parte 2

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Me levanté agitada. hace una semana que mi madre decidió que no quería volver a vernos (a mis hermanas y a mi) y nos dejó con mis tíos abuelos. En mi casa no solía tener pesadillas pero ahora era distinto, cada noche era lo mismo en este nuevo lugar.
Solía dedicarme a mirar el techo, intentar dormir de nuevo o a divagar, trataba de recordar los buenos momentos juntas. Cuando éramos una familia de verdad.

Pero hoy me sentía distinta, no quería seguir esa pequeña rutina.
Así que decidí levantarme, tomé mis sandalias favoritas y un vestido azul que estaba cerca, el calor se sentía en el aire.
Mientras caminaba por la cocina el perico de mi tía despertó, pero bastó con pasar mi dedo índice por el cuello para que el entendiera que no debía de hablar o estaría muerto.

Al cerrar la puerta me sentí vulnerable, el frío de la madrugada mezclaron con el calor típico de la zona cubrían mi piel y la calle estaba totalmente sola, a esas horas de la madrugada todo tenía una belleza diferente, tenía un toque único.

De vez en cuando había algún farol, pero las zonas rurales no suelen tener mucha atención. Recuerdo que al caminar  sentía algo raro en el estómago, pero era una experiencia que no planeaba perderme. A la distancia podía ver un tejabán de lámina con un par de focos y las vías del tren pasaban frente a el, parecía un lugar digno de conocer. Me senté con las piernas colgando mientras observaba el cielo forrado de estrellas; nunca había visto algo así. Mi mente estaba en blanco solo podía observar el cielo.

Cuando me di cuenta había un chico sentado junto a mi, tomaba mi mano y se acercaba cada vez más a mi cara sin decir nada. Lo único que lo detuvo fue mi mano, no pude evitar poner cara de incomodidad y extrañeza, su rostro me daba a entender que estaba confundido por lo que había hecho. Me dediqué a observarlo esperando una explicación lógica.

- te dije que necesito dar mi primer beso, -dijo el joven pelinegro-  como no me contestaste creí que no te importaría. ¿Podemos seguir?
- no - comenté enojada-

Me parecía imposible que eso estuviera pasando , así que me levanté, sacudí mi falda y me di la vuelta para alejarme, no valía la pena seguir en ese lugar, mucho menos con una persona de ese tipo. Empezaba a bajar los escalones cuando lo escuché decir

- no... No me dejes, necesito una amiga, necesito a alguien

Su voz sonaba tan sincera, sin una pisca de falsedad, podía notar que estaba a punto de romperse. Suspiré resignada.

ConstanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora