2. No estoy bien, lo prometo.

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Tenía muchos motivos para escribir algo, aunque el principal fuera el aburrimiento. Podría haber escrito sobre el aburrimiento. Ese pequeño hijo de puta que nos da tanto por saco. Pero el aburrimiento no es más que un rato por el que todo ser pasa millones de veces en su vida. Y escribir sobre el aburrimiento es aburrido.
También pensé en hacer un libro lleno de metáforas de la vida, pero no es lo mío. Las metáforas son de gente más colorida.
La filosofía también se me pasó por la cabeza. Pero la gente que quiere escribir algo filosófico no suele tener ni idea de filosofía. Ni de nada.
Las referencias y las pullas fueron las únicas ideas que me acabaron de convencer, por lo que te aviso que habrá muchas. No pretendo ofender si te sientes identificado.
Podría haberme inventado una historia. Pero acabaría como la mayoría: la chica fuertes e inteligentes. Con chicos gays. Un macho ibérico que saque a la protagonista del aprieto. El típico chulito que conoce a todo el mundo pero que en verdad tiene sentimientos ocultos. La chica grunge que pasa de todo. La tía buena, como no. El crush que siempre tuviste y que está con tu amiga. Tu hermano mayor, que te odia pero en secreto te quiere. Shippear a todo el mundo. Y siempre, siempre, hay uno que se muere.
Me propuse escribir una historia son clichés.
Me lo propuse.
Algo que tienes que saber de mí es que no siempre cumplo mis propuestas. Ni mis promesas. Y menos aún si las hago antes de dormir.
Pensé en escribir una historia de mi vida. Hasta que me di cuenta de que mi vida era muy aburrida.
En resumen; no tenía de qué escribir.
Pero apareció mi musa. Aquella telaraña de la esquina superior del salón a la que nunca llegaba por mucho que lo intentara. (Tampoco lo intentaba tanto.) ¡Podía escribir sobre una añara! Sería una araña pequeña, que corriera por todos lados. Hasta que se cuela en el laboratorio de un científico loco, y se hace humano. ¡Y sale Spiderman!
Acababa de crear a Spiderman. Pero Spiderman ya estaba creado.
Y ahora es cuando querrás dejar de leer esta mierda. No tengo ningún problema en que lo hagas.
Sino, te estarás preguntando por qué llamé entonces a la telaraña "mi musa" cuando me había inspirado para inventar lo inventado. Pues porque me dio la idea de que, si no escribía sobre mi ni sobre algo que le había inventado, podía escribir sobre alguien real. ¡Todo el mundo quiere que tener un libro sobre si mismo! O eso creía.

Primero busqué la inspiración en mi familia, pero las respuestas más comunes fueron:
"¿Tú escribiendo un libro? No me hagas reír."
"No seas tonto, no va a llegar a nada."
"Pierdes el tiempo."
"Lo que tendrías que hacer es buscarte un trabajo de verdad."
"¡Estudia y calla!"

La familia querida.
Pero el amor que no me proporcionó nunca mi familia no me empujó hacia abajo, sino hacia arriba. Y decidí buscarla en amigos. Y las respuestas comunes fueron:
"¿Qué coño dices?"
"No hagas el idiota."
"¡Yo no te sirvo de musa!"
"Deberías escribir un libro sobre pajas."

La sabia juventud.
Pero pasó lo mismo que con mi familia; sus ganas de que me hundiera me hicieron salir a flote. Y decidí poner un anuncio en Internet.
No lo hagas. Nunca. Es la peor idea que tuve jamás.
Y las respuestas que no diré de aquellos desconocidos de todas partes del mundo consiguieron lo que mi familia y mis amigos no habían podido: bajarme la moral.
Eso me dejó en cama unas horas, haciéndome pensar en todo aquello que me rodeaba. En que mi vida era una espiral oscura de desesperación que acabaría en el vacío y el olvido de la muerte. Nadie se cagaría en mis muertos por tener que estudiarme para la selectividad, y yo quería que me odiaran por estudiante para la selectividad. Quería ser conocido, no caer en el olvido.
Fue cuando me di cuenta de que baso mucho más mis sentimientos en los que un puñado de gente en Internet o unos futuros críos estresados que hacen la selectividad piensan de mi que en lo que la gente que realmente quiero piensa. La gente de Internet me había dado temas, sí, y era lo que quería. Mientras que mis seres queridos me habían dicho que lo olvidara. Debí haberles hecho caso, la verdad. Buscar inspiración es una mierda. Y basar tu felicidad en lo que crees que dice la gente que vale una mierda en tu vida sobre ti también lo es.
En resumen, en esos momentos mi cabeza estaba llena de la oscuridad que susurra lo poco que crees que vales, mientras que fuera había gente que sabía lo que tenía que hacer, y no los escuchaba.

Polaroid.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora