~Una píldora para adormecerte, una píldora para atontarte, una píldora para hacerte alguien más. Pero todas las drogas de este mundo no lo salvarán de sí mismo. ~
■♦■
Tú venías de un mundo perfecto. Un mundo que hoy me lanzó lejos.
*
Las maldiciones rusas hacen eco en la pequeña sala de espera, rebotando contra las paredes blancas impolutas, inmunes al dolor entre sus paredes. Yuri grita, solloza y maldice en su idioma natal con una sinfonía de alaridos que se le desbordan desde los labios agrietados, secos por la preocupación que los ha roído esos últimos días angustiosos. Las lágrimas surcan la piel pálida de su rostro cuando sus ojos buscan los suyos al otro lado de la habitación, grandes y aterrados, como los de un animal herido en busca de consuelo.
Otabek cierra los ojos, incapaz de soportarlo. Mientras su amigo llora aferrándose a la chaqueta de cuero de Mila, él sufre su propio cataclismo interior. Le parece que el mundo ha dado un brinco salvaje y cruel, sacudiéndolo por completo, como un enorme monstruo que se lo echa a la boca, lo mastica hasta el cansancio y luego lo escupe como un despojo despreciable e inútil. Es demasiado peso para sus piernas, y su cuerpo de desliza por la pared mientras en su cabeza la sala se expande, inmensa; los gritos cesan y todo alrededor comienza a teñirse de negro. El torbellino de emociones lo envuelve de tal forma que al final de la centrífuga solo hay un rostro distinguible, un rostro de cejas gruesas y ojos grises que sonríe de una manera que no ve hace meses. Jean. Su sonrisa abierta parece tan lejana ahora, difusa, como si quisiera escapársele también de los recuerdos.
¿Por qué? Otabek se lo pregunta una y otra vez ¿por qué él? Si tan solo hubiese sabido, si hubiese podido ser capaz de leer entre líneas. Si se hubiera dado cuenta de la verdadera cara tras la sonrisa, si él tan solo hubiese hecho algo...Jean estaría allí todavía. Riendo, coqueteando descaradamente, cantando canciones viejas a todo pulmón, siendo feliz con Yuri, con él...y no tendido en esa cama fría de hospital desde donde, hace cosa de dos minutos atrás, el médico con canas grises anunciara la hora del deceso.
Era una pena, un joven tan prometedor...
El nudo que le oprime el pecho de desgaja en un río de lágrimas tibias que corre sin pausa entre sus puños apretados contra los párpados. Se ahoga en su respiración, cada inhalación enviando una punzada de dolor a su cuerpo agotado. A su alrededor los últimos vestigios de ese mundo perfecto acaban siendo barridos como arena por el viento.
■♦■
~Nueve meses atrás~
—Beka, este es Jean, el idiota del que te hablé.
—Ouh, gatito. Eres tan cruel.
Y con una sonrisa brillante pegada en los labios el chico alto le había tendido una mano morena en señal de saludo.
—JJ, para los amigos —le siguió un guiño—. Un placer conocerte, Otabek.
Con esa escueta presentación, Jean había entrado en sus vidas. O al menos en la suya; Yuri parecía conocerlo de antes.
Era una relación extraña esa que Yuri llevaba con el canadiense. En palabras del rubio lo odiaba, o eso decía la mayoría de las veces, pero el chico estaba presente en todos sus temas de conversación. Jean –o JJ, como le gustaba que lo llamaran– era un poco molesto, sí, le concedía la razón en eso, pero no era un mal tipo; de haberlo sido Yuri no se relacionaría con él tampoco. Quizás era un poco demasiado energético, muy sociable, y hasta demasiado amable también, con esa amabilidad abrumadora que concede la energía burbujeante de las personas extrovertidas, pero un buen chico al final de cuentas. Aprendió a conocerlo de a poco, por retazos. Sabía tantas cosas sobre canciones, bandas y música en general que las pláticas sobre ese tema se hicieron recurrentes y fueron el enganche a su amistad. Podían quedarse horas hablando sobre eso mientras Yuri dormía echo un ovillo en el sillón y ellos fumaban un cigarrillo en el balcón. Jean también tenía la costumbre de sonreírle a todos, incluso a aquellos que no le miraban con buenos ojos. Era un buen amigo, un buen hermano mayor y un hijo ejemplar. Un chico perfecto salido de un mundo perfecto, como solía rumiar malhumorado Yuri. Pero así era y ellos aprendieron a aceptarlo como tal.
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Perfect Boy
FanfictionJean es el chico perfecto, a ojos de Yuri y Otabek. Cuando la persona a la que llaman amigo (y por quién tal vez sientan más que simple amistad) se desmorona frente a ellos se dan cuenta de que las apariencias engañan; pero tal vez sea demasiado tar...