Capítulo 2

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Una melodía algo triste

Fue abriendo los ojos lentamente. La luz del sol le cegó por completo, y tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a ésta. Le dolía todo el cuerpo, en especial el pecho. Sentía un punzante dolor al respirar, como si miles de agujas se le clavaran en la piel.

Cerró los ojos nuevamente, buscando dormir por varias horas más.

Volvió a abrirlos de repente al recordar lo sucedido la noche anterior, o... ¿Habían pasado más días? ¿Dónde se encontraba? Se incorporó en la cama. Se encontraba en una habitación de paredes blancas como la cal. A su lado izquierdo, había una mesita de noche con un vaso de agua, y un jarrón con una flor rosa.

A su lado derecho, había una ventana por la que entraba aire frío y se escuchaba el tráfico de las calles, al contrario que aquella noche...
En frente de él, yacía una puerta cerrada, de madera de pino, y justo al lado de ésta, había una estantería con libros y un armario.

De repente, la puerta se abrió dejando ver a una mujer de mediana edad con una bandeja.

- Veo que ya has despertado, ¿Cómo te encuentras, pequeño?

- ¿Dónde estoy?- Balbuceó Jack impacientándose e ignorando la pregunta de la mujer.

- Estás en mi casa, a unas cuadras de donde mi nieta te encontró desmayado en el suelo. Pasaba por allí y te vio.

Jack abrió los ojos como platos.

- ¿Cuánto tiempo llevo desmayado?

- Un poco más de dos días-
Abrió más los ojos, ¿Qué era lo que le había provocado tal desmayo tan exagerado? No le daba asco la sangre. De hecho, de pequeño soñaba con ser cirujano algún día.

- ¿Cuál es tu nombre?- cuestionó la señora sacando al joven de su trance.

- Soy Jack- respondió el chico.

- Muy bien, Jack. Te he traído esta bandeja con algo de desayuno. Si eres alérgico a algo, que no te sepa mal dejártelo, estás bastante débil y puedes caer muy enfermo.
Yo soy Mary, si necesitas algo me llamas, y puedes quedarte el tiempo que desees. Estaré bajo, vendré en unas horas.

Y dicho aquello, salió de la habitación. El desayuno consistía en un zumo de naranja, un bol de frutas, unas tostadas y un batido de chocolate con mucha espuma.
Se lo comió todo, ya que de momento no sabía de algún alimento que le sentara mal. Todo estaba delicioso.

Jack intentó levantarse varias veces de la cama, pero no pudo. Todavía estaba muy débil, y sus piernas no aguantaban su peso, así que se quedó tumbado boca arriba, mirando el techo blanco y buscando alguna respuesta para explicar su estado de shock.
Volvió a pensar en el extraño muchacho que mató a la mujer. Su rostro cubierto por la capucha de la túnica, por extraño que pareciera, sentía que ya lo había visto en alguna parte. No sabía dónde, ni tampoco cuándo.

Y eso le frustraba.

Lijeros golpes en la puerta lo sacaron de sus confusos pensamientos. "¿Quién llama si no es mi casa?"- pensó Jack algo extrañado- adelante- contestó
Una chica de estatura media con el cabello largo rojo como el fuego, muy rizado y de tez de piel pálida, ingresó a la habitación cabizbaja como si le diera vergüenza.

- Hola- dijo ella- Soy Layra. Tu eres Jack, ¿Verdad?

-Si... encantado de conocerte, Layra- le respondió el chico tendiéndole la mano.

Layra le dio un pequeño apretón y separó su mano como si la de Jack ardiera.

- Y tú debes de ser la nieta de Mary, ¿No es así?- le dijo Jack mirándola fijamente.

- Si, Mary es mi abuela- dijo con aire distraído.

Layra vestía con un abrigo de invierno negro, unos vaqueros de pana abrigados, y unas votas del mismo color que el abrigo. En la cabeza portaba un gorro de lana con bordado de renos blancos, y en las manos unos guantes granate.

Era una chica realmente atractiva.

Ambos yacían en silencio. Un silencio algo incómodo ya que ninguno sabía qué añadir.

- Bueno- dijo Layra finalmente- Si necesitas algo, estoy en la habitación de al lado.

Le miró a los ojos por primera vez, regalándole una pequeña sonrisa y salió de la habitación.
El chico soltó el aire que, por alguna razón, había retenido.
¿Había sido Layra quien lo trajo a casa de su abuela? ¿Cómo lo habría hecho? A simple vista, Jack parecía mucho más pesado y robusto que la pequeña Layra. Ésta tenía un año menos que Jack, pero no era muy alta ni muy grande en cuanto a grandária.

De repente, la melodía de "Say Something" se oyó al otro lado de la habitación donde supuestamente, estaba la habitación de Layra. Y acto seguido, la escuchó a ella cantar. Cerró los ojos y disfrutó de su voz. Cantaba como un ángel, su voz era como un canto celestial.
Pero no pudo disfrutarlo mucho más, ya que de pronto su voz se quebró y pudo oír su llanto. A Jack se le encogió el cozón por alguna razón.

¿Qué le pasaba?

La puerta de la habitación se abrió dejando ver a Mary.

-¿Que tal estás, cariño?- le saludó como si lo conociera de toda la vida.

- Bien...

- Te noto preocupado, ¿Pasó algo?

- No... Está todo bi...

-Es Layra, ¿No?- le interrumpió la mujer.

- ¿Qué?- preguntó asombrado el muchacho.

- Estás preocupado por Layra, ¿Verdad? Ella ha sufrido mucho, entiéndela si se comporta de forma distante, no está bien.
Es muy sensible, y a veces las personas se aprovechan de ello para que lo pase mal.

- ¿Qué le pasó?- cuestionó el joven intrigado y triste.

- Ay hijo mio- suspiró- Ya te lo contará ella cuando tengáis más confianza, no la presiones.

- No, en absoluto.
La mujer le sonrió con cariño y le acarició la mejilla derecha.

- Tú me recuerdas a alguien muy especial...

La puerta se abrió de repente, interrumpiendo a Mary, y Layra pudo verse detrás de ésta, con los ojos rojos y las mejillas húmedas.

- Abuela- dijo entrecortadamente- Me cuesta respirar- completó llevándose una mano al pecho y haciendo una mueca de dolor.

Cayó al suelo provocando un golpe seco.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2018 ⏰

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