Capítulo 1

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El oscuro callejón de la avenida.

Era un viernes de invierno como cualquier otro.
Las calles estaban desiertas, totalmente nevadas. Sólo los quitanieves deambulaban por las carreteras de la inmensa ciudad.

Ni siquiera el sonido de los pájaros se oía. Tal vez era porque caía media noche y todo el mundo dormía, o tal vez... por algo más extraño, siniestro y misterioso.

Y eso era lo que inquietaba a Jack...

Un joven rubio de ojos azules como el cielo, alto, delgado y de rasgos bien definidos, callejeaba inquietamente en bicicleta, en busca de un techo donde pasar la oscura y fría noche.

Jack era huérfano. Sus tíos le habían dicho alguna que otra vez, que sus padres murieron en un trágico accidente de tráfico cuando él apenas era un niño.

Pero por alguna razón, Jack no se creía eso. Algo muy dentro de él, le decía que no fue aquel incidente lo que se llevó la vida de sus padres, si no algo más malvado y misterioso. Y estaba dispuesto averiguarlo.

Había escuchado a hurtadillas a sus tíos hablar sobre el asunto, diciendo cosas como: "No creo que el niño lo entienda" o "Pensará que nos hemos vuelto locos"- "Como si no lo pensara ya"- pensaba el propio Jack cuando escuchaba comentarios de ese tipo.

El problema era que esas conversaciones sólo lo confundian mucho más.- "Qué les pasó a mis padres que yo no pueda saber?"- se preguntaba el chico constantemente.

A Jack no le agradaban sus tíos. Siempre estaban dándole órdenes y nunca le permitían hacer nada. Vivir con ellos era casi como estar en una celda encerrado. Y realmente, era así. Porque debido al comportamiento de éstos, Jack sólo salía de su habitación para ir al baño o para comer alguna que otra cosa.

Por eso, aquella noche, cuando todo yacía en silencio, Jack se escapó de casa.

No sabía por cuánto tiempo iba a estar fuera, por eso se había preparado una mochila con equipaje y provisiones para al menos cuatro días.

Sus tíos no lo echarían de menos, de eso estaba seguro. Solo que ahora no tenía dónde ir; por obligación de sus tíos y por ley, Jack iba a uno de los muchos institutos de la ciudad. Pero la verdad era que le costaba hacer amigos, y además la gente solía reírse de él. Por lo que Jack tampoco tenía amigos.

Transitaba por las desiertas calles de la ciudad- lo cual a Jack le pareció muy extraño, ya que normalmente los viernes, a pesar de que hiciera frio a causa del invierno, los adolescentes salían hasta altas horas de la madrugada, pero aquella noche, ni siquiera los coches circulaban por las carreteras. Y por aquella razón, Jack, sin saber muy bien por qué, se sentía muy inquieto, como si algo malvado y poderoso se avecinara.- cuando de pronto...

-¡Ayuda!- gritaba lo que parecía ser la voz de una mujer. El muchacho levantó la cabeza, alarmado mirando en todas direcciones. No había nadie.- "Habrán sido imaginaciones mías"- pensó el muchacho.

-¡Socorro!- se oyó de nuevo, pero esta vez después de un estruendo y una fugaz luz verde que provinieron del callejón al final de la calle, y que a Jack le puso los pelos de punta.

Pedaleó lo más rápido que pudo, y cuando llegó, el chico se quedó estático en el sitio.

Un muchacho con una larga túnica negra, estaba volteado de espaldas. Parecía estar palpando algo, porque estaba de rodillas inclinado hacia aquello.

Se puso de pie de repente, como si hubiera notado la presencia del rubio, y despacio se dio la vuelta.

En cuanto los dos hicieron contacto visual, Jack tuvo que sostenerse contra el muro del oscuro callejón, porque un escalofrio le recorrió todo el cuerpo e hizo que sus piernas temblaran.

Recuerdos en forma de imagen se proyectaban en su cabeza, vagos recuerdos sobre su infancia, con sus padres. Cayó de rodillas al suelo cuando voces se oían en su cabeza. Sus padres gritaban aterrados.

Cerró los ojos con fuerza, notando como poco a poco las voces disminuían, hasta que todo quedó en silencio.

Para cuando Jack levantó le vista con la respiración trabajosa, el joven ya no estaba, y el muchacho se sentía de pronto, muy débil.

Estaba asustado, no sabía lo que acababa de pasar. En su cabeza sólo se repetían una y otra vez los desgarradores gritos de sus padres.

Volvió a cerrar los ojos. Estaba muy cansado, como si aquel muchacho se hubiera llevado toda su energía. Estaba mareado y aturdido.

¿Quién era aquel muchacho? ¿Por qué había huído? ¿Qué habían sido todos esos gritos que se escuchaban en su cabeza? ¿Realmente eran sus padres quienes gritaban? ¿Los calló la muerte?

Se puso de pie de pronto, como si hubiera recordado algo importante.
Casi cayó al suelo a causa de haberse levantado tan deprisa y marearse ¿Quien era la supuesta mujer que suplicaba a gritos ser salvada? Se acercó lentamente a un bulto que divisó en la penumbra, alumbrado por la luz de la luna que, justo aquella noche, era nueva.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca para apreciar aquella figura en el suelo, su corazón dejó de latir por breves segundos. Se trataba de una mujer de alrededor de cuarenta años de edad, con cara de horror, como si le hubieran dado el susto de su vida.

Pero no fue eso lo que llamó la atención de Jack, si no que su pecho estaba abierto, con un inmenso agujero. Jack lo miró más de cerca, y otro escalofrío le recorrió el cuerpo entero cuando se percató del crimen.

El muchaco de túnica negra, le había arrancado el corazón de cuajo.

Después de que aquella imagen se grabara en sus pensamientos, todo se volvió negro, y Jack cayó, desplomado al suelo.

El Último Suspiro De La MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora