Crinceniza.

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Azeroth estuvo antaño cubierto por la oscuridad. Pero una vez que los titanes acabaron con el
Imperio Negro de los dioses antiguos, las criaturas naturales tuvieron al fin la oportunidad de
crecer y prosperar. Una guardiana llamada Freya recibió la tarea de sembrar de vida el mundo.
Creó por todo Azeroth enclaves frondosos que dieron origen a innumerables animales.
En ocasiones, algunas criaturas extraordinarias llamaban la atención de Freya.

Durante el viaje de Freya, encontró a una manada de lobos que habían masacrado a un par de panteras. Madre y padre de una más pequeña.

Lo que sorprendió a Freya no era la ferocidad con la cual los lobos masacraron a las panteras. Sino que estos mismos tenían heridas y mordidas ocasionadas por la cría de las panteras.

Esta no retrocedía, no se rendía, y cada vez que los lobos intentaban acercarse a ella, está respondía alzando sus pequeños colmillos.

Freya observaba maravillada como la pequeña cría respondía a los depredadores de mayor tamaño con sus pequeñas patas y colmillos.

Los lobos se retiraron, reacios a recibir más daño por su comida.

Freya, cuando recogió a la pequeña pantera, está se llevó un par de arañazos como recompensa. Pero no estaba enfadada. En lo contrario, estaba maravillada con la ferocidad implacable que se presentaba la cría. Curo sus heridas y la llamo Crinceniza, por el color de su llamativo pelaje negro.

[...]

Con el paso de los años, Crinceniza se convirtió en una pantera enorme. Ninguna manada de
lobos se atrevía a darle caza ahora. A Freya le gustaba ver que la pantera no había sucumbido a
los deseos de venganza. Crinceniza podría haber acosado y matado a todos los lobos de su valle.
Tranquilamente. Pero no lo hizo.
Su naturaleza salvaje le confería comprensión. ¿Acaso no era ella también un depredador? ¿No
cazaba presas? Los lobos no habían tenido nada contra Crinceniza; solo habían tenido hambre.
Y ella no les guardaba rencor.
Pero sí que le gustaba jugar un poco con ellos. La manada de lobos que la había atacado se
despertaba a veces por un rugido atronador. Crinceniza se acercaba sigilosamente a su guarida
y anunciaba su presencia a todo volumen para hacerlos huir.

[...]

Con el tiempo, Crinceniza comprendió que se había vuelto más poderosa que ninguna otra
pantera que hubiera visto. El paso de los años no la envejeció, sino que la hizo más fuerte.
Generaciones de animales llegaron y se fueron ante sus ojos.

Había otros como ella. Criaturas poderosas, icónicas, que parecían vivir una existencia distinta a
la del resto de la naturaleza. Los mortales empezarían a llamarlas dioses salvajes.
Crinceniza era una de ellas.

Al corazón indómito de Crinceniza le costaba aceptar la inmortalidad. El caos de lo salvaje y la
lucha por la supervivencia habían sido parte integral del ser de Crinceniza. Ahora eran
irrelevantes. Se había elevado por encima de su antigua vida. No había presa que pudiera
escapársele. No disfrutaba de una caza sin esfuerzo. No había depredador que pudiera
desafiarla.
Crinceniza se movía abiertamente por las selvas de Azeroth. Otras criaturas salvajes no tenían
nada que temer de ella. Las historias sobre una majestuosa pantera gigante se propagaron entre
los trols que se aventuraban en la zona. Algunos querían venerarla como a uno de sus loas.
Crinceniza rara vez se dejaba ver. Otros trols seguían su rastro por una razón distinta. Ciertos
cazadores ansiaban la gloria que sin duda obtendrían al abatir a un ser tan magnífico. Derrotar
a un loa... no había mayor desafío.
Uno tras otro, aquellos ambiciosos trols se adentraban furtivamente en la selva con el corazón
rebosante de arrogancia. Crinceniza estaba encantada. Por muy listos que fueran, por mucho
sigilo que emplearan o por muy buena que fuera su puntería, todos volvían a sus tribus con las
manos vacías, el sonido de su rugido retumbándoles aún en los oídos y la visión de sus colmillos
atormentándolos en sueños para siempre.
No necesitaba quitarles la vida. Cuando había acabado con ellos, ya comprendían su lugar en la
selva. Con eso bastaba.

Dioses salvaje. |Blizzard Entertainment|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora