5. En mis venas.

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Estarás cansado de que mi vida sea un vacío existencial entre la qué hacer y qué se me da bien. Yo también.

Había pensado volver a escribir, o a dibujar, o algo que no fuera poner y quitar la mesa. Pero no funcionaba nada. Tras tres meses mi desesperación era profunda. Y entonces mis padres salieron a un compromiso por la noche, y Alberto se fue con su novia. Me quedé con mis hermanos pequeños. Fran y Laura tienen 10 y 8 años, por lo que tenía que encargarme de ellos. Todo iba como siempre, con Laura cantando por la casa y Fran jugando a la Play, mientras yo me preguntaba quién era encerrado en mi habitación. Hasta que oí gritar a mi hermana "tengo hambre, ¿y la cena?". La cena. Quizás era el destino diciendome algo. Quizás cocinar era lo mío. Salí de la habitación dispuesto, y me fui a la cocina a freír las hamburguesas que mi madre había dejado descongelándose. Puse el pan a tostar, porque a Fran le gustaba así, y corté tomate y esas cosas. Por el momento, todo iba bien. Me sentía realizado, como un chef de prestigio. Pero encendí el fuego, calenté el aceite, y eché una hamburguesa a la sartén. Resulta que no estaba del todo descongelada, y cuando eso pasa, el aceite salta. Grité. Y asusté a mis hermanos, y tiré la sartén al suelo, y el perro fue corriendo a chuparlo. Pero tranquilos, mi perro está bien. Llegué a tiempo de cogerlo.
Laura se puso a llorar, Fran gritaba que llamáramos a los bomberos y a mi me ardía el brazo. Conseguimos apagar el fuego y la tostadora y cerrar la puerta para que Mons, el perro, no pasara. Después de eso tuve que consolar a Laura, porque no paraba de llorar. Definitivamente, la cocina no era lo mío. Aunque esta vez, sí había fracasado a lo grande.
Esa noche pedimos pizza, y mientras ellos se la comían, yo limpié la cocina.
Mi musa no estaba entre los fogones. Intenté que no me afectara, pero, ¿cómo no lo iba a hacer si casi mato a mi perro?
Sobra decir que mi madre nunca se enteró de aquello. Soborné a mis hermanos con caramelos para que no dijeran nada.

Volví a mi crisis de no saber qué hacer con mi vida, ni para qué servía. Durante unos dos meses más continúe teniendo esperanza. Había intentado hasta cuidar niños, y perdí a mis hermanos en el parque. Pero están bien. Intenté bañar a mi perro, pensando que era el primer paso para dedicarme a los animales, pero me bañó él a mí. Definitivamente, Alberto se había llevado todos los dones de la familia.
Eso era lo que creía, hasta que oí a Laura, mi hermana, la que me salió como una patata, cantar. Qué voz. Debería ir a la tele. Pensé en cantar otra vez, pero recordé a mi vecina, la madre soltera y primeriza, y preferí no molestar más a su hija.
Fran, el adicto a internet, también es bueno. No cantando, en eso es como yo, pero tiene un don para las matemáticas. Yo nunca habría dicho que los estudios fueran mi punto fuerte. Y no esperes que de una empiece a estudiar y sea el amo. Porque lo intenté, y no pasó.

Pensé en una de las peticiones de una niña de internet. "Que me encuentre en internet". ¿Mi musa seguía escondida entre los millones de nombres de la red? Me gustaba pensar que sí.

Y entonces salí a pasear a Mons. Es un haskie grande, y bastante tranquilo. De color blanco, como una nube, sin una maldita mancha hasta que entra en el barro. Va siempre a mi lado, en un paso muy tranquilo. Me encanta pasearle, porque puedo contemplar la ciudad, los árboles de los parques y la curiosa forma que tiene sus ramas de entrelazarse. Y fue ahí, en el Parque del Retiro de Madrid, dónde me volví a encontrar con mi musa.

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⏰ Última actualización: Oct 08, 2017 ⏰

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