo. No tenía ninguna notificación, ni nadie me había llamado, pero, como un impulso, lo desbloqueé. Y pensé que quizás, mi musa estaba en internet. Ya, lo había intentado, pero no había fracasado del todo. Así que, me volví a instalar Wattpad. Quizás debiera escribir los fanfics que querían las niñas de internet. Si muchos actores han empezado siendo camareros, quizás mi principio era Wattpad y los fanfics de Louis y Tú.
Así que me acomodé en el banco y me creé una cuenta. Volví a contactar con las chicas que me lo habían pedido, y comencé a escribir.

Volvemos al tema del inicio.
¿Lo querrían filosófico? ¿O con dos inicios? Así que volví a contactar con ellas y preguntarles. «Que nuestras miradas se crucen en un concierto.» «Que me ayude en el nuevo instituto.» «Que me encuentre por internet.» y más respuestas así es lo que recibí. Por no hablar de una que me pidió que Zyan fuera su hermano perdido. Escribir sobre incesto era algo que tenía claro que no iba a hacer. El caso era que todas querían un principio fantasioso. Así que intenté volver a empezar. Pero, como de costumbre, fracasé. Parecía que se me había olvidado escribir las palabras en orden. No sabía construir frases. No sabía qué puntos de vista darles. Ni qué final.
El final es algo aterrador para el escritor. O eso dicen. Creas los personajes, sus vidas, con tal detalle que les pones tics y puedes verlos mientras escribes la historia. Por eso, pensar en cómo van a acabar, puedo resultar aterrador. Saber el futuro de alguien a quien le has cogido cariño, y que ese futuro depenga de ti, pero a la vez no puedas hacer nada porque todo se jodería... Me gustaría saber qué se siente. Me gustaría tener una idea tan buena como para ponerle tics a sus personajes, y ver sus expresiones y sus movimientos cuando escriba la historia.
Por eso creo que escribir sobre niñas de doce años que se enamoran de Justin Bieber no es lo mío. Volví a guardar en teléfono en el bolsillo, y me levanté para volver a la ciudad.

Polaroid.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora